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Por Jean Georges Almendras-10 de abril de 2019

Con un espectáculo teatral cargado de innovaciones  se presentó el Movimiento Internacional  Cultural OUR VOICE, en el Auditorio Municipal de la ciudad de Artigas, a 600 kilómetros de la  ciudad de Montevideo, capital del Uruguay. La obra teatral “Sueño Blanco” , con cerca de 15 actores en escena, tuvo su merecido éxito,  ante una platea  en su mayoría integrada por jóvenes que residen en el departamento.

En esta oportunidad el texto fue adaptado a la realidad política y social uruguaya aunque mantuvo su línea argumental original, con los personajes centrales y el mismo esquema de la puesta en escena de finales del mes de marzo, oportunidad en que los jóvenes se presentaron  por primera vez, en este año, en la sala del Ecunhi, del edificio de la ex ESMA, sobre la avenida Libertador de la ciudad de Buenos Aires.

Los espectadores y los actores mismos fueron protagonistas en Artigas de una vivencia actoral en la que perfectamente se notó un muy óptimo progreso en el desenvolvimiento de los jóvenes interpretando a sus respectivos personajes.

Hubo armonía en las interpretaciones y hubo un brillo en cada una de las secuencias. Los aciertos sobraron y los personajes centrales, vale decir Sonia Tabita Bongiovanni y Diego Grachot,  mantuvieron la fluidez necesaria  para que la obra en su conjunto tuviese  consistencia  y madurez escénica.

No fueron pocas las veces que el elenco de Our Voice, en este viaje por la zona del Río de la Plata, subió “Sueño Blanco” a escena. Y ese recurrente transitar por los escenarios: primero en la EX ESNA, luego en el auditorio de la librería Lozada de la zona de la Avenida Corrientes y Callao, y finalmente en el auditorio artíguense, visibilizó la capacidad humana y actoral de cada uno de los jóvenes, incluida una niña de 9 años llamada Yasmin  (oriunda de la ciudad de Comandante Piedrabuena, de Argentina) que además es  la “benjamina” del elenco, la que no agotó sus recursos para mantener en alto su actuación y su compromiso con el Movimiento Our Voice, pese a su corta edad, y que además en ésta oportunidad estuvo secundada en su presentación por Dávide.

Aprovechando un espacio escénico ideal para que el arte teatral  brille y se destaque, los jóvenes desarrollaron un trabajo armonioso y muy acertado. Cada escena se fue representando con la precisión y la entrega necesarias para que nada quede a merced del azar.

Los jóvenes cumplieron con el rigor teatral, más propio de un elenco profesional, que de un elenco amateur, donde pocos son quienes  poseen formación teatral o experiencia en escenarios: Sonia Tabita Bongiovanni, Diego Grachot, Ramiro y Emilia Cardozo. Los jóvenes cumplieron con el rigor teatral, dentro y fuera del escenario. Los anónimos colaboradores fueron los puntales que siempre están allí, invisibles, pero indispensables, porque sin ellos –seguramente-nada se podría hacer. De ahí que son más incondicionales. Y más vitales.

Uno de los principales motores de todo el elenco (sin excepciones de rol o papel) no fue otro que el  grado de compromiso que  cada uno  demostró, muy atento a los objetivos y al ideario del Movimiento. Un compromiso al que debemos sumar, como ingredientes muy valiosos: la dedicación, la perseverancia, la disciplina y el talento, expresados individualmente o grupalmente.

En Artigas, sobre un amplio espacio escénico, de muy buena acústica, los jóvenes actuaron con comodidad. Y las innovaciones se destacaron. Se hicieron visibles. Una muy destacada estuvo a cargo de Sonia Tabita: sus manos arrancaron de un piano una melodía incidental y oportuna, en absoluta armonía con su personaje y con el momento escénico. Todo un muy loable acierto.

Pero el espectador disfruto de otras innovaciones: voces en off, textos alusivos a  los hechos políticos del Uruguay y muy bien estudiadas sátiras a cargo de  Ramiro. Sátiras que marcaron algunos de los puntos más altos de la obra, cuya apertura con Diego, Sonia Tabita y Giorgio David fue el oportuno puntapié inicial de una serie de escenas que atraparon a la audiencia, por su perfil dramático y de confrontación de realidades y de visiones: la visión de una hija que se descompone y se indigna de  la verdad de su padre.

La incorporación de Alina Leal, como bailarina; y de Charly Santana (de México) como percusionista, fueron pieza clave en ciertos tramos de la obra. Una obra que por sí misma fue perfeccionándose gradualmente, en su conjunto e individualmente, advirtiéndose que cada actuación, por un lado, fue decantando errores y  por el otro, construyendo secuencias más amenas y más cautivantes.

Después,  cada uno de los  personajes tuvo vida propia y tuvo un muy merecido aplauso.

Después, cada uno de los personajes saludó a la platea, atento al desafío del próximo encuentro con el público, en la noche del jueves 11 de abril a la hora 20 y 30: ésta vez en Montevideo, en el salón del Instituto de la Juventud, de la Comuna capitalina de Uruguay.

Otro desafío. Otra oportunidad para seguir creciendo.

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*Foto de Portada de José Guzmán

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