Por Malena Sánchez, de Our Voice Paraná – 18 de abril del 2020.
Hartas. Hartas de llorarlas. De llorar todos los días, el asesinato de una más de nosotras.
¿Cuántas más tienen que ser? ¿Cuándo va a ser considerado una emergencia? Porque es una emergencia. 97 femicidios, por lo menos, en lo que va del 2020. Y me tomo el atrevimiento de actualizar este dato a 98, ya que hoy apareció otro: el femicidio de Paola Pereyra, a quien su ex-esposo, Mario Ernesto González, visitó con la excusa de dar alimento a sus hijos, pero al salir ella a la entrada de su casa, discutieron unos minutos hasta que él sacó una escopeta y le disparó directo en el rostro. Creo que hasta en el 98 estoy atrasada, porque mientras escribo siguen apareciendo asesinatos de mujeres: se investiga el femicidio de María Solange Diniz Rabela, descuartizada e incinerada por el cacique Marcelo Nuñez en una aldea de Misiones.
Enfermos, cínicos, desquiciados, es lo que muchas personas deben pensar de estos hombres. Para nada. Vamos a hablar de ellos, de los varones violentos. ¿De dónde nacen? ¿Cómo se construye un varón violento? Los femicidios diarios nos demuestran que esto no se trata de casos aislados, de un par de "locos sueltos"; más bien, estos varones violentos son el producto final del perverso sistema que nos oprime y subordina a las mujeres: el sistema patriarcal.
Vamos a hablar de ellos. Esos que están en las casas de nuestras compañeras que, en esta cuarentena, se ven obligadas a estar encerradas con su agresor. Si el 72% de los femicidios de marzo (34 femicidios!!!) fue en el hogar de las víctimas, ¡era verdad que la culpa no era dónde estábamos ni cómo vestíamos! ¡Eran ellos!
Vamos a hablar de ellos. De esos que no aceptan un no, de esos que no soportan una mujer libre. Hablemos de Ariel Alberto González que mató y enterró en una bolsa a su ex, Camila Tarocco. Un violento que tenía varias denuncias de Camila, que ya había estado preso por haber violado una perimetral obtenida a raíz de denuncias por violencia de género y aun así tenía, concedida por el juez Gabriel Castro, prisión domiciliaria "sin tobillera porque no había".
Vamos a hablar del policía provincial Pablo Núñez, que asesinó a fierrazos a Jésica Minaglia, su ex pareja, en la localidad sureña de comandante Luis Piedrabuena.
Vamos a hablar de Rubén Ávila, que mató a su sobrina de 15 años, Priscila Martínez y la enterró en un pozo abajo de la cama.
Vamos a hablar de Flavio Emiliano Pérez que llevó al hospital a su ex pareja Soledad Carioli diciendo que tenía coronavirus, pero luego se descubrió que fue brutalmente golpeada.
Hablemos de Víctor Cáceres que estranguló a su pareja Olga Verón mientras dormía en Moreno. Todos estos casos fueron en solo dos días.
Hablemos del patriarcado y del Estado patriarcal. ¿Qué respuesta tenemos las mujeres, hoy más vulnerables en el aislamiento? De los femicidios ocurridos en esta cuarentena, la mayoría fue en manos de una pareja (40%), ex pareja (20%) u otro familiar de la casa (16%). ¿Cómo se queda en casa, entonces, la que en casa es golpeada? Hasta ahora, hubo dos respuestas: la primera, fortalecer la línea 144 agregando 18 líneas adicionales. Aquí me parece importante destacar que las trabajadoras de la línea 144 están en condiciones de trabajo y contratación precarias, con miles de llamadas por día que aumentaron hasta un 40% en esta cuarentena. La segunda respuesta fue la implementación del "Barbijo rojo", el cual se puede pedir en las farmacias cuando se vive una situación de violencia de género. Cuando esto pasa, los trabajadores de la farmacia se comunican con la línea 144 y fin. Si bien es importante crear estas redes de contención y comunicación, no es suficiente para nada. Y ya estamos hartas de repetirlo, pero lo vamos a seguir haciendo: necesitamos un presupuesto real por violencia de género.
Necesitamos un plan concreto para erradicarla, políticas públicas, asistencia psicológica y acompañamiento a las mujeres en situación de violencia, investigaciones claras y sin complicidad, como mínimo. Necesitamos más refugios, tenemos solo 120/125 en el país siendo que la ONU recomienda 1 cada 30.000 habitantes. Hablamos, más bien gritamos, porque necesitamos que nos escuchen.
Un varón violento no aparece por arte de magia. Se construye en este sistema patriarcal que oprime y explota a las mujeres, pero no hablemos solo de la punta del iceberg, porque debajo de los femicidios hay distintos tipos de violencia invisibilizados. Entonces hablemos de eso también, de que cobramos menos por los mismos trabajos que hacen los hombres y encima, llegamos a casa y tenemos que seguir trabajando porque las tareas domésticas recaen en las mujeres en la mayoría de los hogares de Argentina, hablemos de eso porque la desigualdad de género empieza ahí, en el hogar, cuando se nos asigna un rol, como si fuese nuestra naturaleza, porque así somos las mujeres, porque ese es nuestro instinto femenino, maternal, y si no somos así, no somos buenas madres, ni buenas esposas, ni buenas mujeres.
No hablemos solo de la punta del iceberg, porque la violencia machista está presente en todos lados. Hablemos de los que no nos matan, pero nos humillan, nos silencian y desvalorizan nuestras palabras. Hablemos de la violencia psicológica, porque es por donde empieza un varón violento: los celos, la manipulación, distintos tipos de agresiones que normalizamos. Nombremos la violencia simbólica alimentada por los medios hegemónicos de comunicación, con sus publicidades sexistas, con la reproducción de estereotipos de belleza y con la cosificación y sexualización constante de los cuerpos de las mujeres.
El femicidio es solo la expresión más cruda de la violencia machista.
Hablemos de todas las otras violencias normalizadas, porque son las que construyen las bases del patriarcado, padre creador de varones violentos y culpables de que sigamos derramando lágrimas porque todos los días nos arrebatan una compañera más.
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Foto de portada: www.eldiariosur.comFoto 1: www.cronica.com.ar