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Por Eduardo Godoy- diciembre 2018

El observatorio de la Deuda Social de la UCA (Universidad Católica Argentina) publicó el informe sobre el índice de pobreza correspondiente al último trimestre del año. El resultado es que un tercio de la población argentina es pobre, un 33,6%,13 millones de personas. Lo que indica que unos 2,2 millones se han empobrecido en los últimos años.

Nos acercamos a los índices históricos más elevados luego de la crisis de 2001/2002. La pobreza en la segunda mitad del 2003 había alcanzado el 58,2% de la población. Más de la mitad de la población argentina.

Similar a lo sucedido hace casi 2 décadas, el incremento actual, es el resultado de una inflación del 48,5% anual, una caída del salario real del 22%, la devaluación de más del 100% del peso argentino, la destrucción de fuentes de empleo público y privado, entre muchos otros aspectos.  Lo curioso, es que han sido políticas promovidas por el propio Estado, o ha sido el Estado el instrumento ejecutor de estas medidas.

Un ajuste “necesario” para acceder al crédito del Fondo Monetario Internacional.  Otra vez, este banco mundial interpreta un papel protagónico de la mano de la dirigencia política local, en la historia de las crisis argentinas. El préstamo solicitado por el gobierno de Macri, no se va a destinar a inversiones para el desarrollo de nuestro país, sino, que está destinado a alimentar a una bestia financiera que emite deuda y que se alimenta de los intereses que ésta misma genera.

Independientemente de la clase política de turno, la pobreza en este país es una constante. Estas cifras que nunca bajan de los dos dígitos son el reflejo del fracaso de la política argentina. O un éxito visto desde el punto de vista de los grandes grupos económicos locales e internacionales, los únicos beneficiados y autores intelectuales, en complicidad con una clase política sumida en la corrupción, del monumental saqueo de las riquezas de este país. Estas empresas hacen de la necesidad un negocio, como se puede observar con el incremento exponencial del costo en el transporte público, tarifas de agua, gas y electricidad, que suman en total un brutal incremento de 3008 % en los últimos 3 años.

Por citar uno de los ganadores del “fracaso” del neoliberalismo salvaje, mencionaremos al empresario Marcelo Mindlin. Dueño del grupo Pampa Energía, proveedora y transportadora de energía en el país, socio del inversor extranjero Joe Lewis (El mayor accionista privado de Edenor) si, aquel empresario inglés que se adueñó de un lago entero en la Patagonia, amigo cercano del presidente Mauricio Macri.

Mindlin, apodado “El Lázaro Báez de esta gestión”, posee acciones en las principales empresas proveedoras de energía encabezada por Pampa Energía. Esta empresa paso a ocupar los primeros puestos de las empresas más cotizadas de la Argentina en el año 2017 según Forbes. Todas las medidas tomadas por el gobierno beneficiaron directamente a este grupo económico encabezado por Mindlin y no es casualidad que la mayoría de los miembros del gobierno posean acciones en estas empresas. Las ganancias récord de estas empresas, no se reflejan en la calidad del servicio, ni en el abaratamiento de los costos para los usuarios.

Parece que la historia se repite una vez más, la máquina neoliberal puesta en marcha a principios de los años 70 de la mano de EE. UU e Inglaterra, llega nuevamente, pero esta vez, no impuesta a través de una sangrienta dictadura sino, que a través de los votos.

Esta máquina creó una bestia, que, en nombre del libre mercado, es desindustrializadora y endeudadora por naturaleza, dos factores que no solo comprometen la independencia y el desarrollo de cualquier país, sino también potencia la pobreza e incrementa la desigualdad.

En nombre del libre mercado, la clase media está en extinción, los pobres son más pobres y los ricos más ricos, pero en este nuevo contexto los pobres representan la mayoría. Con estas condiciones parece que retrocedimos siglos de historia y volvemos al feudalismo. Están dadas las condiciones para un nuevo estallido social o una auténtica revolución; sin embargo, esto no sucede o no como debería, ya que la sociedad se encuentra anestesiada.

Se vive en una sociedad distraída y manipulada por los grandes medios de comunicación.

No hace mucho se dieron a conocer las cifras de la deuda mundial y ésta alcanzó niveles nunca vistos en la historia de la humanidad: 184 billones de dólares. Una deuda que está empujando al mundo a una nueva guerra mundial, porque el sistema económico es insostenible ¿Quiénes pagarán esta deuda? Cada niño que nace ya le debe al mundo miles de dólares, comprometiendo seriamente su futuro.

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Esta deuda, como lo dice incansablemente Nora Cortiñas, es ilegítima. No la pagará el sector más rico, sino el más vulnerable, los pobres. Lo pagarán con miseria, hambre y muerte, como lamentablemente sucedió en todas las crisis.

Las cifras son más alarmantes si observamos los datos brindados por Unicef. Según esta ONG, el 48% de los niños en Argentina vive en la pobreza. Unos 6,5 millones de niños sufren problemas de vivienda, salud, educación y deficiencia en la nutrición. Ellos que ven día a día recortadas sus posibilidades de salir de esa situación, son arrastrados por el trabajo infantil, las adicciones y la delincuencia.

El gobierno, no solo no le está brindando las oportunidades, sino que está potenciando las condiciones para que la pobreza continúe como tal.

La aprobación del último código Contravencional en Buenos Aires legaliza la criminalización del trabajo informal de personas que no tienen otro medio para subsistir. En un contexto de crisis que expulsa a cada vez más personas a rebuscársela de esa forma, para poder llevar un plato de comida a su casa.

El objetivo de déficit cero del gobierno para el 2019, nos avisa de antemano que el brutal ajuste continúa y sus secuelas.

Solo cabe preguntarse una cosa ¿Quiénes se benefician de todo esto? Algunos están haciendo de la pobreza y de la injusticia un negocio. Hay una minoría que no solo mantiene su condición, no importa que crisis estalle, sino que la incrementa exponencialmente con cada una de ellas.

Mientras se debate quienes serán los próximos candidatos para las elecciones del 2019, la cruda realidad está ahí afuera, alrededor de los muros que separan barrios privados de lujos desmedidos, de las villas miseria que crecen cada vez más. Reflejo de que los que sufren las consecuencias de las decisiones que benefician a un puñado de corporaciones, son cada vez más.

Vivimos en un mundo de desigualdad y polarización extrema. Nunca se concentró tanta riqueza en tan pocas personas en toda la historia conocida de la humanidad. Algo está mal y muchos lo saben, los que no hacen nada son obsecuentes del poder. Los que saben y hacen algo, tienen la responsabilidad del conjunto de la sociedad de evitar que los dirigentes tomen decisiones arbitrarias, en detrimento de todos.

Los derechos no se niegan, ni se esperan, se ejercen.

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*Foto de Portada: www.motoreconomico.com

*Foto 2: www.empresarioweb.com.ar 

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