"LA ESCUELA NO PUEDE NATURALIZAR QUE UNA ALUMNA VENDA DROGA"
Martes, 30 de abril de 2013  07:30 | La Ciudad
Juan Orts, coordinador de equipos de salud de Amsafé, analiza el caso de la chica rosarina que pidió salir antes de clases par ir a trabajar a un búnker.
Juan Orts es coordinador de los equipos de salud de Amsafé provincial. (Foto: H.Rio) "No se puede naturalizar que una alumna diga que trabaja vendiendo droga. Mucho menos la escuela. La naturalización de esta problemática es parte de la instalación de la droga". La opinión es del psicólogo Juan Orts, coordinador de los equipos de salud de Amsafé provincial. La ofrece al analizar la situación de la adolescente que pidió permiso para salir antes de la escuela secundaria porque "trabaja" en un búnker de venta de drogas. Para el especialista esta problemática requiere de manera urgente de una "política de Estado provincial".
Orts trabaja principalmente con lo que se conoce como "malestar docente": males que aquejan profesionalmente a maestros y profesores y derivan en enfermedades. Es receptor y analista de las causas que los ocasionan. Por eso dice, con rigurosidad, que frente a temas tan sensibles y graves como las situaciones de vulnerabilidad que atraviesan los chicos a causa de las drogas, "la sensación que vive el docente es de impotencia, de no tener referentes superiores que les puedan brindar herramientas".
Considera entonces que, para hacerles frente a situaciones que define "excesivamente complejas", como la de la alumna menor de edad de Rosario que "trabaja" en un búnker (según reflejó La Capital en la edición del domingo pasado), "es necesario que estén acompañados por profesionales. "Pero no un equipo —aclara— que esté cuando ya pasó lo que pasó". Es decir: no para intervenir "sólo cuando el pibe ya sacó el arma en una escuela o una joven dice que trabaja vendiendo droga".
Para el profesional, eso muestra que "la escuela (a nivel institución) jamás se preguntó por ese chico, que recién empieza a tener nombre y apellido, familia, barrio y condiciones vida cuando ya sacó el arma, o partir de un hecho tan «natural» como es estar en un búnker".
"No podemos naturalizar eso, y la escuela mucho menos. La naturalización de esa problemática es parte de la instalación de la droga. Es la estrategia económica y neoliberal. Hablo de instalar un producto y que sea naturalizado que, por ejemplo, se tomen 25 porrones, se consuman tantas líneas de cocaína. Que eso se vea como que «es parte de nosotros» es terrible", destaca.
No obstante, el psicólogo rescata como muy esperanzador que la alumna esté en la escuela. "Apuesta a la misma como un proyecto", afirma, para luego insistir: "Es clave valorar la palabra de los chicos, no estigmatizarlos sino valorar su experiencia de vida, lo que hacen, piensan y sueñan, porque es darles entidad propia, un lugar en el mundo. Y no dejar que el único lugar que les quede sea vender droga, porque después será natural hacerlo en cualquier lugar, incluso en la escuela".
Orts dice que esas problemáticas que vinculan a los chicos con las drogas se viven de manera creciente, sobre todo en escuelas de Rosario. Una realidad que, afirma, es leída por los educadores. "Algunos están más comprometidos que otros, porque les interesa el tema o por una cuestión afectiva a determinados chicos o determinada vulnerabilidad social. Otros, por su propia impotencia, no pueden intervenir porque no tienen herramientas, no saben cómo hacerlo o creen que no hará efecto. O también les duele tanto lo que viven que se van, piden licencias o traslados porque no pueden más", agrega.
Para el especialista, "en la escuela tiene que haber un programa, un espacio con profesionales de distintas disciplinas para hablar del tema y con los pibes, trabajar con una modalidad de taller, casi de manera obligatoria. Con esto apuntamos a la promoción y a la prevención de salud".
Objetivo. "Tenemos —dice— que prevenir eso que permite que en los búnkers atiendan chicos chiquitos, un poco más grandes, discapacitados, de todas las edades. Y eso no los arreglamos con más policías ni más represión sino con educación".
Considera que el trabajo de prevención, sobre todo en las zonas más vulnerables, "tendría que ser una política del Estado provincial". Y advierte que el trabajo de la escuela debe apuntar a cambiar conductas.
"Transformar el dato en un conocimiento y por tanto ese conocimiento dará la posibilidad de cambiar su praxis o de pensar eso que está al alcance de la mano hoy, como es la droga. La escuela debe pararse de otra manera ante eso, con cierta intervención y profundizar ciertos conocimientos para poder posicionar y posicionarnos nosotros como profesionales de la salud y de la educación, de poder modificar la realidad, porque no se va a modificar con un decreto o desde un cartel que diga «La droga te hace mal»".
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