Por Jean Georges Almendras
A trescientos sesenta y cinco dias de los fogonazos de plomo que acabaron con las vidas del periodista Pablo Medina y de su asistente Antonia Almada, y mientras los sicarios siguen libres y el ideólogo está entre rejas y todavía en el Brasil, los recordatorios y los homenajes a los caídos coparon las ciudades de Asunción y de Curuguaty, extendiéndose inclusive al mismo terreno donde la sangre de los periodistas significó un nuevo atentado contra la libertad de expresión y la democracia paraguaya.
El abanico de la presión popular reclamando justicia se abrió de tal forma y con tanta vehemencia que desde filas del gobierno de Horacio Cartes también se esmeraron en “acompañar” y remarcar el apoyo a la causa Pablo Medina.
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- PABLO MEDINA