
Esta editorial, de la cual asumo toda la responsabilidad, no pretende en absoluto ofender a Giorgio Napolitano como hombre, ni a las intenciones con la cuales, en probable buena fe, ha dirigido su carta a Anna Craxi, la viuda del secretario del PSI (Partido Socialista Italiano) Bettino Craxi (Primer ministro italiano desde 1983 a 1987 que falleció prófugo en Túnez).