Me hubiera gustado estar hoy con ustedes, en Catania, y si bien no me ha sido posible, quiero decir algunas pocas palabras sobre esta noche que promete ser excepcional.
Excepcional, en muchos sentidos.
Cierto.
Por el tema tratado, la presentación de un libro no sólo bello, sino también valiente, Cosa Nostra SpA, de Sebastiano Ardita, que tuve el honor de reseñar, en el momento de su publicación, para ANTIMAFIADuemila, dirigida por Giorgio Bongiovanni, que está con ustedes esta noche.
Pero se sabe que las presentaciones de libros, cuando tienen éxito, se convierten en una excusa para ampliar el discurso, para abordar puntos que, de lo contrario, permanecerían en segundo plano, no discutidos públicamente, especialmente en tiempos como el presente, en los que se tiende a minimizar, empobrecer, redimensionar, en otras palabras, esconder el aterrador nivel de complicidad entre la mafia y las instituciones, la mafia y el Estado, que hoy está bajo la mirada de millones de italianos.
La excepcionalidad está sobre todo dada, en esta noche, por la presencia simultánea de magistrados que se han convertido en símbolos a pesar de ellos mismos, que han decidido desde hace tiempo dedicar sus vidas a la lucha contra los poderes criminales que sofocan a Italia.
Sebastiano Ardita, Nicola Gratteri, Nino Di Matteo, no necesitan presentación de nadie, ya que desde hace tiempo se han afirmado ante los ojos de millones de italianos como exponentes de nuestro mejor poder judicial.
Y con ellos, esta tarde, está el honorable Nicola Morra, que trata, con tenacidad y coherencia política, de revitalizar, si no me equivoco en las cuentas, la decimosexta comisión parlamentaria de investigación sobre el fenómeno mafioso, de la cual Morra es el presidente.
Atención: dieciséis comisiones parlamentarias antimafia. No existe país en el mundo que haya investigado y estudiado un fenómeno criminal durante 60 años sin poder enfrentarse a él, sin poder erradicarlo.
No se sorprendan entonces si los nombres que he mencionado son incómodos.
Son magistrados indigestos para el poder.
Son magistrados impugnados, criticados, acusados de protagonismo, obstaculizados en su trabajo, juzgados a diario, a veces incluso puestos en la picota por la prensa especializada en trabajos sucios, hay que decirlo: diarios especializados en trabajos sucios, que se imprimen aunque tengan unos pocos cientos de lectores, a veces miles de lectores, porque, como se dijo alguna vez con una expresión colorida, no son otra cosa que amigos del jaguar (quien, en lugar de defender las razones de un amigo, se pone del lado de su oponente, ndt).
En conclusión.
Lo que vamos a ver esta noche en Catania es la foto grupal de un hermoso poder judicial que es exactamente lo opuesto a ese poder judicial gris que emerge del escandaloso "caso Palamara".
Se trata de elegir qué magistrados queremos en Italia.
Si queremos a los magistrados del "caso Palamara" o si queremos a los magistrados que no integran ese caso y que, por este motivo, son perseguidos de manera constante y diaria.
Nosotros elegimos el segundo.
Elegimos la hermosa foto del poder judicial que se despliega en Catania esta noche.
Por esta razón, parece aún más inexplicable el ostracismo generalizado hacia Ardita, Gratteri y Di Matteo. Y no hace falta decir que, si bien sólo nombramos a tres, hay decenas, cientos de magistrados que hacen igualmente bien su trabajo de fiscal.
¿Qué tienen en común?
Todos tienen en común el deseo de encontrar, incluso treinta años después, lo que se oculta detrás de las masacres de Capaci, viad'Amelio, Roma, Florencia y Milán.
Conocemos esas masacres, la carga de muerte que trajeron consigo, la sangre, el TNT, los edificios, las carreteras destrozadas. Pero aquí se trata de saber qué es lo que se esconde detrás de ellas, los que permanecen en las sombras, los que aún no han pagado su cuenta con justicia.
Cada uno de estos magistrados, con sus caminos investigativos, ya sea desde Palermo, desde Catania o desde Calabria, rema en la misma dirección.
Un último detalle que tal vez nunca se haya resaltado: todos ellos son autores de libros exitosos sobre la Italia criminal; afortunadamente, no existe una ley que prohíba que un magistrado haga ejercicio, si es capaz, de la noble profesión del escritor. ¿Dónde está escrito que el magistrado no debe dirigirse directamente a la opinión pública, especialmente en un país como Italia que ha sido diezmado por masacres y sangre?
En cambio, por el contrario, no hay noticias de libros sobre la Italia de los misterios, escritos por los abogados penalistas que durante décadas han defendido a mafiosos y delincuentes de cuello blanco.
Sin embargo, sabemos quiénes son estos abogados penalistas. Deben conocer muchos aspectos de esa Italia criminal. Deberían también tener curiosidades civiles. En cambio, su profesión termina en el legítimo derecho y deber de defender a mafiosos y delincuentes de cuello blanco.
En otras palabras, no cultivan curiosidades civiles. Suena extraño, pero es así.
Entonces no se sorprendan si los magistrados que escriben son indigestos para el poder.
El poder italiano sabe muchas cosas sobre la temporada de masacres para querer que la verdad salga a la luz. Y hay demasiadas personas que contribuyeron a esa temporada como convidados de piedra.
Pero el juego aún está abierto.
Y noches como esta en Catania, la que ustedes están viviendo, son la demostración más tangible. Y eso todavía nos da una gran esperanza.
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*Foto de Portada: Jacopo Bonfili/Antimafiaduemila