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Fiscal General de Palermo Roberto Scarpinato sobre las masacres del 92 y 93

Por AMDuemila – 13 de julio del 2020

"Vivimos en uno de los países más violentos de Europa, en el cual aquel que Giovanni Falcone llamó el "juego grande" -el juego del poder- se llevó a cabo durante años con masacres y con asesinatos políticos que se sucedieron sin interrupción".

Son palabras del Fiscal General de Palermo, Roberto Scarpinato, pronunciadas en Libro Possibile, en la presentación del libro "La masacre y el milagro" (Edit. PaperFirst), al hablar sobre la estrategia de masacres implementada por Cosa Nostra en el bienio '92-'93. Las masacres, a partir de la de Portella della Ginestra, pasando por las de los años de plomo hasta llegar al fallido atentado al Estadio Olímpico de Roma el 23 de enero de 1994, para el magistrado son todas masacres hijas de una "estrategia de tensión" y todas tienen "un denominador común, el despiste investigativo. (...) ¿Y por qué se desvía una masacre? Para ocultar una verdad inconfesable. Para ocultar la mano de los verdaderos ideólogos".

Según Scarpinato, todas esas masacres "fueron políticas, con mentes políticas que usaban cada tanto a la mafia como brazo armado, a miembros de la derecha subversiva y a exponentes del crimen común, permaneciendo siempre detrás de escena. Y tenían un solo hilo común. La estrategia de tensión tenía como objetivo dirigir el proceso político evitando un evento que se consideraba catastrófico: el posible advenimiento de la izquierda al poder. Cada vez que este peligro se manifestaba, el 'lenguaje de las bombas' tendía a estabilizar el statu quo mediante la desestabilización".

"Este peligro, el de la izquierda, que ha caracterizado a toda la historia republicana -agregó- y que no era tanto para los equilibrios nacionales como para los internacionales, es un evento que se corría el riesgo de que ocurriera nuevamente al final de la historia de la Primera República. De hecho, yo defino a las masacres del ‘92 y ‘93 como las masacres de los huérfanos de la Guerra Fría. Con la caída del Muro de Berlín y el fin de la bipolaridad internacional, se disuelve el pegamento que había mantenido unido el sistema de poder de la Primera República. Es el "votar tapándose la nariz", votar por un sistema de poder que se sabe patológicamente corrupto, porque de lo contrario la izquierda va a llegar al poder. Y he aquí que una vez que el peligro comunista se termina a nivel internacional, los depósitos del voto ideológico se descongelan, ese sistema de poder corre el riesgo de colapsar -se está colapsando- bajo los golpes de Tangentopoli y de un voto de opinión que queda en libertad".

Para el fiscal general "en ese momento se crea una situación dramática para todas las organizaciones criminales italianas que, en el sistema de poder de la Primera República, habían disfrutado de protecciones, de impunidad y habían hecho negocios de oro (...). Y ese habría sido el final no sólo para los líderes de la mafia, sino que habría sido el final de muchos sujetos que durante la Primera República habían colaborado en masacres y homicidios. Y, por lo tanto, existe una convergencia de intereses entre estos grupos de presión criminales que de inmediato queda en evidencia, en un informe de la Dirección de Investigación Antimafia de agosto de 1993 que dice atención, estas masacres no son sólo masacres de la mafia".

Scarpinato luego explicó que esta estrategia fue confirmada por muchos colaboradores de justicia que contaron sobre la famosa reunión de Enna a fines del '91, cuando Totò Riina comenzó el plan de masacres de Cosa Nostra.

"Este plan secreto es conocido sólo por algunos líderes de la mafia, aquellos que Riina llama la 'super-cosa' -escribió Scarpinato- que incluía a Riina, Graviano y Matteo Messina Denaro, pero se oculta al resto de los jefes de la mafia y a los ejecutores materiales, a quienes, en cambio, se les da una explicación completamente interna a Cosa Nostra: estas masacres se hacen porque tenemos que vengarnos de Falcone y de Borsellino, y debemos castigar a los políticos que nos prometieron protección y no la han garantizado. Así que hay dos niveles de conocimiento".

Según el magistrado "quienes tramaron este plan habían previsto una estrategia de desestabilización que se llevará a cabo con gran lucidez y que verá su máxima expansión cuando por primera vez, con el gobierno de Ciampi, al que Padellaro dedica una parte del libro, se crea un laboratorio político que anticipa lo que se temía que pudiera suceder, el advenimiento de la izquierda al poder, porque es el primer gobierno en la historia republicana en el que hay tres ministros que pertenecen al ex Partido Comunista. El gobierno de Ciampi obtiene un voto confianza y dos días después se produce el atentado en Costanzo (14 de mayo), el 27 de mayo se produce la masacre en Florencia, el 2 de junio se encuentra un automóvil lleno de explosivos en via dei Sabini -y este atentado, atención, ningún colaborador nos dijo que fue preparado por la mafia- una calle por donde iba a pasar el presidente Ciampi, el 27 de julio se produce la masacre en Milán y la explosión de las iglesias en Roma, y en junio de 1993 comenzaron los preparativos para la masacre del Olímpico que se llevaría a cabo en el '94. Se realizan las primeras inspecciones. Una secuencia de masacres que pone al gobierno de Ciampi en una grave crisis: Ciampi dice que se da cuenta de que quiere hacer un golpe de Estado y toma una iniciativa importante: remueve a los jefes de los servicios secretos, los reemplaza y pone en marcha una reforma de esos mismos servicios secretos". A raíz de las masacres, al mismo tiempo "se empieza a crear una nueva fuerza política que verá la luz unos meses más tarde y que ganará las elecciones de 1994 y, en ese enero de 1994 -como dirá Graviano, uno de los estrategas y conocedores de la estrategia que está detrás de las masacres de 1992 y1993- era necesario dar'un golpe de gracia definitivo' –explicó- Esa masacre, con alrededor de 200 muertes, realmente habría arrodillado a Italia, determinado la caída del gobierno, creado una situación de pánico colectivo y allanado el camino para cualquier nueva fuerza política que se presentara, en ese momento, como una fuerza capaz de recuperar las riendas de un país exhausto y arrodillado".

Para concluir, Scarpinato destacó que "el hecho de que en el juicio ‘Ndrangheta Stragista Graviano se represente como alguien que ha sido traicionado es un motivo de reflexión. He sido traicionado. ¿Quieren saber quiénes son los verdaderos instigadores de las masacres? Vayan a buscar a los que me hicieron arrestar". (...) Cuando Graviano dice esto, de alguna manera indica un sistema criminal que, junto con la mafia, estaba formado por piezas desviadas del poder, servicios secretos y otras entidades. Incluso usted, Antonio Padellaro, es un sobreviviente, y podría ser la enésima víctima del juego grande del poder (...) un juego del poder dirigido por personas de extrema crueldad, que siempre han considerado a los demás como una moneda de cambio para mantener un sistema basado en poderes podridos".

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Foto © Imagoeconomica

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