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12batallasporvenirUN ANTICIPO DE LAS BATALLAS POR VENIR
Fecha Publicación: Viernes, 27 de Enero de 2012
La Presidenta volvió con un discurso en el que le dedicó tiempo a cada uno de los conflictos que no esperaron su recuperación de la cirugía de tiroides. Los argentinos tendrán que acostumbrarse en las próximas semanas a achicar sus presupuestos.
Por Martín Rodríguez Yebra
El país real que presentó la Presidenta después de tres semanas de licencia incluye una novedad para las habituales construcciones optimistas del relato oficial. En esa Argentina rondan ahora amenazas palpables al modelo político y económico que inauguró el kirchnerismo en 2003.
Admitió que hay crisis energética, que el mal uso de los subsidios ha generado distorsiones económicas, que los sindicatos ya no defienden al Gobierno como antes, que los problemas con las importaciones afectan a la industria, que existe un peligro “para todos” de perder beneficios...
Enérgica, Cristina Kirchner volvió con un discurso en el que le dedicó tiempo a cada uno de los conflictos que no esperaron su recuperación de la cirugía de tiroides. Mencionó la tensión diplomática por Malvinas, se puso al frente de la guerra política contra las petroleras, sacudió con ironías a Hugo Moyano y trató de zanjar con acusaciones a la prensa la polémica suscitada por el error de diagnóstico de su afección. Bocetó una lista de enemigos a los que les comunicó su decisión de ahondar la intervención estatal en la vida pública de la Argentina.
Anticipó batallas por venir. En ámbitos económicos ganaba peso, por caso, la sospecha de que su ofensiva contra YPF activará el plan para reestatizar la petrolera con el que sueñan desde hace tiempo Guillermo Moreno y otras figuras del kirchnerismo nacionalista.
Según advirtió, la Presidenta usará “todos los instrumentos” que le dan la Constitución y las leyes para “cuidar” esa economía de cifras ascendentes que se esmeró en enumerar.
Los argentinos tendrán que acostumbrarse en las próximas semanas a achicar sus presupuestos (aumentos de transporte, de las boletas de servicios, más inflación en los productos básicos...), pero será en nombre de una épica. La Presidenta convocó a luchar contra los promotores del “mundo del revés”, donde ubicó a los culpables de los aumentos por venir.
El impacto social de las malas noticias preocupa al Gobierno desde que empezó a comunicarlas por capítulos y con dudosa claridad. El miércoles la Presidenta terminó de perfilar la estrategia para enfrentar el eventual descontento social: denunciar y controlar a sectores que intentan sacar “provechos indebidos”. Sus elogios al supersecretario Moreno dejaron en claro a más de un empresario quién los va a llamar en los próximos días.
En su afán por desmentir que hubiera entrado en la etapa del ajuste, dijo que la quita de subsidios es una cruzada contra los “vivos” que se apropiaron de un beneficio extraordinario, como si en los últimos nueve años no hubiera sido esta gestión la que agigantó la factura de esas transferencias. La “sintonía fina” de la que viene hablando desde que ganó la reelección era esto, advirtió.
Aprovechó al máximo la expectativa por su regreso al cargo después del interinato de Amado Boudou. La puesta en escena en la Casa Rosada transmitió autoridad y fortaleza. En la primera media hora de su reaparición pública fue como la conductora de un programa ómnibus de los años 80: les daba aire a interlocutores en distintos puntos del país para que contaran sus buenas noticias, en este caso obras públicas en marcha presentadas como nuevas. El país sigue para adelante, se encargó de destacar después, como si el juego no hubiera sido evidente.
Fue igual de explícita al aclarar que decidió exponer su cicatriz en el cuello para que nadie pudiera decir que la operación no existió. En cambio, dejó abierta a las especulaciones el porqué de un sutil bordado claro en su habitual luto y de las recurrentes menciones a su marido por su nombre: lo llamó Néstor unas veces y Kirchner, otras. Nunca por el místico “él”.
Al hablar de Malvinas se mostró firme, pero preocupada por condenar la decisión de la dictadura de ir a la guerra; un matiz novedoso en su discurso, tal vez atento a la llamativa escalada de las declaraciones británicas.
Histriónica, por momentos hasta el límite de transgredir el horario de protección al menor, se esforzó por demostrar que nunca dejó de estar al mando. “Te tratamos divino”, le dijo a su vicepresidente, después de relatar la lista de decretos que le permitió firmar. Boudou aplaudió con pasión, halagado. Para él, estas tres semanas fueron una prueba delicada; no tanto por el peso de la gestión, sino por las miradas sospechosas con que siguieron sus movimientos en el núcleo más cercano de la Presidenta. Superó el desafío y alimenta el sueño íntimo de ser elegido el heredero para 2015.
Ese horizonte, todavía tan lejano, le marca a la Presidenta en su regreso tantas urgencias como el vértigo de la “sintonía fina”. En un mes y medio de segundo mandato, las más previsibles tensiones de la sucesión empiezan a estallar sin secretos. Moyano se acomodó en el lugar que todavía no ocupa ningún opositor. En el gabinete reinan las intrigas y divisiones. Daniel Scioli empezó a mostrar pizcas de rebeldía (que en su caso suenan a declaraciones de guerra) y su vicegobernador, Gabriel Mariotto, lo contradice a la luz del día.
Por ahora ella, ya recuperada, se planteó el desafío de revalidar el control absoluto del país real.
(Nota publicada en el
diario La Nación)

http://www.el-litoral.com.ar/leer_noticia.asp?IdNoticia=184671

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