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COMPROBACIONES CRUZADAS
Brusca, Riina y Ciancimino saben quién es el “terminal” de la Tratativa.
Giorgio Bongiovanni y Silvia Cordella
27 de mayo 2009.
 
La desaparición de documentos importantes es siempre el final de todo delito exclusivo. En este caso pudiera ser la premisa de algo grave que podría acontecer.
Para evitar lo peor el fiscal de la DDA (Dirección Distrital Antimafia) de Boloña Walter Giovannini ha obtenido la asignación inmediata de una escolta a Massimo Ciancimino que en días pasados había denunciado la desaparición de una acta de interrogatorio y de algunos apuntes que él mismo había escrito en vista de su comparecencia como testigo clave en el proceso Mori – Obinu (por la fallida captura de Provenzano en 1995).
Pero después de ni siquiera una semana de la disposición, el comité para el orden y la seguridad pública de Boloña ha dado un paso atrás y antes de ayer, mediante una nota a la agencia de prensa ANS, ha rectificado “que no ha dispuesto ninguna tutela”, sino solo “una protección –por iniciativa del Cuestor- que será transformada en breve tiempo en vigilancia radio controlada ¿Un error de evaluación o una señal de discontinuidad? Seguramente una decisión que expone al hijo de don Vito a pesadas consecuencias precisamente en el periodo crucial que precede su convocatoria en aula en el ámbito del proceso por la fallida captura de Provenzano, en el cual será interrogado sobre la espinosa cuestión de la Tratativa (presunta negociación entre Cosa Nostra y el Estado).
Massimo Ciancimino es un blanco sensible porque es el guardián de los muchos secretos que han ligado la vida de su padre a la de Bernardo Provenzano. Para él la primera condena a muerte la decretó en los años ’90 Totó Riina cuando supo de su rol de intermediario en los contactos entre su padre y los carabinieros. También el boss de Trapani Matteo Messina Denaro tendría una cuenta pendiente por la falta de pago de un soborno en el territorio de Alcamo. Pero hoy, el peligro más fuerte lo representan las declaraciones que está concediendo a la DDA de Palermo, Caltanisetta y Catania donde, a raíz de su conexión, se han puesto en marcha y se han vuelto a abrir una serie de investigaciones destinadas a extenderse a sectores de la política y del mundo empresarial que han instaurado estrechas relaciones con la mafia.
La revocación de la escolta por lo tanto se traduce en una señal negativa no solo para él, sino también para los que, estando comprometidos en la verificación de verdades incómodas en estas actividades investigativas, captan la dramática ausencia de las instituciones. “En esos documentos había una serie de apuntes de los que habría tenido que hablar con los magistrados de Palermo –nos había dicho por teléfono Ciancimino junior- pero, después de regresar de un reciente viaje, me he dado cuenta de que esos papeles habían desaparecido”. Lo inquietante es que quien ha entrado en casa no ha forzado la puerta. “Todo ha quedado en orden”. Massimo Ciancimino sabe que quien ha hecho irrupción en su casa ha querido de cierto darle un mensaje preciso y desanimarle para que no hable. Por otra parte, desde cuando ha decidido colaborar con las fiscalías sicilianas, no obstante los seguimientos, las cartas anónimas, la gasolina en el coche y la jeringa de propano delante de su casa, el hijo del ex Alcalde de Palermo no ha retrocedido un solo paso. Sus intenciones eran las de contar, después de muchos años de silencio, muchas verdades. La más delicada es ciertamente la que se refiere a la famosa Tratativa a la que en 1992 participó el padre como intermediario entre el ROS (grupo especial) de los carabinieros y Cosa Nostra.
La cita en aula del pasado 23 de mayo había sido convocada por la cuarta sección penal de Palermo para escucharle en mérito a estos temas, pero al final su deposición ha sido aplazada.
En compensación la Corte ha escuchado a los arrepentidos Ciro Vara y Giovanni Brusca y ambos han confirmado lo que ya habían dicho en el pasado. Brusca, en particular, ha referido algunos detalles vividos en esos primeros meses del ’92 cuando las condenas de la Casación del primer maxiproceso se habían convertido en definitivas con la sentencia del 30 de enero de ese año. Una traición que había empujado a Salvatore Riina a idear la estrategia del estrago para reaccionar con violencia a ciertas promesas que no habían sido mantenidas. Por esta razón hizo asesinar a Salvo Lima, su referente de la democracia cristiana (partido italiano) cercano a Andreotti y Giovanni Falcone, su acérrimo enemigo.
El jefe de Cosa Nostra quería que el Estado negociara y así fue, según el colaborador, enseguida después del atentado de Capaci. Después de la muerte de Falcone, Riina llegó “con un aire de satisfacción” diciendo que “alguien del Estado” “había tenido miedo” y que, haciendo el gesto con las manos, “le había hecho una lista así de grande”. “Es decir, explica Brusca- toda una serie de peticiones para mejorar nuestra condición”. El objetivo principal de los “jefes mandamiento” de Cosa Nostra a nivel regional era en efecto el de obtener una revisión del maxi proceso, pero también el aligeramiento de algunas leyes sobre la incautación de bienes y la aplicación de beneficios carcelarios previstos por la ley Gozzini. Otras pretensiones en cambio habían sido probáblemente consideradas inaceptables. Por esta razón en un cierto momento la “tratativa” se había detenido. Estamos en el periodo entre los dos atentados y esa respuesta negativa “puso a Riina un poco nervioso porque la “tratativa” se había estancado”. Inesperádamente también Brusca fue detenido durante la preparación del atentado al diputado Mannino (político italiano). Un delito que se colocaba en la estrategia inicial de Riina para rebatir las promesas no mantenidas por los políticos. Después de algunos días explotó la bomba en Via D’Amelio en donde murieron el juez Paolo Borsellino y cinco agentes de su escolta. Era la señal de que el programa previsto había cambiado. ¿Pero de dónde nacía la exigencia de eliminar al juez? La respuesta hay que buscarla en ese enredo atávico entre el poder mafioso, político y empresarial que en ese periodo desembocó en una “tratativa” que elementos del Estado emprendieron con Cosa Nostra. Una negociación de la que Brusca conocía las fases por boca de Riina en persona, pero que no llevó adelante diréctamente porque estaba “en manos de otros”. Solo después de su arresto Brusca, durante una sucesiva fase procesual, supo que el intermediario de la Tratativa era Vito Ciancimino en contacto con carabinieros del ROS, precisámente con el general Mario Mori y el capitán De Donno. Lo cual no le sorprendió para nada, Brusca ya había sacado sus deduciones. Los militares se lo confirmaron solo en el momento del debate, con la diferencia que pusieron una posfecha a ese “diálogo” con Cosa Nostra, es decir, después de julio del ’92, motivándolo con la intención de capturar a Riina y Provenzano.
Pero es una fecha que no coincide con las declaraciones del ex boss de San Giuseppe Jato (Brusca) y tampoco con lo que sostiene Massimo Ciancimino, el hijo de don Vito, el cual ubica la tratativa en el mes de junio de 1992. Queda aclarar quién pudiera haber sido la terminal de esta Tratativa. Brusca, con un golpe de efecto en la audiencia, ha dicho que está en conocimiento de este nombre porque se lo dijo Riina. A pesar de las insistentes preguntas de la defensa de Mori y de Obinu (abogados Milio y Musco), y las de la Fiscalía, representada en aula por los fiscales Antonio Ingroia y Nino Di Matteo, el colaborador se ha atrincherado en el silencio. ¿El motivo? Investigaciones en curso bajo secreto. La única frase que la defensa ha conseguido sacarle es “dije ese nombre en un tiempo en el que no se sospechaba, en fase de instrucción”. Efectivamente, volviendo años atrás Brusca habló solo una vez de ese personaje. Lo hizo durante un debate sobre los atentados, afirmando que la identidad de la terminal la dijo a los fiscales Chelazzi y Grasso, en ocasión de un interrogatorio en la cárcel, después de la aprobación de la ley que limita el tiempo de las declaraciones de los arrepentidos a 180 días. Así decía Brusca: el difunto procurador Chelazzi (fallecido de infarto el 17 de abril 2003) y el procurador Grasso “me han hecho razonar sobre quién podía ser aquel que hacía de intermediario de Salvatore Riina en estos contactos y yo hablé enseguida de Antonino Ciná, de Ciancimino y de otros... De todas formas, aunque lo imaginaba no tenía pruebas. Estando después en Palermo por otros problemas judiciales “leo el diario La República” (que me ataca cuando conviene, soy bueno y no soy bueno, depende de las circunstancias...) y veo confirmado lo que yo había dicho y sale fuera a quien Salvatore Riina había mandado la famosa lista para otener los beneficios para Cosa Nostra (...)”.
Aunque en ese entonces Brusca no dijo ese nombre, directamente indicó con precisión que estaba referido en el artículo escrito por Viviano en el que el único nombre que emerge es el del actual vicepresidente del CSM (Consejo Superior de la Magistratura) Nicola Mancino. En efecto Viviano escribía: “Los dos fiscales (Grasso y Chelazzi citados por Brusca, ndr.) son los autores del acta de interrogatorio que aún está bajo secreto y en esa acta Brusca hace referencia al ex Ministro del Interior, Nicola Mancino que tomó posesión de su cargo en el Viminale (sede de la Presidencia del Consejo de Ministros) el 1º de julio del 1992, precisámente el día en que Borsellino interrogaba en Roma al arrepentido de mafia Gaspare Mutolo y que interrumpió el interrogatorio por unas horas para ir precisamente al ministerio del Interior. Mancino desmintió el encuentro con el juez Borsellino afirmando que no sabía nada de la tratativa”.
Se trata de episodios que pudieran ser sin embargo actualizados gracias a las revelaciones de Massimo Ciancimino, testigo directo de esa tratativa a finales de la primavera del ’92 y que pudieran involucrar al ex-ministro del Interior Nicola Mancino, el cual no se excluye que haya podido mencionarlo al juez Paolo Borsellino. Si así fuera tendría una relevancia crucial la anotación en la agenda gris del juez en la que a las 18:30 del 1º de julio de 1992, dieciocho días antes de su muerte, tenía apuntado el encuentro con el neo-ministro del cual había salido trastornado. Una cita que Mancino, actual vicepresidente del CSM, no recuerda porque “entre tantos apretones de manos y todas las personas que ese día (había pasado apenas un mes del estrago de Capaci y no recordaba la cara de Borsellino, ndr) fueron a rendirle homenaje por la toma de su cargo en el Viminale no sabe si estaba también el juez de Palermo”. Aparte de los recuerdos de Mancino, lo único que parece ser cierto es que la tratativa, al contrario de lo que afirman Mori y De Donno, en esa fecha ya estaba ampliamente puesta en marcha.
Y dado que don Vito no era un ingenuo ni mucho menos un desprevenido no hubiera llevado jamás adelante un asunto de ese alcance si no hubiese contado con garantías que los dos militares eran portadores de un mandato superior que garantizaba su delicada intervención. Entonces es plausible considerar que Borsellino ese día 1º de julio de 1992 llegó a conocimiento de una negociación entre elementos de las Instituciones y Cosa Nostra y es más seguro todavía que él nunca jamás, sobretodo después de la muerte de Giovanni Falcone, hubiera podido aceptar un compromiso como éste.
De esta manera, como deducen varias sentencias, Borsellino se puso en medio obstaculizando ese diálogo que causó sin remedio la aceleración de su muerte, planeada a toda prisa, en lugar de la del diputado Mannino. Hipótesis que, quién sabe, pudieran ser confirmadas en los documentos candentes que Ciancimino pudiera haber heredado del padre y contestar a muchas, demasiadas preguntas que todavía hoy no han sido aclaradas.
Por este motivo la desaparición de algunos fascículos en el departamento de Massimo Ciancimino suscita gran preocupación, así como la noticia de la escolta revocada, no se sabe bien por qué, después de ni siquiera una semana de haber sido aplicada. Episodios que minan la serenidad del testigo exclusivo. Y quizás es esto lo que alguien quisiera obtener, precisamente ahora que las investigaciones sobre la fallida captura de Provenzano en 1995, están tomando fuerza en Palermo así como las que se refieren al atentado de Via D’Amelio en Caltanissetta. No es una coincidencia que precisamente Salvatore Riina en sus declaraciones espontáneas del 2004, en presencia de la Corte que lo procesaba, haya preguntado cómo es que nadie nunca hubiese ido a preguntar a Massimo Ciancimino el por qué Mancino sabía, cinco o seis días antes de su arresto, que el jefe de Cosa Nostra habría sido capturado. Riina, adelantando también las declaraciones del hijo de don Vito, revela la existencia de una tratativa en la que él mismo hubiera sido “vendido” para acabar como chivo expiatorio y tapar las responsabilidades de altos poderes que, así como dejan suponer las sentencias, concurrieron a la determinación del atentado de Capaci y el de Via D’Amelio.
“Señor Presidente, comienza diciendo Riina- le quería decir que yo en este proceso (por los atentados en la península, ndr.), yo me pregunto qué tengo que ver. Porque prácticamente yo... cuando acontecieron los atentados de Florencia, Roma, Milán yo fui arrestado el 15 de enero del ’93... y cuando fui arrestado me llevaron a Roma en aislamiento. Por consiguiente no tenía contactos con nadie... cámaras video detrás de la puerta, detrás de las ranuras. Me pusieron los guardias penitenciarios, es decir que he vivido por 5 años y medio siempre en esta situación los primeros meses, siete, ocho meses hasta julio yo no veía televisión noticiarios, no sabía si estaba vivo o muerto, estaba aislado de todos. (...) Por esta razón yo me pregunto ‘¿yo por qué soy imputado en este proceso?’ Entonces se me dice al principio ideólogo, después se me dice de otra forma, ahora al final en la sentencia se me dice ideólogo. O sea que soy ideador, condenado por ser ideador, pero señor Presidente, la verdad es que quizás al Estado sirvo como pararayos porque todo lo que sucede en Italia y que ha sucedido en Italia al final se imputa a Riina. Riina es pararayos y Riina va bien para todos los sabores para todos los procesos que se hagan a Riina o a los compañeros de Riina. ¿Qué pasa que en esta situación de Florencia, pero si yo estoy ahí que no tengo contactos con nadie a quien se lo mandé a decir? ¿Cómo lo mandé a decir? ¿Cómo soy el ideólogo? ¿Cómo lo ideé? (...) Después está el tema de los otros procesos. Por decir yo estaba en el proceso Falcone. En el proceso Falcone hay un avión en el cielo que vuela mientras explota la bomba, este avión no se puede saber de quien es, quien es... y entonces se condena a Riina porque Riina es cómodo. Estamos en el proceso de Borsellino y ahí en el Monte Pellegrino está el hotel y en el hotel están los servicios secretos y cuando explota la bomba los servicios secretos desaparecen y no se citan nunca, por que se condena a Riina... ¡porque Italia está así! O sea, cuando Scalfaro (ex Presidente de la República) dice ‘no estoy de acuerdo’, debo decir señor Presidente: yo no estoy de acuerdo. Yo no estoy de acuerdo con estas condenas hechas de esta manera. Estas son condenas hechas en la mesa. No son condenas porque se busque la verdad, porque yo haya cometido estos delitos o haya hecho cometer este delito. Son cosas... cosas absurdas... porque si Ud. hace caso a Di Carlo le creen cuando me acusa a mí o a otros, pero cuando Di Carlo dice que fueron a verle en la cárcel de Inglaterra los servicios secretos americanos y los italianos y esos de Inglaterra porque querían ayuda para matar a Falcone él ha nombrado a su primo, ese al que encontraron después ahorcado en la cárcel de Roma. O sea que sucede, que el primo... pobrecito se ha puesto a disposición pero después le ha costado la vida... (...) Está Brusca que dice que en Boboli (jardines de Florencia) hice poner una bala y yo Riina no sabía nada de eso, pero todas las cosas van así señor Presidente... sabe cuando el abogado pide como testigo al hijo de Ciancimino. El hijo de Ciancimino nunca ha sido citado, nunca escuchado. ¿Por qué no se oye decir que el hijo de Ciancimino estaba en contacto con el coronel de los carabinieros que era alumno de los que me han arrestado? ¿Por qué el hijo de Ciancimino que colaboraba con este coronel no nos dice por qué cinco, seis días antes, el diputado Mancino nos dice: ‘Riina estos días será arrestado’. Pero a Mancino ¿quién se lo dijo cinco, seis días antes que “Riina sería arrestado”? y entonces están estos señores que me han vendido y entonces buscar la verdad no es que signifique (...) La verdad está bien a todos señor Presidente, puede estar bien también para mí, pero ¿por qué se me debe condenar a mi por cosas que yo no se, que no he cometido y que no he hecho. Yo señor Presidente le estoy agradecido a Ud. y a la Corte por haberme escuchado pero me siento la persona a la que apuntan para decir “tú eres el pararayos de Italia. Tienes que pagar la cuenta de todos”.
27 de mayo 2009

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