Por Giorgio Bongiovanni – Video - 16 de Octubre de 2017
Fue el 16 de octubre de 2014 cuando, a lo largo de un camino rural en Villa Ygatimí, en el departamento de Canindeyú, en la frontera con Brasil, el periodista paraguayo Pablo Medina fue asesinado junto con su asistente Antonia Almada. Un asesinato brutal, llevado a cabo por los entornos del narcotráfico contra los cuales Medina había apuntado el dedo, que silenció una voz libre del periodismo de Paraguay que Antimafia Duemila tuvo el honor de contar entre sus colaboradores.
Detrás de la muerte de un periodista con la frente en alto surgió de inmediato un escenario de fuertes intereses y círculos de poder que no se circunscriben al narcotráfico. Prueba de ello es la participación de Vilmar "Neneco" Acosta, ex alcalde de Ypejhú, acusado de haber ordenado el homicidio de Medina-Almada. Arrojar luz en una verdad aún incompleta sobre la muerte del colega y amigo Pablo es hoy la forma más auténtica de recordar a un reportero que vivió para honrar su profesión y encarnar el "concepto ético" que Pippo Fava nos dejó sobre el periodismo: aquel de "alertar continuamente a la policía, instar la atención constante de la justicia e imponer a los políticos un buen gobierno". Y eso, en todos los rincones del mundo, asusta a muchos.