Primera parte
Es de la condición humana, exclusivamente, siempre llorar después del atentado mafioso. Siempre llorar, después de la soledad a la que estaban expuestas las víctimas. En particular las víctimas de las mafias del mundo. Víctimas que, con su sangre, riegan las calles y laceran el alma de una sociedad que no sabe otra cosa que recibir con impotencia e indignación la novedad de la tragedia. Y en realidad, son pocos los que comprenden cabalmente el daño causado.
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- PABLO MEDINA