CARENCIAS Y DESIGUALDADES
Domingo 02 de octubre de 2011 | Publicado en edición impresa
Desde la familia y la escuela se debe trabajar por la minoridad, sobre todo la que está en situación de riesgo, y su educación
Como lo hace anualmente, el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia (BDSI) presentó, semanas atrás, en la Universidad Católica Argentina (UCA), sus conclusiones con relación al estado de la población, basadas en una investigación realizada sobre las principales concentraciones urbanas del país, exploración que se viene haciendo desde 2004.

La encuesta realizada abarcó los problemas centrales de nuestra minoridad; en especial de la que se encuentra en situación de riesgo.
Las conclusiones del trabajo exponen de manera objetiva las carencias que padecen chicos y adolescentes en relación con la alimentación, la salud, la vivienda y las condiciones en que se desenvuelve la vida de los más jóvenes. De modo breve, la investigación muestra las causas que abren las brechas de desigualdad entre los alumnos y anulan la deseada presencia del principio de la igualdad de oportunidades. Así, informa el BDSI, mientras un 43,8 por ciento de los menores se alimentan bien en cantidad y calidad de calcio y proteínas, y una proporción casi semejante (un 41,9%) recibe alimentación suficiente en cantidad, aunque no en calidad, el 14,3% restante vive en situación crítica, con una alimentación insuficiente tanto en cantidad y calidad. Dichas carencias crean tempranas patologías por desnutrición o malnutrición.
Esos problemas básicos se unen a otros vinculados a la vivienda. Según ha comprobado la investigación cumplida, el 20 por ciento de los menores vive en condiciones de hacinamiento; la mitad, con problemas de saneamiento por faltas de cloacas, y un 13 por ciento con la inseguridad de contar con el abrigo de una vivienda. En esas condiciones, son muchos los chicos que nunca pudieron festejar un cumpleaños en la infancia. Es obvio que, ya de más grandes, tampoco encuentran lugar apropiado para leer o estudiar, y el ambiente nada acogedor de la vivienda los expulsa a la calle. Por fin, el 43,5 de los menores carece de cobertura de una obra social. Para ese sector, de bajo nivel socioeconómico, la Asignación Universal por Hijo (AUH) ha significado un aporte valioso, aunque se debe señalar que, aproximadamente, en un millón de casos todavía están al margen de ese beneficio.
Ante un panorama de tantos riesgos que asedian a los menores de los sectores más pobres de nuestra sociedad, es de encomiar el esfuerzo que se canaliza a través de los comedores escolares, comunitarios, parroquiales y de entidades privadas sin fines de lucro, que buscan reducir una situación que sería más dramática sin esa invalorable red de contención.
Queda por comentar el III Foro de Calidad Educativa, organizado por Proyecto Educar 2050, que también tuvo lugar en la sede la UCA recientemente. Las miras de esta asamblea fueron las de mejorar la calidad de la enseñanza en el país y en América latina que, según parámetros internacionales, se encuentra en un estado de "indigencia educativa". En ese sentido se oyeron propuestas alentadoras para promover "una construcción colectiva" que contribuya al progreso de la enseñanza. Así fue expresado a través de proyectos de cooperación como el del Grupo Los Grobos, que busca articular la acción de distintos gremios y miembros de la sociedad civil en beneficio educativo. Se tuvo conocimiento, además, de un movimiento nacional integrado por personalidades de diversas profesiones que se desarrolla en Brasil, liderado por Priscilla Fonseca da Cruz, quien expuso el modo elegido para ganar en calidad educativa.
En suma, hay mucho que hacer por la minoridad y su educación para borrar carencias y reducir desigualdades. Ese deber es de todos, desde el fundamento familiar y escolar a la misión que concierne a las instituciones políticas y privadas, sociales y comunitarias. El objetivo convocante es el bien de las nuevas generaciones, es decir, el futuro del país.