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Por Jean Georges Almendras-12 de febrero de 2019

¿Homenaje? ¿Respeto?¿Reconocimiento a su opción de búsqueda de una mejor vida –huyendo de la violencia- para finalmente  sucumbir en el mar Mediterráneo en el intento?¿Valoración póstuma de un sacrificio recurrente, que desde el año 1993, pone sobre el tapete público la vigencia de las inhumanas políticas de inmigración impuestas en Europa?

Se me vienen a la mente las imágenes del 2 de setiembre de 2015, del niño Alan en las costas de Turquía, de la playa Bodrum: el niño Alan Kurdi, de dos años de edad, retratando con su muerte el drama de los refugiados que buscan asilo como única vía de huída de las guerras que asolan en sus respectivos países. Imágenes de Alan boca abajo en la arena, vistiendo una camiseta roja y pantalones cortos. Imágenes de la crudeza de una tragedia con nombre y apellido pero que nos identifica a todos (y que también nos señala a todos con el dedo).

Se me vienen también a la mente otras imágenes: chalanas o barcos precarios hundiéndose en las aguas mediterráneas devorando a hombres, mujeres y más niños.

Y se me vienen a la mente imágenes de rescatistas salvando vidas, aún a riesgo de enfrentarse con autoridades. Autoridades implacables que impusieron (y siguen imponiendo) normas y políticas migratorias implacables, carentes de todo humanismo y sensibilidad.

Recientemente el diario catalán “El Periódico” tituló en tapa “Los nombres del horror” como centro de una portada en la que no se ven más que nombres de 35.597 seres humanos que perdieron sus vidas tragadas por las aguas del mar Mediterráneo.  Seres humanos  que ya desde el momento mismo de decidirse a abandonar sus tierras de origen en procura de otras, fueron devorados por la indiferencia del mundo. El mismo mundo que después los ve ahogándose y batallando por sobrevivir, como dramático espectáculo de un mundo devorador de hombres, mujeres y niños. Como si fuese algo natural. Como si fuese una rutina inevitable. Como  si fuese un daño colateral, doloroso, pero inevitable.

¿Inevitable? Algunos así lo creen, siendo que podría ser evitable. Evitable al ciento por ciento, de no predominar el individualismo, el  egoísmo y la insensibilidad más despreciable, emblemas indestructibles de la sociedad moderna y de la civilización de este tercer milenio, sometido más por el materialismo que por el humanismo.

En “El Periódico” se ponen los nombres de todos los seres humanos que fallecieron en las aguas, desde 1993. Un listado oprobioso para la humanidad de este siglo. Oprobioso para la comunidad internacional. Oprobioso para el alma humana.

“El Periódico”, cuyo título de tapa es “Los nombres del horror” prácticamente es una edición especial de 51 páginas en la que además hay monografías, entrevistas y reportajes relacionados con el drama (la tragedia) de la emigración.

 El dramático listado, de acuerdo a la activista turca que lo creó, tiene como cometido  “difundir los nombres para así promover la solidaridad y apelar a la resistencia contra las políticas en materia de inmigración que resurgieron en los últimos años en los países más conservadores de Europa”

Esa friolera cifra de 35.597 fallecidos debería avergonzarnos, porque todos somos responsables de cada una de esas muertes.

A propósito de la tapa del diario catalán las agencias de prensa internacional consignaron que el listado de los nombres de los fallecidos recrea una obra

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de la artista turca Banu Cennetoglu que se presenta en el Paseo de Gracia de Barcelona. Una muestra artística (que replica el diario catalán) y que constituye parte del proyecto socio artístico “Umbral” que fuera impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona, según palabras de la alcaldesa Ada Colau: “para contribuir al debate sobre el fenómeno migratorio y su llegada a la ciudad” y para “combatir el discurso del odio”

Una obra artística y una tapa de diario, en el preciso momento en que en algunos países de Europa se recrudecen las políticas anti inmigratorias,

En el diario catalán, en su portada, se exhibe la fotografía –que pertenece a AFP-  de una mujer ahogada en el mar, sobre los restos de una embarcación.

Una foto que impacta, como impactó la foto del niño Alan.

En definitiva una edición especial que nos abofetea y nos desenmascara como “cómplices” de un acto criminal, si se quiere. El acto criminal de ser indiferentes a la muerte de personas a merced de las aguas, en su intento por buscar solidaridad, paz y tolerancia.

En definitiva una edición especial en la que la identidad de cada uno de los fallecidos desmantela los anonimatos que siempre nos aleja de la verdad. Porque ahora cada muerto tiene un nombre.

Una identidad que los eleva a la calidad de humanos. Una identidad que los homenajea.

La identidad que empequeñece como seres humanos y nos dimensiona como responsables. Como parte responsable de la tragedia.

Basta de hipocresías. Es así nomás: usted y yo somos responsables de las 35.597 vidas perdidas en el Mediterráneo.

Solo por el hecho de haber mirado a un costado (y de seguir mirando a un costado), sea cualquiera la circunstancia, el momento o el lugar.

Solo por eso.

También somos responsables.

Basta de hipocresías.

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*Foto de Portada: www.tn.com.ar

*Foto 2: www.página12.com 

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