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rocco2017 200Por Jean Georges Almendras-11 de setiembre de 2017
“Defensa de Rocco Morabito guarda un as bajo la manga” es el titular del diario El País de Montevideo del día 11 de setiembre. ¿Podrá ser?

Requerido por la justicia italiana desde el año 1995 (como uno de los mafiosos más buscados) Rocco Morabito o Francisco Antonio Capeletto Souza, como se hacía llamar en los últimos 13 años haciendo uso de una documentación falsa, ahora está recluido en una dependencia del Ministerio del Interior del Uruguay (Cárcel Central, en el centro de Montevideo) aguardando ser extraditado a su tierra natal, después de haber sido detenido el sábado 2 de setiembre en un hotel de la capital uruguaya.

No bien las autoridades uruguayas dieron a conocer la captura del boss de la N’Drangueta, uno de los cuatro grupos mafiosos que operan en Italia, tanto en el Uruguay como en Italia, los piolines de la justicia se comenzaron a movilizar aceleradamente, no solo para llevarlo de regreso a la bota italiana sino para definir el circuito de sus actividades presuntamente ilícitas en torno a su vida, eventualmente en todo el período que estuvo prófugo. Morabito se encontraba en el Uruguay, desde hace unos trece años, llevando una rutina tranquila, con el modelo de un ciudadano honesto y de jefe de una familia integrada por su esposa (una angoleña con pasaporte portugués) y una hija adolescente.

Obviamente, era la vida de Francisco Antonio Capeletto Souza , de 50 años de edad, que residía en una lujosa mansión de Punta del Este de nombre “Salve” y que era conocido en el departamento de Maldonado como un hombre de negocios relacionado con la venta de inmuebles rurales y de negocios de soja. ¿Que sea un empresario daba pie a sospechar de que se trataba de uno de los mafiosos italianos más buscados junto a figuras como Mateo Messina Denaro (jefe de Cosa Nostra), el camorrista Marco Di Lauro y los boss Giovanni Motisi y Attilio Cubeddy? En absoluto.

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Detrás de la vida tranquila de empresario italiano, radicado en el Uruguay desde el año 2004, y con una vida de comodidades pero sin fastuosidades descollantes, buscando quizás el bajo perfil, a Rocco Morabito se le echó el guante por un error personal: un altercado circunstancial con su esposa hizo que se marchara de su casa y se alojara en un hotel, lo que permitió detectarlo en ese lugar de residencia, trascendiendo además, que personal de Interpol ya sabía que Morabito estaba en el Uruguay, desde el mes de marzo, resultado de un cotejo de su huella digital con la que posee Identificación Civil. A todo esto, se supo que Morabito, anteriormente a su captura, había cometido otro error: haber anotado a su hija en el instituto de enseñanza al que concurría con su nombre verdadero.

Los investigadores uruguayos fueron hilvanando datos y coincidencias, y el resultado fue el procedimiento policial del día 2 de setiembre, en el que a Rocco Morabito o Francisco Antonio Capeletto Souza se le dio la voz de alto y se lo esposó manos a la espalda, en una habitación del coqueto hotel en el que se encontraba, suponiéndose seguro y a salvo de la justicia de su país. Pero ese día se le hizo la noche al boss y a su familia Ya a merced de las autoridades ee le incautaron documentos y celulares de todo tipo, dinero (dólares), un arma de fuego, cuchillos y otros elementos comprometedores. Y paso a paso se llegó a su mansión de Punta del Este, allanándose luego dos galpones.

Desde ese mismo momento se comenzaron a atar cabos y a trabajar en forma conjunta con las autoridades de la bota, al punto que en el correr de los últimos días se hicieron presentes en el Uruguay tres funcionarios de la policía italiana. Se pudo saber que mantuvieron un diálogo con Morabito y que éste prácticamente no les aportó información alguna, considerándose que el encuentro fue de “pura cortesía” y de “pura formalidad”. De todas formas, y aunque no hubo información oficial, no se descarta que los policías italianos deben haber cruzado información con sus pares uruguayos.

Pero hay más, porque de acuerdo a informaciones aportadas por Telemundo 12 en el correr de los últimos días, las autoridades policiales uruguayas estiman que Morabito habría sentado base en el Uruguay pero que en realidad formaba parte de actividades del narcotráfico en la república Argentina, a juzgar por el análisis de los chips incautados, y de uno en particular, perteneciente a un celular de alta gama que permitiría enlaces no monitoreados con el extranjero, desde nuestro país. Precisamente todo este complejo sistema de comunicaciones seguramente debe estar siendo analizado por los investigadores, tomando en cuenta el historial de Morabito y las sospechas que pesan sobre él –desde filas de la justicia italiana- de que en los últimos 20 años nunca se habría apartado del mundo del tráfico internacional de drogas, formando parte de una red de distribución entre América Latina y Europa.

No hay que olvidar, de acuerdo con las informaciones oficiales del Ministerio del Interior del Uruguay, que Morabito se habría encargado de organizar el transporte de droga en Italia, su distribución en Milán, el intento de envío desde Brasil de 592 kilos de cocaína en 1992 y 630 kilos de cocaína en 1993, entre otros delitos. Según medios italianos Morabito era considerado “el rey de Milán de la cocaína”.

Ahora bien, concretada su captura, y mientras las autoridades, en paralelo al cumplimiento de las formalidades para su extradición, procuran definir si Morabito habría cometido aquí (en el Uruguay) delitos relacionados con el narcotráfico, la defensa del italiano, integrada por los reconocidos abogados penalistas Victor de la Valle y Alejandro Balbi puntualizaron que existiría una firme posibilidad de neutralizar la extradición de su cliente.

Tal como se consigna en el diario El País “La Justicia del país europeo tiene un plazo de noventa días (que transcurre desde que Morabito fue detenido en un hotel en Carrasco) para formalizar el pedido, mediante la entrega del petitorio y la documentación correspondiente, a la jueza del caso María Helena Mainard. Ella decidirá si hace lugar o no a la solicitud de Italia. Los abogados de la defensa, dirán a la jueza que su cliente ya fue condenado en Italia bajo la modalidad de "juicio en rebeldía". En efecto, Morabito, durante su fuga por Brasil y Uruguay, fue juzgado y condenado a treinta años de cárcel por los delitos de "narcotráfico" y "crimen organizado".

Se consigna además en el matutino “que el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, y el de Italia, Sergio Mattarella, firmaron el pasado 11 de mayo un tratado de extradición entre ambos países durante la visita del mandatario de aquel país. Pero el tratado en cuestión no tiene fuerza de ley en nuestro país porque todavía no fue ratificado por el Poder Legislativo. Por esta razón el marco normativo se remite al tratado acordado a fines del siglo XIX. Para empezar, debe existir la doble incriminación (es decir que el delito está tipificado en ambos países); para seguir, se debe confirmar si el "juicio en rebeldía" seguido en Italia es una causa como para conceder la extradición .El propio detenido puede, voluntariamente, aceptar el regreso a su país para cumplir con la condena impuesta por las autoridades italianas. En caso contrario, la decisión deberá tomarla la jueza Mainard. Pero el proceso no concluye ahí. El fallo en primera instancia podía ser apelado tanto por el fiscal Luis Pacheco como por los abogados defensores. El expediente del caso pasará a la órbita de un tribunal de apelaciones cuyo fallo también podrá ser recurrido ante la Suprema Corte de Justicia. Antes de ser extraditado, Morabito deberá permanecer en territorio uruguayo mientras dure el proceso que se sigue en su contra por la presunta comisión de tres delitos de falsificación de cédula de identidad y de pasaporte, y otro delito continuado de falsificación ideológica. Si llega a ser condenado, el italiano deberá cumplir la pena en territorio nacional. Una vez cumplida, podrá ser extraditado o bien expulsado del país”

¿Todos los caminos apuntan a una resolución a largo plazo? Si, aparentemente.
¿Todos los caminos apuntan a una no extradición? Cabría esa posibilidad.
¿Y a una expulsión del Uruguay?.También, aparentemente.

Pero bueno, todo está en manos de la Justicia uruguaya, sin perjuicio de la habilidad o no de los abogados defensores de Rocco Morabito para poner palos en la rueda logrando así neutralizar la extradición. En ese sentido no resulta inoportuno traer a la memoria del lector una afirmación muy contundente del abogado Baldi y que se consigna en Montevideo Portal de fecha 4 de setiembre: “No hay ningún elemento que vincule a Morabito con algún hecho delictivo desde el año 1994”

Entretanto, los días corren y los plazos están allí, sobre la mesa y a la vista de todos. Y según se dijo por ahí: mientras Morabito se viene adaptando a la vida en reclusión en uno de los pisos de Cárcel Central, de la calle San José y Carlos Quijano, su hija y la esposa del italiano, además de haber abandonado la mansión de Punta del Este para residir en un hotel, estarían pasando por un muy difícil momento emocional motivado por la captura del jefe de familia, lo que es decir, motivado por la abrupta ruptura de una calma rutinaria y plena de comodidades imaginables y propias de quienes viven en un barrio selecto y residencial de la zona más glamorosa del este del Uruguay.

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*Foto de portada: www.strettoweb.comn
*Foto 2: www.cnn.com

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