Por Malena Sánchez, de Our Voice Paraná, Argentina-10 de marzo del 2020.Un 8 de marzo lleno de lágrimas, bronca y gritos de justicia. Con concentración y vigilia en tribunales, nosotras no festejamos nada. Nosotras nos despertamos con otra víctima de femicidio en Paraná, Fátima Florencia Acevedo. Estaba desaparecida desde el 1 de marzo y, finalmente, su cuerpo fue hallado en un pozo de 18 metros de profundidad una semana después, el 8 de marzo. Previamente, Fátima se encontraba en la Casa de Mujeres de la Municipalidad de Paraná (a donde jamás regresó) ya que sufría violencia de género por parte de su ex pareja, Nicolás Martínez. Fueron incontables las veces que ella lo denunció por violencia de género y no recibió ningún tipo de respuesta por parte del Estado. "Ya estoy podrida de cagarlo denunciándolo y que la policía no haga nada. Ni la policía, ni el juzgado, ni nadie", había dicho a una de sus amigas en un audio previo a su asesinato. Denunció también que él rompió la orden de alejamiento, que él merodeaba fuera de la Casa de Mujeres y que la amenazó con arrojarle ácido muriático en el rostro, pero de este pedido de ayuda solo recibió la desprotección del Estado indiferente. “Puede ser que cuando termine muerta por culpa de él, la policía, el juzgado y toda la mierda que tienen que hacer algo hagan algo” dijo ella a su amiga antes de ser asesinada por la violencia machista y la complicidad del desamparo estatal.
El pasado 8 de marzo nosotras no festejamos nada. Nosotras, afuera de tribunales, esperamos las explicaciones que nunca llegaron del Fiscal Leandro Dato, el procurador general Jorge García y su adjunta Cecilia Goyeneche quienes pasaron la noche adentro sin salir a decirnos a las pibas presentes por qué permitieron que se lleven a una compañera más.
Allí permanecimos entonces, bloqueando las entradas de tribunales y cortando las calles (sin recibir respuesta alguna) hasta la mañana del 9 de marzo, día en el cual paramos y marchamos por el Día Internacional de la Mujer. Con una conmoción e impotencia gigantesca, salimos a la calle y fuimos más de 40 mil pidiendo justicia. Por Fátima Acevedo y todas las demás. Porque en lo que va de este 2020, en Argentina, una mujer fue víctima de femicidio cada 23 horas.
Nosotras entonces marchamos por ellas y gritamos que el Estado es responsable de esta violencia patriarcal porque no existen políticas integrales que contengan a las víctimas de violencia de género ni le permitan acceso al trabajo, salud y vivienda. Marchamos porque un botón anti-pánico que sólo funciona con wifi, no sirve. Necesitamos más refugios para mujeres (teniendo en cuenta que ha habido, en los últimos 5 años, más de medio millón de denuncias en Argentina por violencia de género y hoy tan solo existen, en promedio, dos refugios por provincia) controlados por organizaciones feministas. Marchamos porque queremos la reglamentación de la Ley de Emergencia por violencia de género en Entre Ríos y un presupuesto real para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. Marchamos por la real implementación de la ESI en todas las escuelas para dejar de educar femicidas. Marchamos por los femicidios y las muertes por abortos clandestinos. Nos movilizamos en las calles para decir que la deuda es con nosotras y necesitamos que se dedique de forma urgente un presupuesto real para hacer justicia por Fátima.
La marcha se desarrolló en todos sus términos sin alteraciones del orden. Fue una marcha en la que otro de los pedidos más destacados aludía frontalmente a la exigencia del derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
En Paraná -y el resto del mundo- nos movilizamos porque estamos hartas. Hartas de no ser la prioridad. Hartas de la inacción de un Estado patriarcal que deja a nuestras compañeras en el abandono total. Hartas, pero unidas y organizadas, transformamos la bronca y tristeza en fuerzas para luchar. Nuestros reclamos son urgentes y seguiremos colmando las calles hasta ser escuchadas. Seguiremos por Fátima Acevedo, por Micaela Gordillo, por Agustina Atencio y todas las víctimas de este sistema opresivo hasta que no haya ni una menos: seguiremos luchando y levantaremos alto nuestros carteles y aún más alto nuestras voces gritando, en todos lados, una vez más, que vivas y libres nos queremos.
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*Fotos: Our Voice