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david200Por Dra. Inés Lépori-11 de marzo de 2018

El juicio de extradición de Facundo Jones Huala puso sobre el tapete, una vez más, el uso del poder judicial o de las herramientas judiciales al servicio de los intereses políticos. La realidad casi siempre supera a la ficción y este es uno de esos casos. Por un lado, un líder mapuche, una comunidad que se defiende con piedras y con sus niños en brazos de los ataques de las fuerzas gubernamentales para proteger las tierras de sus ancestros y, por el otro, dos Estados nacionales (Chile y Argentina) con los intereses de varios más que permanecen en las sombras (Gran Bretaña, Estados Unidos, Israel, Italia). La suerte estaba echada antes de empezar la lucha.

Es muy difícil opinar sin tener acceso a las constancias del juicio. Lo que se sabe es que en el 2016, el juez federal Guido Otranto declaró nulo el primer proceso penal de extradición de Jones Huala, porque se demostró que la Policía había torturado al testigo Gonzalo Cabrera. Y que un año más tarde la Corte Suprema confirmó la nulidad. Lo que también se sabe es que los jueces son reacios a declarar nulas las actuaciones procesales, lo cual hace suponer que los hechos fueron de extrema gravedad.

En el nuevo juicio el acusado dijo que es un preso político del gobierno de Mauricio Macri y denunció que está siendo juzgado dos veces por el mismo hecho; advirtió que su vida corre peligro en las prisiones de Chile y cuestionó a los terratenientes y a la clase política que se niega a dialogar con su comunidad. La defensa de Jones Huala insistió tanto en su excarcelación como en que su defendido es un detenido por cuestiones políticas y juzgado dos veces por el mismo delito. Por su parte, el Presidente Mauricio Macri, al inaugurar las sesiones del Congreso, ratificó la defensa a ultranza de las fuerzas policiales y la lógica represiva que inició en el 2015 con su gobierno. Finalmente, el juez federal Gustavo Villanueva desestimó los argumentos y la prueba de la defensa y condenó a Jones Huala a ser extraditado a Chile, en una sentencia que para todos estaba escrita antes de que empezara el juicio.

No caben dudas que debe haber argumentos constitucionales, legales y procesales para defender el juicio, la sentencia y la extradición. Es probable que la más pura doctrina legal avale la decisión judicial. Como tampoco se duda de otros tantos argumentos y doctrinas para defender la no extradición. La pregunta que nos queda por responder es: ¿y la justicia? A la justicia no ha lugar. En el tiempo de los intereses transnacionales y de los gobiernos más amigos de los poderes extranjeros que de sus gobernados, la justicia ha dejado de existir.

Sobre América latina se extienden las alas de un nuevo Cóndor y con ellas sobrevuela la sombra de una nueva doctrina de seguridad nacional, con la creación de enemigos internos y la estigmatización de grupos que supuestamente son un peligro para los Estados nacionales, con el propósito de lograr consenso para la represión. La OTAN ha desplegado sus fuerzas en el Atlántico Sur y precisa eliminar de su camino a todos los que puedan cuestionar la disposición del uso de la tierra y de los recursos estratégicos en la Patagonia. Con la Tercera Guerra Mundial que ya llama a las puertas, el Comando Sur de Estados Unidos no va a poner en juego ni las bases de Malvinas, ni la Patagonia, ni el control de la Antártida.

Ante este panorama desolador, la resistencia del pueblo mapuche se vuelve heroica y nos recuerda la épica historia de David y Goliat. Por eso cuenta con nuestra admiración, nuestro respeto y nuestro apoyo.

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*Foto de Portada: José Guzman, Antimafia Dos Mil

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