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georges almendras¿Por qué, cuándo, dónde y cómo se desencadenó la tragedia? ¿Y los responsables?

Por Jean Georges Almendras-2 de setiembre de 2020

Confirmado por los sacrosantos parámetros de la ciencia –ADN- que los restos hallados encontrados pertenecen a quien en vida fue Facundo Astudillo Castro, ahora solo resta hallar a los responsables de ese desenlace, que ni por asomo debe ocurrírsenos haya sido accidental. No debemos incurrir en la abulia y en la insensibilidad de creernos que estamos antes una muerte ocasional, en donde la mano criminal estuvo ausente. Algunos quizás entren en ese macabro juego, tal como ocurrió cuando se produjo la desaparición forzada de Santiago Maldonado hace tres años, oportunidad en que muchos abonaron esas ideas, propias de una humanidad que equívocamente se regodea diciendo que nuestra la civilización no da cabida a esos barbarismos, y mucho menos cuando los barbarismos involucran a los funcionarios públicos, llámese fuerzas de seguridad. La realidad –desafortunadamente- hoy por hoy, es una muy distinta: parece ser, que en América Latina (en la Argentina macrista y la no macrista) ya es norma a raja tabla que las fuerzas deben ser de “inseguridad” y no de seguridad; parece ser que el gatillo fácil y el abuso de autoridad deben ser la norma, y no lo contrario. Y parece ser (y es lo más grave de todo esto) que esas “fuerzas de seguridad” ya están instaladas entre nosotros, bajo la tutela de un sistema político, que es en definitiva, el que los apaña, los encubre y los hace impunes. Impunes, especialmente. Porque cuando el palo represor golpea en las calles sobre los manifestantes que reclaman justicia por la causa social que fuera, lo hace porque quien descarga los golpes se sabe protegido; porque quien acciona los gatillos de las armas reglamentarias se sabe protegido; porque cuando los que están vestidos con el uniforme de los servidores del “orden” osan desaparecer personas, lo hacen porque se saben protegidos. Pasó en tiempos de las dictaduras militares, en diferentes países de América Latina y de Centro América. Y pasa hoy, en democracia, en tierras argentinas, como también pasa en tierras estadounidenses: y si hay dudas preguntémosle a los familiares de George Perry Floyd, por ejemplo. Y todo eso pasa porque los responsables se saben protegidos. Protegidos por superiores dentro de su fuerza, y protegidos por gobernantes (políticos) que hacen leyes para protegerlos alimentando los demonios de la soldadesca. La soldadesca que no se detiene ni un minuto a darse el minuto para la autocrítica. La soldadesca que se hace criminal, amparada en las criminalidades del sistema, que los hace así: criminales e impunes, precisamente para que se preserve el sistema. Y para que se perpetúe el sistema.

El pasado 30 de abril, de este 2020, cuando Facundo Astudillo Castro fue interceptado por personal policial (de la bonaerense) no fue para protegerlo. Fue para amonestarlo, y luego fue para criminalizarlo, y por último para desaparecerlo. Y por último ¿para asesinarlo?

¿Por qué, cuándo, dónde y cómo se desencadenó la tragedia? La madre de Facundo fue la primera en plantearse estas preguntas. Y desde las filas del poder político (desde el ministerio de Seguridad bonaerense), no se dieron respuestas, o mejor dicho se dieron repuestas evasivas, tendenciosas. Me atrevería a decir: mezquinas, con el agravante de que la familia y los abogados defensores fueron difamados y atacados directamente por el ministro Berni. Porque había que proteger a la soldadesca.

Pero los hechos fueron más contundentes que las palabras. Los hechos que transcurrieron más de cien días hasta que el día en que se hallaron los restos esqueletizados de Facundo, en la zona del canal denominado “Cola de Ballena” en las inmediaciones del área conocida como “Villarino Viejo”, Provincia de Buenos Aires. Restos que finalmente se corroboraron en base a los distintos exámenes, como los que correspondían al joven desaparecido.

Una madre argentina tiene rabia; se enfrenta a una verdad terrible: la vida de su hijo ha sido segada en circunstancias en las que quienes debían protegerlo, en definitiva fueron quienes lo llevaron de la mano por los insondables caminos de la desaparición forzada “seguida de muerte”.

facundo castro 2

Una madre argentina tiene indignación. Todas las madres argentinas deberían llorar con ella. Luchar con ella, indignadas, para hallar la verdad, entre los pantanales de las fuerzas de seguridad, ya no únicamente para hacerse justicia, sino para proteger a otras personas.

Una madre argentina, con estoicismo admirable, escribe una carta pública. Una carta a poco de confirmarse la identidad de su hijo. Una carta que es su voz. La voz de su alma. La voz de su conciencia. La voz del dolor.

“Es Facundo. Todavía no sé quién filtró información hace dos días, pero ahora sí sabemos que es él. Fueron días de mucha ansiedad, sin poder dormir. Vamos a seguir sosteniendo la carátula de desaparición forzada. Ahora lo que espero es que los medios salgan a pedir disculpas, aunque no creo que lo hagan, porque seguían con sus placas sin importarles nada, a pesar del pronunciamiento de la jueza. Me cuesta un montón: una cosa es decir que sentía que era Facundo, otra es asimilarlo. Me venía preparando para esta situación, pero es una cachetada muy fuerte de la vida. La realidad me está pegando un sopapo inmenso y me cuesta sobrellevarlo, ver la cara de tristeza de mis otros hijos, a mi papá... Me cuesta un montón. Llegó el momento de traerme a mi flaco de vuelta a casa, para luego seguir peleando, porque todo continúa hasta saber qué pasó con él. De la Justicia sólo espero justicia. Que se saque las vendas, las orejeras y el tapabocas. En este momento sólo diré algo que diría Facu, sus propias palabras: Memoria, Verdad y Justicia. Él lo tenía muy presente, fue su lema, por siempre y para siempre. Que el Nunca Más, sea Nunca Más en serio. Cristina Castro”.

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*Foto de Portada: www.página12.com.ar

*Foto 2: Kresta Pepe

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