En anteriores trabajos hemos hecho hincapié en el carácter internacionalizado de la organización de la
Ahora, y en el caso específico de Argentina, nos centraremos en los determinantes internos y regionales de la organización de la industria textil y de confección en nuestro país; pero, sin embargo, nos detendremos a señalar algunos aspectos centrales que organizan la industria textil y de confección de indumentarias que son comunes a nivel global.
A lo largo del devenir histórico moderno la industria textil se ha caracterizado por su protagonismo en la determinación de las instituciones sociales y relaciones técnicas que organizan la
Ahora bien, si observamos como se organiza socialmente la producción, circulación, distribución y consumo; -o sea, como se desarrolla la “cadena de producción y apropiación de valor”- en estas industrias, en la actualidad, pueden señalarse la existencia de cuatro grandes estructuras de relaciones sociales:
1) capital financiero – trabajo asalariado: “grandes corporaciones financieras de capital asociado”, con dirección y gestión profesionalizadas, enlazan a profesionales asalariados -y sus auxiliares- destacados a la realización de tareas en el ámbito de la producción y circulación de bienes intangibles (publicidad, marca-logo), “planeamiento de estrategias de mercado”, “dirección, coordinación y desarrollo de proveedores y canales de venta”, “desarrollo e investigación de nuevos productos”, “estrategia y dirección financiera”, etc. La escala de sus negocios (nacional, regional o internacional) sólo está limitada por la masa de capital que disponen para poner en circulación.
2) capital comercial – trabajo asalariado: “empresas comerciales de capital individual o familiar” que emplean trabajadores asalariados en las tareas de compra-venta de mercancías y logística-transporte-despacho de las mismas. Pueden ser independientes pero en forma creciente se encuentran subsumidas a las corporaciones financieras; ya sea a través del enlazamiento directo vía el mecanismo de franquicias –y el consiguiente pago
3) capital industrial – trabajo asalariado de obreros industriales – régimen fabril: aquí la forma que asume la empresa capitalista guarda relación en gran parte con la rama industrial específica y la escala de producción. Los eslabones iniciales de la cadena productiva, hilandería y tejeduría, son ramas altamente tecnificadas capital-intensivas; aquí son hegemónicas, en forma creciente, las “grandes corporaciones financieras internacionales” frente a las “grandes empresas de capital individual o familiar de escala nacional”. Tanto en unas como en otras lo distintivo
4) producción mercantil – artesanado - “trabajo a domicilio”: el antiguo artesanado que produce para el mercado fue siendo eliminado paulatinamente frente al dominio del mercado por la producción capitalista. La modalidad de los “talleres manufactureros” de delegar parte de las diversas tareas (corte, estampado, bordado, confección, terminación) y subtareas de la
5) “trabajo asalariado informal, en negro o servil”-: de diferente carácter es la relación de trabajo cuando el “trabajo a destajo” simplemente esconde relaciones salariales de subordinación de los trabajadores a “empresas manufactureras” –que eluden la legislación laboral- u a otros trabajadores o “subcontratistas” que detentan el “pedido o contrato de la empresa”. Estas “cadenas de explotación” o de “búsqueda de rentas sobre el trabajo de otros” pueden concatenarse en cascada y, en mayor o menor medida, estar organizadas hasta reducir a “servidumbre” a un amplio conjunto de trabajadores. Constituyen las diversas modalidades de “tercerización de la producción y el trabajo” que mediatizan las relaciones laborales y son asumidas en el ámbito público (político, empresarial y académico) como “trabajo asalariado no registrado”. En sí constituyen un ejército de “obreros supernumerarios”, flexible a los ajustes y coyunturas del ciclo económico, alimentado constantemente por la presión de los desempleados urbanos y las poblaciones rurales emigrantes y desprovistas de sus condiciones de vida según avanza la producción capitalista y la mecanización de los trabajos agrícolas en el campo[5].
Este conjunto de estructuras de relaciones sociales en la producción y circulación de los productos no sólo organizan a la sociedad en su conjunto en estos ámbitos; sino que, a su vez, determinan la posición de los hombres en la distribución social del valor agregado producido socialmente. O sea, las leyes sociales que determinan la distribución y asignación de recursos para el consumo y el papel de cada sector social en el proceso de acumulación de capital están determinadas por aquellas que rigen la organización de los hombres en los momentos de la producción y circulación.
Es de allí que producción y circulación, distribución y consumo se autodeterminen mutuamente y encuentren mutuamente sus límites. La creciente segmentación de los mercados entre “productos suntuarios” o de “calidad diferenciada” y productos de “consumo estándar o básico” tiene su raíz en la misma estructura social de la distribución del ingreso que brota desde la estructura social de
De allí, que en la fase contemporánea del capitalismo los obstáculos a la realización de la ganancia en el mercado, -esto es, la posibilidad de realizar los volúmenes de ventas planeados a los márgenes de ganancia estimados previamente-, superan a las dificultades técnicas y de organización de
En el período histórico que va entre 1945 y el primer lustro de la década del ’70, tanto en Argentina como en el mundo, las políticas macroeconómicas dirigidas al pleno empleo y la extensión de los derechos laborales y sociales, -conocidas bajo el rótulo de “Estado Benefactor” o “populismo”- y las políticas proteccionistas que regulaban el movimiento de capitales y mercancías amortiguaban, en parte y al interior de los estados nacionales, estas tendencias a la concentración de la riqueza y centralización de los capitales.
La pirámide de la distribución del ingreso era sustancialmente más equitativa y, por lo tanto, el mercado era hegemonizado por el consumo masivo de bienes básicos para la masa de trabajadores con salarios relativamente altos. Bajo este paradigma de mercado la producción en masa y el régimen fabril eran dominantes y la resolución de sus obstáculos la prioridad; -de allí que tanto los niveles de inversión productiva como de crecimiento de productividad del trabajo industrial en ese período casi duplicaran a las presentes en la actualidad, tanto en Argentina como en las grandes economías centrales[6]-. La
Ya a 30 años de desmantelamiento paulatino de estas regulaciones estatales y políticas no sólo se han acelerado estas tendencias a la concentración de la riqueza y centralización del capital al interior de cada una de las sociedades, sino que, a su vez, se han reordenado internacionalmente los procesos productivos y establecido la posición de cada país en la distribución del “valor excedente producido socialmente a escala global” y las condiciones de vida generales de sus trabajadores. Refuerza este movimiento el hecho que las mismas políticas de liberalización del tráfico internacional de mercancías y dinero no hayan sido extendidas a la circulación de personas; sino todo lo contrario, las políticas de migración y residencia en los países centrales tienden a endurecerse selectivamente en el presente. El reverso del actual endurecimiento de las políticas migratorias, tanto en EE.UU. como Europa, está en la extensión y firma de los Tratados de Libre Comercio (TLC) con áreas como Latinoamérica y África, donde la industria de la confección de prendas de vestir y otras ramas trabajo intensivas juegan un papel central. Para que la actual política estricta de “división internacional del trabajo” tenga condiciones de reproducción en el tiempo los diferenciales existentes en el nivel de salarios de unas y otras sociedades deben tender a su perpetuación. Y esto sólo puede ser logrado instaurando un régimen estricto de migración y residencia a nivel global que haga cautivas a las masas empobrecidas del mundo a los límites de sus fronteras y permita a las “corporaciones financieras” obtener rentas arbitrando entre esos diferenciales de costos y salarios como forma dominante de acumulación y valorización del capital.
Desde esta perspectiva, puede sostenerse que el “orden mundial” actual tiende a reducir los espacios de “movilidad social” que caracterizaron al capitalismo otrora en la historia; tanto a nivel global entre regiones, naciones y estados como al interior de cada una de las sociedades entre clases, sectores, etnias y culturas. En sí, el capitalismo contemporáneo tiende a construir un complejo orden mundial de “sociedades estamentales” –esto es, con estamentos sociales jerarquizados crecientemente estáticos-; y, de esta manera, el mismo “descontruye” las condiciones que le dieron origen a su nacimiento: la “sociedad burguesa” sustentada en la “propiedad individual” y la “movilidad social”. De allí que, sin atentar y cambiar radicalmente las estructuras mismas que dan sustento al carácter reaccionario de la alta concentración de la propiedad y la riqueza en el “Estado Moderno bajo la hegemonía del Imperialismo”, la consigna política dominante actualmente, “Crecimiento con Equidad”, es cuanto menos una fantasía o un instrumento de dominio propio del “cinismo y oportunismo político”.
Acerca de la Emergencia del Trabajo Servil en la Industria de la Confecciòn
Este es un movimiento general a escala global donde incluso estas estructuras de relaciones se organizan internacionalmente. Corporaciones financieras hegemonizando las cadenas de comercialización y las tendencias de la demanda –a través de la “marca-logo”- en los centros de consumo de los países centrales “dominan” los diversos sistemas de
La tesis principal que desarrollaremos en la presente nota es que estando la industria textil-indumentaria argentina sólo colateralmente enlazada y subordinada a este proceso global igualmente replica la misma estructura a su interior. En una cadena productiva que sigue siendo principalmente mercado internista los determinantes y movimientos del mercado de trabajo y la distribución social del ingreso son dominantes sobre aquellos factores externos. Los movimientos generales del mercado interno de consumo devienen de aquellos en la distribución social del ingreso y estos son manifestación de la organización social de la producción.
En los últimos 30 años las tendencias generales al estancamiento de las fuerzas productivas sociales –desindustralización- y a la concentración de la estructura productiva en sectores capital-intensivos productores de materias primas e insumos industriales generalizados para la exportación tienen su manifestación y contrario en el agudo proceso de regresión de la distribución social del ingreso con caída del nivel general de salarios reales, emergencia de altos niveles de desempleo abierto y subocupación de la mano de obra y precariedad de las instituciones que regulan el mercado de trabajo. Desde la misma organización social de la producción se ha construido en un proceso una “sociedad dual”, una segmentación profunda en las condiciones de trabajo y de vida entre aquellos que se encuentran insertos o enlazados al movimiento de lo “orgánico” –la producción social capitalista y el Estado- y aquellos “expulsados” del anterior y que sólo intermitentemente se enlazan con el mismo como “estrategia de supervivencia”.
En lo que concierne al mercado interno de prendas de vestir y confecciones este proceso de segmentación social del mercado de consumo no sólo repercutió en una profundización de la diferenciación de los productos en calidad y precio según segmentos sino también en la caída general del nivel de consumo agregado (ver Cuadro N°1).
Según se fue reduciendo el nivel de ingresos de los sectores populares el consumo de prendas de vestir fue paulatinamente saliendo de su canasta básica de consumo. Para estos sectores la indumentaria fue constituyéndose en un “bien durable” sólo asequible por eventual acumulación de ahorros y, de allí, altamente sensible a los movimientos generales del nivel de sus ingresos. La pequeñez relativa del mercado de bienes de primera calidad, acorde a estándares de calidad y marcas internacionales con alta rotación según los cambios de estación y la moda, destinada a los sectores sociales acomodados no compensa la caída en cantidades del “mercado de bienes básicos” pero si incrementa sustancialmente su participación en valor en los niveles de consumo y producción agregados.
La demanda de insumos textiles –fibras, hilados y tejidos- es una demanda derivada del consumo de prendas de vestir y confecciones textiles en general. A partir del segundo lustro de la década del ´70, la industria textil argentina –y sus grandes empresas emblemáticas, Grafa, Sudamtex y Alpargatas, entre otras, que se desarrollaron bajo el modelo de especialización en la producción masiva de bienes indiferenciados para el consumo básico de una clase trabajadora con ingresos crecientes- entra en una profunda crisis de estancamiento según la segmentación del mercado de prendas de vestir maduraba y, principalmente, la caída del nivel general de salario real de los trabajadores disminuía. En los ´90, bajo el modelo de Convertibilidad –revaluación de la moneda con tipo de cambio fijo- y apertura comercial unilateral la exposición de estos sectores a las importaciones en un mercado con clara tendencia al ajuste (ver Cuadro N° 1 y N° 2) redundo en una crisis terminal con desnacionalización de empresas y cierres de las plantas industriales más grandes e integradas.
De esta manera, el Valor Agregado a precios constantes del Sector Textil en el 2005 sólo representaba el 40% del registrado en 1974 –el mayor de la serie histórica-; o sea, una caída cercana al 2% anual durante 30 años. Al considerar la cantidad de bienes textiles producidos por habitante, dada una tasa de crecimiento de la población superior al 1,5% en el período, la magnitud del proceso de “desindustralización textil” se acrecienta. Como indicador de este deterioro tenemos que la Argentina presentaba en el año 2000 un consumo per capita de fibras textiles, insumo básico de la industria de tejidos, de
Cuadro N°3
Cuadro N°4
Sí las importaciones de productos textiles –insumos de la confección de prendas de vestir-, como ya mencionamos, tienen una alta incidencia en la desarticulación y desindustrialización de
La “apertura comercial o externa” ha tenido influencia sobre la construcción de un modelo de país segmentado económica y socialmente. Pero, sin embargo, al afirmar su incidencia directa sobre los procesos de “precarización de las instituciones que regulan el mercado de trabajo” se ocultan otros factores que tienen tanta o mayor influencia sobre la emergencia del fenómeno; empezando por la propia política de “flexibilización de la legislación laboral” y siguiendo por las políticas macroeconómicas, tanto fiscales como monetarias, que mantienen el nivel de actividad por debajo del nivel de pleno empleo de los factores productivos y una estructura impositiva de neto carácter regresivo, sumados a la falta de una política industrial y comercial estratégica y sostenida a largo plazo. Es la incidencia de estos otros factores los que determinan que la “precarización”
Cuadro N°5
Distribución Social del Valor Agregado en el Sector y Segmentación del Mercado de Trabajo
El proceso general de “deflación de precios y salarios con caída de los niveles de producción y empleo” que vivió la economía argentina desde el tercer trimestre del ’98 fue sustancialmente profundo. En el caso de la industria de confección de prendas de vestir redundo en caídas, entre 1998 y el 2002, de alrededor del 60% en el consumo y la producción –ver Cuadro N°1 y N°2- y cercanas al 15% en el caso de precios y salarios del “sector formal” –ver Cuadro N°5-. Bajo el rígido esquema macroeconómico
Como puede observarse en el Cuadro N°6, en la distribución del valor agregado producido por la industria manufacturera de prendas
A partir de la devaluación de la moneda en enero del 2002 y hasta octubre del mismo año, período de fuerte ajuste de los precios relativos, la ganancia industrial eleva sustancialmente su participación en el valor agregado del sector gracias a la caída del salario real –tanto de los trabajadores “formales” como “informales”- como a la caída del ingreso real del sector financiero –por “pesificación” de sus acreencias-.
Desde octubre desde el 2002 hasta el 2005, afianzado el ciclo de recuperación de los niveles de producción precrisis motorizado por la recuperación de la demanda agregada, lo sustancial es el incremento de la participación de los trabajadores asalariados “formales” en detrimento de la remuneración relativa de los “empresarios industriales”.
Cuadro N°6
Sí, en el período mencionado, los trabajadores organizados sindicalmente del sector de confecciones han obtenido incrementos de sus salarios en términos reales; o sea, superiores tanto en relación al incremento de los precios de bienes al consumidor como al propio incremento de los precios mayoristas promedio de la confección de indumentaria. En el mismo período los sectores de “trabajadores a domicilio” y el amplio conjunto de trabajadores no registrados –que contiene desde “trabajadores asalariados en negro” hasta “trabajadores bajo relaciones serviles”-, sin representación sindical o política y bajo la competencia despiadada que plantea la “cola del desempleo” y la necesidad de medios de vida, sufrieron una abrupta disminución de sus ingresos reales. En gran parte, puede afirmarse que la “explotación” de los “trabajadores serviles” es la fuente de valor y riqueza “oculta” que permitió al sector de confecciones de prendas de vestir absorber el incremento de costos resultado de la dolarización del precio de los insumos textiles y el incremento de salarios del sector de trabajadores formales sin incrementar en igual medida sus precios –ver Cuadro N°5-.
En el presente, cerca del 65% de los trabajadores del sector se encuentra bajo relaciones laborales precarias, sin representación u organización de sus intereses y con niveles de ingreso que rondan, por arriba y en algunos casos por debajo, las condiciones mínimas de subsistencia. Bajo diferentes formas de “trabajo a destajo” simplemente se esconden relaciones salariales de subordinación de los trabajadores a “empresas manufactureras” que eluden la legislación laboral u a otros trabajadores o “subcontratistas” que detentan el “pedido o contrato de la empresa”. Estas “cadenas de explotación” o de “búsqueda de rentas sobre el trabajo de otros” pueden concatenarse en cascada y, en mayor o menor medida, estar organizadas hasta reducir a “servidumbre” a un amplio conjunto de trabajadores. Constituyen las diversas modalidades de “tercerización de la producción y el trabajo” que mediatizan las relaciones laborales y son asumidas en el ámbito público (político, empresarial y académico) como “trabajo asalariado no registrado”. En sí constituyen un ejército de “obreros supernumerarios”, flexible a los ajustes y coyunturas del ciclo económico, alimentado constantemente por la presión de los desempleados urbanos y las poblaciones rurales emigrantes y desprovistas de sus condiciones de vida según avanza la producción capitalista y la mecanización de los trabajos agrícolas en el campo –actual extensión de la frontera agrícola “sojera” en el Este Boliviano, el Chaco Paraguayo y el Norte Argentino-.
Desde esta perspectiva, la realidad económico-social de la industria manufacturera de confecciones de prendas de vestir es sólo una imagen aumentada de un proceso general que hace que, en la Argentina actual, el 50% de los trabajadores asalariados se encuentren bajo diversas formas de “trabajo no registrado”. Estos trabajadores constituyen un amplio sector social que despliega trabajo productivo que es fuente de riqueza para la sociedad por entero; pero, sin embargo, se encuentra “expulsado” del Mercado de consumo de mercancías, del Estado y de la Sociedad.
En el siguiente apartado expondremos las consecuencias que tal precarización
La Influencia de la Emergencia del “Trabajo Servil” sobre el Desarrollo Industrial
Hemos expuesto con anterioridad las causas generales y particulares de la emergencia de formas de “Trabajo Servil” en la industria de la confección de nuestro país.
Entre las primeras se encuentra el movimiento general -que recorre el mundo- de concentración y centralización de la riqueza que determina que en el capitalismo contemporáneo el capital financiero y comercial subordine al otrora dominante capital industrial. La “cadena de valor” se domina, gobierna, controlando o guiando las tendencias de la demanda y los canales de comercialización dejando a la extensa y compleja red de productores industriales y sus trabajadores asalariados, independientes o “serviles” competir “libremente” por la asignación de
Hemos discutido también la imagen construída socialmente sobre la influencia del factor externo –las importaciones de origen asiático- sobre la emergencia del fenómeno y hemos dado evidencia empírica sobre el carácter secundario del mismo (las importaciones de confecciones, cuyo origen es principalmente Brasil, sólo participan en un 10% sobre el valor de la mercancías consumidas en el mercado interno). La “apertura comercial o externa” ha tenido influencia sobre la construcción de un modelo de país segmentado económica y socialmente. Pero, sin embargo, al afirmar su incidencia directa sobre los procesos de “precarización de las instituciones que regulan el mercado de trabajo” se ocultan otros factores que tienen tanta o mayor influencia sobre la emergencia del fenómeno; empezando por la propia política de “flexibilización de la legislación laboral” y siguiendo por las políticas macroeconómicas, tanto fiscales como monetarias, que mantienen el nivel de actividad por debajo del nivel de pleno empleo de los factores productivos y una estructura impositiva de neto carácter regresivo, sumados a la falta de una política industrial y comercial estratégica y sostenida a largo plazo. Es la incidencia de estos otros factores los que determinan que la “precarización”
Luego de este breve repaso sobre las causas ahondaremos sobre las consecuencias que esta degradación o involución
Primero, la organización social de la producción y la circulación -propia del capitalismo en su etapa de desarrollo de las fuerzas productivas- tiene como límite la misma distribución regresiva del ingreso que contrae la extensión del mercado interno en términos agregados, donde masas crecientes de trabajadores ven reducido paulatinamente su consumo a lo básico para su subsistencia y, por momentos, por debajo de este nivel. La concentración de la riqueza y la centralización del capital tiene su reverso en la extensión de las condiciones de pobreza entre los trabajadores y sus familias. La creciente segmentación de los mercados entre “productos suntuarios” o de “calidad diferenciada” y productos de “consumo estándar o básico” tiene su raíz en la misma estructura social de la distribución del ingreso que brota desde la estructura social de la producción.
En segundo término, es la presión creciente al incremento del nivel de salarios de los trabajadores lo que pulsa al sistema a buscar incrementos de productividad organizando y maquinizando el trabajo social. Desde esta perspectiva, los incrementos espurios de productividad vía la sobreexplotación del trabajo humano bajo formas serviles –y sin capacidad de organización gremial o representación de sus intereses- es a mediano y largo plazo un freno al desarrollo de las fuerzas productivas.
En tercer término, en gran parte unido al anterior, los incrementos espurios de productividad vía la sobreexplotación del trabajo humano bajo formas serviles disloca el sistema de competencia, incentivos y asignación de recursos entre empresas de un mismo sector y entre sectores. Se constituye en gran parte en una forma de competencia desleal entre empresas de un mismo sector –dando como resultado una “selección adversa” de empresas, de aquellas más eficientes en el manejo de resortes ilegales y extraeconómicos y no de aquellas más competitivas desde el aspecto de la eficiencia productiva- y de ruptura de los equilibrios o la tendencia a la igualación de la tasa de ganancia entre sectores –dado que aquellos sectores cuyo procesos de producción, desde el punto de vista técnico, son más maquinizados, capital-intensivos, estas formas de producción servil sólo colateralmente pueden ser introducidas-.
En resumen, las formas de explotación de trabajo servil, aunque emergentes del comportamiento maximizador de beneficios y oportunista de amplios sectores del empresariado, “subvierten” las bases de la producción y el mercado capitalista, la organización del Estado y la Sociedad en los términos de éste sistema y constituyen un freno al desarrollo de la fuerzas productivas a su interior.
Y aquí debemos volver a la comparación y la diferenciación de los procesos sociales en el tiempo y el espacio; para ubicar estrictamente el caso argentino en el contexto internacional. Distinto es el proceso argentino de involución desde la hegemonía
En la historia y el presente en todo proceso virtuoso de desarrollo de las fuerzas productivas, de industrialización, la cadena textil-indumentaria ha jugado un importante papel como nexo entre el mundo
Podemos observar el siguiente cuadro sobre la evolución de la estructura de exportaciones, del perfil comercial, que en las principales potencias industriales emergentes en el sudeste asiático la dominante participación de las exportaciones textiles va trocando década tras década hacia la hegemonía o dominio de las exportaciones con alto valor agregado e intensivas en capital y desarrollo de conocimiento científico-técnico y capacitación de la mano de obra: máquinas y equipos. Y según se incrementan las exportaciones de alto valor agregado no sólo disminuyen las “trabajo-intensivas” sino también aquellas que están asociadas a alimentar a la población y la industria: materias primas, alimentos e insumos industriales.
Es por ello que no es posible asemejar la emergencia de formas de trabajo servil en Argentina y con aquellas formas similares del pasaje del campo a las relaciones industriales urbanas en el sudeste asiático. Tienen diferente significado en lugar y tiempo. En nuestro país son una “vuelta atrás” desde el punto de vista histórico, político, social y económico en un sendero de involución, exponente de la pérdida de fuerzas productivas y degradación de
A modo de conclusión, ahora sí podemos afirmar que se cumplen la leyes generales del “desarrollo desigual y combinado” bajo la hegemonía del Imperialismo -observado éste desde la economía política, como la fase del capitalismo monopolista de estado- descripta por V.I. Lenin. El desarrollo o involución de las fuerzas productivas en vastas regiones del planeta están en relación a las relaciones comerciales y políticas que estas enfrentan con el centro del poder mundial; constituyendo “eslabones de la cadena imperialista” desde el centro hacia la periferia.
El cambio de posición en estas cadenas por parte de Argentina desde 1980 hasta el presente, de aquélla Argentina 7° economía del mundo, a
Buenos Aires, Enero 2010
[1] .- Arquitecto, Master en Economìa de Gobierno (UdeSA), revistiendo como como Economista Jefe de INTI – Economìa Industrial.
[2] .- En el mes de mayo del 2006 la “opinión pública” argentina fue conmocionada por la noticia de la muerte de 11 mayores y niños en el incendio de un “taller clandestino”; en el cual estos vivían hacinados y reducidos a servidumbre por sus patronos (los cuales retenían los documentos de estos inmigrantes clandestinos entre otros métodos de soyuzgamiento).
[3] .- Puede afirmarse que el concepto mismo de “mercado mundial” fue una construcción histórica entre los siglos XV y XVIII donde el papel central lo cumplía el intercambio de excedentes de la producción mercantil de textiles e indumentaria entre las regiones del Norte de Italia, Norte de Francia y Flandes (Bélgica y Países bajos), Aragón (Barcelona), Medio Oriente y China. A fines del siglo XVIII, la llamada “Revolución Industrial” se inicia en Manchester (Inglaterra) al introducir los “husos y telares mecánicos movidos a vapor”; que, de inmediato, revoluciona las
[4] .- En la Argentina actual los grandes centros de venta (shoppings) que concentran la modalidad de consumo de la población de altos ingresos son propiedad monopólica de la corporación financiera “Inversiones y Representaciones Sociedad Anónima, IRSA”; la mayor empresa argentina en bienes raíces y que cotiza parte de su paquete accionario en las Bolsas de Valores de Buenos Aires y Nueva York.
[5] .- El mundo rural y campesino del Este boliviano, el Chaco paraguayo, el Matto Grosso brasileño y el Noroeste argentino están sufriendo una acelerada revolución con la introducción de la producción del cultivo de soja en grandes extensiones bajo formas tecnificadas modernas –en gran parte en manos de productores capitalistas argentinos y brasileños, principalmente-; es la última extensión acelerada de la frontera agrícola a escala Sudamericana. La expropiación y desalojo de un creciente número masa de campesinos de estas regiones termina en la emigración y su presión sobre el mercado de trabajo a las puertas de los suburbios de Buenos Aires y San Pablo.
[6] .-Ver, “CAMBIOS DE