vie, 19 oct 2018 20:50 UTC
(España) - El joven Kenneth Lluabuich no se moría de hambre en Nigeria, pero sí de ganas de aprender de otros países mejores y volver a mejorar el suyo. Se jugó la vida en una patera para conseguirlo, porque nuestro desorden mundial es incapaz de gestionar el flujo de talento y trabajo entre países sin cárceles ni mafias como las que prostituyen en Barcelona a decenas de niñas nigerianas. El padre Kenneth las ha visto -cualquiera puede verlas en situaciones grotescas- y se ha avergonzado de esa esclavitud que lograron evitar en Murcia. Propone que nuestros políticos copien el remedio murciano y se pongan de acuerdo para liberar también aquí a las nigerianas esclavizadas. Soy incapaz de encontrar una razón para no intentarlo.
¿Por qué decidió irse a Europa?
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