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lavagnaESTAMOS FRENTE A UNA ECONOMÍA EN FALSA ESCUADRA
Por Roberto Lavagna ex Ministro de Economía
Todos los precios y las variables monetarias están desajustados. La combinación de inflación no reconocida y las políticas “parche” ha creado esta situación.
06/06/12
El valor real del dólar oficial no se corresponde con la productividad del país ni con las condiciones de oferta y demanda, ni con lo que la gente opina que debería valer.
El mínimo no imponible para el pago de ganancias es objetado por parte de la clase media profesional y los sindicatos de sueldos más altos. La asignación universal por hijo para una familia con dos hijos que es hoy de $ 540 debería estar -para proteger su poder adquisitivo- en $ 630. Los topes a partir del cual el Estado deja de pagar las asignaciones familiares están demasiado bajos excluyendo a una parte importante de los trabajadores.
La valuación de los inmuebles , urbanos y rurales está, según provincias y municipios, muy alejada de los valores de mercado por largos años de no modificación en un marco de alta inflación. Las tarifas eléctricas están desajustadas y parte de las empresas prestadoras, al borde de la convocatoria de acreedores y sin realizar inversiones. La nafta no se corresponde mínimamente con la evolución de costos. Las tarifas de transporte han producido la estatización de hecho del sistema, viven del subsidio, la inversiones son nulas y la calidad del servicio, un desastre.
Según el Gobierno, los derechos de importación son muy bajos y por eso ponen obstáculos al ingreso de productos. El campo piensa masivamente que los derechos de exportación están demasiado altos y afectan la producción y las exportaciones. Las tasas de interés de los depósitos, las reales, son negativas y desalientan el ahorro La presión fiscal ha crecido enormemente y afecta al sector privado, tanto a los propietarios y a los trabajadores. El gasto público crece por encima de los ingresos y el déficit y el endeudamiento vuelve a aparecer en el Gobierno nacional y en las provincias.
Por este camino podríamos seguir y seguir. Todos tienen buena parte de razón. Estamos frente a una economía en falsa escuadra . Una economía donde todos los precios y variables monetarias están desajustados.
La combinación de inflación no reconocida y políticas “parche” ha creado esta situación . El resultado es que datos vitales de la economía están lejos de lo que debería ser un conjunto de “precios relativos” racional para un país mediano con productividad intermedia, que necesita mantener tasas de crecimiento y de inversión altas para poder crear trabajo digno, trabajo estable y en blanco, acorde a la evolución de su población, en particular la más joven. Un país que necesita de ese crecimiento para avanzar en una distribución de ingreso con un genuino sesgo de justicia y mejoramiento social.
Esa falsa escuadra tiene sus costos. Hay, siguiendo el orden del enunciado inicial, menos capacidad de competir en nuestro propio mercado y en el exterior que lo necesario. Hay más pobres de lo que la equidad y el equilibrio sociopolítico reclama. Hay menos impuestos directos y más impuestos al consumo (regresivos) de los que debería haber. Los servicios públicos directos o concesionados son antiguos, inseguros, de bajísima calidad, sin mira de cambiar mientras no haya fondos para invertir y mientras se distribuyan subsidios a grupos concentrados y/o a sectores de la sociedad que no los necesitan ni reclaman.
Hay una folclórica pero dañina prohibición de importación de equipos, maquinarias, partes y piezas que agravan los problemas de productividad y empleo. Hay desestímulo a la producción y a la libre comercialización del principal generador de divisas fuertes del país como es el agro y la agro industria. Hay ahorro en moneda nacional insuficiente y escasa capacidad de financiamiento. Hay una insaciable voracidad impositiva que convive con grandes bolsones de evasión y elusión fiscal. Hay un gasto público insostenible, pésimamente distribuido.
Lo que es peor, hay de parte del Gobierno una tentación de, vía medidas de corto plazo, contradictorias e inorgánicas, arreglar los temas de a uno, con intervenciones crecientes, volátiles, autoritarias, discriminadoras, con discursos que son pura cáscara sin contenido, finalmente vacíos. Pero sobre todo hay fracasos cada día más perceptibles por el ciudadano, fracasos progresivos, desgastantes y paralizantes.
Mientras el Gobierno desprecia la realidad que los contradice, en algunos cenáculos iluminados aparece el sueño que este mismo Gobierno o algún otro haga un “rodrigazo”.
¿Se acuerdan de 1975, un gobierno de una presidenta peronista? Todo junto, todo rápido, supuestamente para “ordenar” el caos de precios relativos, que como no podía ser de otra manera desató una guerra distributiva. Y después … lo sabemos.
Una economía es como un mecanismo de relojería. No se lo arregla a los martillazos. No se lo arregla tirando las piezas al aire, ni viéndolas aisladamente. Se arregla con extremo cuidado. Cada engranaje es de por sí un tesoro insustituible, tiene un valor en sí mismo y debe calzar exactamente con los otros para que el mecanismo funcione y para que las agujas no se muevan en el sentido opuesto a la marcha del tiempo, de la historia, del futuro.

RESPUESTA

Es la Política, Doctor!

                                Por Javier A. González

Con Ud. Dr. Lavagna podemos conversar dado que su análisis parte de la descripción de un hecho contrastable en la realidad: el sistema de precios vigentes en la economía argentina es de carácter político. Si me permite, puedo disentir con Ud. en las causas históricas y consecuencias hacia futuro de tal hecho y, a su vez, no sé si agradecerle el informarnos que se está formando un “cenáculo de iluminados” con el sueño de un “Rodrigazo” –esto es, una mega devaluación- o penarlo por la forma propia al “terrorismo intelectual” en que nos expresa esta información.
El sistema de precios vigentes en nuestro país es de carácter político; o sea, brota de una estructura productiva específica construida en nuestra historia que establece los límites dados por ciertos coeficientes técnicos de consumo productivo de factores e insumos y en la instancia política son regulados, redefinidos, a través de mecanismos fiscales, aduaneros, financieros, negociaciones entre corporaciones empresariales, sindicales y sociales y sus representaciones políticas al nivel del Estado y sus niveles –ejecutivo, legislativo y judicial- en la puja por la distribución social del excedente producido socialmente. Esto es así, a lo largo y ancho del mundo, desde que el capitalismo dejó en su etapa infantil los sueños de la “libre competencia y la libre concurrencia” hace ya unos 150 años. La ama de casa, el chacarero, el obrero, el industrial y hasta los rentistas saben que cuando llegan al mercado el estofado ya fue cocinado en otra parte y como serán esquilmadas las ovejas. Entre Ud. y yo, Dr. Lavagna, la cuestión de los “precios de mercado” podemos dejarla a un lado; del lado del “cenáculo de iluminados”, sicofantes de intereses inconfesables.
Una enésima crisis de balanza de pagos, en ese caso con deflación de precios y salarios, y por medio del “terrorismo económico” del iluminati Cavallo, entregó a la sociedad civil y política argentina a sus manos de relojero, hace ya 10 años, para que re-equilibre el compás entre los resortes, el fuelle, el yunque, el martillo y las manecillas. Su diagnóstico en aquél momento fue el mismo que ahora expresa: el valor del dólar no se corresponde con la productividad del país y condujo el “Lavagnazo” –espero que Ud. no sea parte del mismo “cenáculo de iluminados” que quieren ahora un “Rodrigazo” y Ud. mismo denuncia-.
El cambio discreto del tipo de cambio, la variable principal de esta estructura económico-social dependiente y distorsionada, de esta “economía de enclave” exportadora de materias primas e insumos industriales generalizados, sumado a un sin número de regulaciones y transferencias de ingresos y patrimonios dio como resultado un nuevo “bloque de poder” político, social y económico reordenando todas las alianzas sociales y políticas; o sea, un nuevo Estado, un nuevo status quo post bellum.
El capital financiero rentista, la gran banca internacional, los buitres de la deuda pública, se retiraron estratégicamente del bloque de poder sin bajas ni pérdidas; gracias al Megacanje de los iluminados Machinea y Cavallo y la renegociación de la Deuda que lideraron Ud. y Él; tal vez, esperando un mejor momento histórico para volver al ataque.
El poder central pasó a manos del capital financiero internacional con asiento productivo, -o sea, las multinacionales y algunos grupos económicos locales productores de insumos industriales generalizados, la industria automotriz, etc.-, a otros con asiento en la renta petrolera y minera y a los oligopolios de las cadenas de comercialización tanto en el mercado interno como externo. Estas grandes unidades empresariales que poseen los principales activos del país también se encuentran bajo el control accionario de la gran banca internacional. Así es que hemos cambiado la forma del tributo a ellos de “pago de intereses” a “remesas de utilidades”; cambio de forma pero el contenido económico-social concreto es el mismo. Esto también fue parte de su oficio de relojero, Dr. Lavagna.
Los antes mencionados, junto a los pequeños patronos que los abastecen –que hacen ahora de acólitos y coro- son los centrales beneficiarios de los “salarios reales chinos” que reciben los trabajadores argentinos para crecer a “tasas chinas” –tan chinas que son en gran parte un cuento e ideogramas producidos por el INDEC-.
Entre ellos encontramos a los principales monopolios, monopsonios y carteles -y otras reales asociaciones ilícitas- formadores de precios en el mercado interno, bien lejos de cualquier “paridad de exportación o importación”. Beneficios extraordinarios bien cuidados por el Brujo desde la Sec. de Comercio y ocultados por intelectuales que, a carta abierta, ven en su imaginario revoluciones sin obreros, ni ingenieros, ni industriales, sólo con Derechos Humanos y Civiles –tan amplios y abstractos que se pierden en ellos al “hombre concreto”-.
No por nada en el mundo de las ideas económicas vernáculas el “mainstream” pasó de los que piden la asistencia del capital extranjero rentista bajo un orden social conservador –esto es, los neoliberales- a los que piden la asistencia del capital extranjero productivo, -entiéndase, las multinacionales-. Las risas de los banqueros y de los que viven del “corte de cupón” en Wall Street, Londres, Frankfurt y París llegan hasta Lanús, Lomas del Mirador, toda La Matanza y Antofagasta. Bajo la tutela de ex-ministros de gobiernos militares que quieren vivir con lo nuestro, sobrinas y nietos de grandes desarrollistas y hasta jóvenes sraffianos, marxistas, cooperativistas y socialistas utópicos dueños de bancos y muchachos del CEMA, -todos, en un gran cambalache, leyendo lo último de la sociología francesa y la ingeniería social norteamericana, bajo el rótulo de “neodesarrollistas”, en Palermo Hollywood-.
Neo-Liberales y Neo-Desarrollistas; tal vez, el prefijo Neo refiera a la película Matrix o a lo que realmente son: quintacolumnistas en el campo nacional que desquiciaron la moral de los grandes partidos nacionales. Representantes conscientes e inconscientes de capitales, academias y servicios extranjeros que les encanta contestarse unos a otros de forma furiosa e insultante; como hacen los amigos y los gallitos de barrio que saben que nunca la sangre llegará al río en sus trifulcas.
El “modelo productivo con inclusión social”, el nuevo Estado, -que admito, Ud. fue el gran relojero- se asienta en las espaldas de los trabajadores y en el cerebro de los ingenieros y científicos argentinos con salarios chinos y en la extracción de la mayor parte de la “ganancia agraria” de la Gran Agricultura Pampeana –que debe su alta productividad  al uso intensivo de tecnología según las mejores prácticas internacionales y no al “factor tierra” y que, por lo tanto, ya es una rama de la industria y su categoría económica es “ganancia industrial” y no “renta”, teniéndose que dejar viejas categorías sociales como “oligarquía” para los ideólogos del nuevo régimen y hablar de lo que realmente son estos productores sin distinción de escala: “burguesía agraria”-.
Del trabajo de estos sectores sociales mencionados salen los recursos para sostener el aparato del nuevo Estado, redistribuir ingresos a las capas medias urbanas y mantener en la línea de la miseria y fuera de las calles a la masa de población -sobrante para este sistema productivo- que amenaza constantemente con volver a ellas, primero cirujeando, segundo “pidiendo” y, luego, “alzada en protesta social”. Amenaza de alzamiento y guerra social, como sans-cullotes pidiendo la cabeza de María Antonieta – seguro la encontrarán leyendo a Laclau y Derrida para convencerse de que el movimiento nacional peronista perdió todo significado histórico y discutiendo consigo misma si las demandas del movimiento obrero organizado y las 62 organizaciones son las reales causas de la inflación de precios, si ésta realmente no existe o es sólo un invento mediático de la Corpo -.
La Comandante Teresa, a cargo de la Seguridad, ya se ha anticipado al atraso del poder de compra de la lismona institucionalizada por hijo que Ud. mismo menciona en su nota, Dr. Lavagna. El pasado sábado 3 de junio, en coordinación con otros 6 ministerios de estado, ha mandado ocupar con 500 gendarmes cada villa miseria de la Capital y el Partido de San Martín. Operativo “Plan de Abordaje Integral”, nuestro pueblo no sólo debe soportar la miseria; también la ocupación militar, el abordaje de los piratas. Somos un “pueblo ocupado” con “tropas cipayas” respaldadas por la “Ley Antiterrorista” recientemente promulgada por nuestro Honorable Congreso. Nuestro estado moral como Nación es tal que no es necesario el despliegue de tropas extranjeras como en el caso de lejanos desiertos y montañas orientales. Nos mantienen en un estado de guerra civil latente en forma constante; éste es el principal método de guerra psicológica que hace que como pueblo no podamos definir nuestros intereses comunes y permanentes como Estado-Nación frente al mundo.
Desde el punto de la teoría económica, nuestro país no ha podido alejarse de las maldiciones del Dr. Julio Olivera y el Ing. Marcelo Diamand. Los procesos inflacionarios por puja distributiva y las recurrentes crisis de balanzas de pagos brotan de la misma característica distorsionada de nuestra estructura económica; como ellos han sabido dejar por escrito. Problemas estructurales que sólo serán solucionados ha partir de un desarrollo industrial integral de acuerdo a un plan estratégico continuado en el tiempo y, no de un mero “modelo de crecimiento” para una estructura productiva distorsionada en sus variables fundamentales. Hace a cambios cualitativos y no cuantitativos, a la diferencia entre un “Proyecto de Nación” y un “Modelo de Gobernabilidad” –o “equilibrio sociopolítico” como le gusta decir a Ud., Dr. Lavagna-. 
El capitalismo se asienta en un régimen estatal desde su nacimiento, es “Capitalismo de Estado” y más con el grado de concentración y centralización que la propiedad ha alcanzado en nuestro país. El contrario al concepto de “Estado” no es “Mercado”, sino “Movimiento Social”. Un Estado se define por un determinado equilibrio de fuerzas sociales, tanto en lo material como en lo moral, que se cristaliza en determinado cuerpo jurídico-político con organismos e instituciones reconocidos por otros Estados. Desde esta perspectiva, a partir de la quiebra institucional de 1955 Argentina no tiene Estado-Nacional, es un territorio donde las estructuras económico-sociales se encuentran en permanente movimiento y donde sólo se suceden diferentes “modelos de gobernabilidad” agotando todas las formas dadas por la ciencia política: “golpes de estado”, “golpes de mano”, “guerra civil abierta”, “dictaduras militares, cívico-militares”, “democracia con prescripción política”, “democracia restringida”, “fraude electoral”, etc. Las pujas de intereses en las cúspides son tales, la historia de lucha y conciencia del pueblo y, principalmente, de su movimiento obrero organizado es tal, que la Argentina contemporánea se asemeja a Francia en el siglo XIX.
En la era del dinero fiduciario –del lat. fidere, creer, tener fe-, las monedas expresan la fe de los agentes económicos en la fortaleza de los Estados que las emiten. Que la Argentina moderna no tenga moneda sólo expresa que no hay habitante de este mundo que tenga fe en las instituciones estatales vigentes en este país; donde todo status quo es sólo coyuntural –no importa cual sea nuestro nivel de reservas internacionales, nadie quiere atesorar pesos-. Los intereses extranjeros no vienen del extranjero, ni a través de las embajadas, sino que brotan de la misma estructura económico-social; el imperialismo, de diversas metrópolis, camina y ocupa todos los días los pasillos de nuestros Ministerios, Secretarias y Honorables Poderes –desde hace décadas-.
Somos un territorio y población en disputa constante entre diferentes piratas de cuello blanco que se vienen a hacer la Argentina, con la ayuda de traidores a la Patria, oportunistas y cínicos políticos y capas sociales acomodadas; todos cómplices del banquete de enajenar y expropiar a millones de honestos productores y comerciantes –del campo y la ciudad-, obreros, técnicos, trabajadores; en resumen, a las familias argentinas y el fruto de su trabajo.
De esta manera, podemos decir que, en términos históricos, el “modelo de crecimiento con equidad” –que Ud. ayudó en definir- no establece una solución definitiva a la contradicción principal planteada en la sociedad argentina, ni desde el punto de vista de las grandes mayorías ni desde los sectores sociales que las acaudillaron; pero tampoco desde el punto de vista imperialista –que constituye un comando único de los resortes económico-políticos-, quedando abierto así el interrogante de cómo sacar a la Argentina de ese callejón sin salida en el que su economía no camina ni adelante ni hacia atrás sino que, más bien, tiende a estancarse y a estallar por los aires decenalmente.
En consecuencia, Dr. Lavagna, estamos frente a una economía que no tiene salida fácil mediante ajustes menores de sus principales variables -como si fuera un mecanismo de relojería- y que desemboca permanentemente en crisis –si hay un reloj, seguro es el detonador de una bomba-.
Sin la reconstrucción del sistema de partidos nacionales que expresen los intereses genuinos del pueblo argentino no habrá un Estado Soberano que pueda plantearse las tareas nacionales estratégicas de un desarrollo económico integral que permitan la justicia social. Las tres banderas, las metas de la Revolución Nacional inconclusa –¿se acuerda Dr. Lavagna?- se cumplirán o seguiremos armando mecanismos de detonación.  

               
  Junio 2012

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