En la primera gira de un jefe de Estado brasileño por Cercano Oriente desde 1876, Luiz Inácio Lula da Silva apostó a ser un huésped tan poderoso como sus anfitriones israelíes. Por la mañana, durante su recepción oficial en Jerusalén, Lula pidió al presidente (y Premio Nobel de la Paz) Shimon Peres que haga un “esfuerzo” para buscar la paz con los palestinos “cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo” de su mandato, que termina en 2012. La oferta brasileña de mediación en el conflicto chocó con el anuncio casi simultáneo del premier de derecha, Benjamin Netanyahu, de que “la construcción de colonias (en Jerusalén Este) proseguirá como en los últimos 42 años”.

En su discurso vespertino en el Knesset ante los 120 parlamentarios israelíes reunidos en una sesión especial, Lula no hizo referencia a la política de expansión en la zona ocupada en 1967 durante la Guerra de los Seis Días. Sin embargo insistió en que “no se puede perder más el tiempo” y que “debe haber una coexistencia entre ambos Estados”. Con tono amable Netanyahu le recordó que Israel sigue a la espera de su apoyo contra el programa nuclear de Irán, país que Lula visitará este año y al que se niega a “acorralar”.

Pese a sus ambiciones diplomáticas, su visita coincide con un momento delicado para Israel, blanco de críticas internacionales –entre ellas de Brasil– por haber anunciado la semana pasada la construcción de otras 1.600 viviendas en el este de la ciudad santa. “El virus de la paz estaba conmigo en el vientre de mi madre. No recuerdo un día en que haya discutido con alguien. Creo que con el diálogo podemos lograr cosas que no podríamos conseguir sin él”, explicó el brasileño con argumentos autorreferenciales en su afán de convertir a su país en mediador en la región.

“El deterioro de las condiciones de vida de los palestinos favorece todos los extremismos. Voy a verlos y a escucharlos”, prometió Lula, que mañana viajará a Cisjordania para reunirse con el presidente moderado Mahmoud Abás. Para avanzar en ese “camino hacia la paz”, Lula abogó por un mundo sin armas nucleares y aseguró que “Brasil está orgulloso de que en América Latina no haya armas nucleares”. Pese a ello, evitó referirse al único tema verdaderamente conflictivo en la relación bilateral.

Lula no mencionó la crisis iraní en su discurso ante el Parlamento, pero en cambio lo hizo Netanyahu al instar a Brasil a “unirse a la coalición internacional para impedir que Irán obtenga armas nucleares”. La política frente al régimen de los ayatolás es el principal tema de discrepancia entre Israel y el gigante sudamericano, que pese a ello mantienen estrechos vínculos comerciales. Lula viajó acompañado por una delegación de 80 empresarios brasileños, que aspiran a recuperar los niveles de intercambio con Israel previos a la crisis de 2009, cuando el comercio bilateral superó los 1.600 millones de dólares.

Más colonias judías entre palestinos

De poco sirvió que el gobierno israelí se disculpara la semana pasada por “avergonzar” al vicepresidente norteamericano, Joseph Biden, cuando autorizó durante su visita al país la creación de 1.600 nuevas colonias judías en Jerusalén Este. El anuncio –que provocó el retiro palestino de las negociaciones indirectas de paz aprobadas días antes por ambas partes– fue ratificado ayer por Benjamin Netanyahu en coincidencia con el primer día de la primera gira de Lula en Cercano Oriente. “La construcción en Jerusalén y en cualquier otra parte seguirá como en los últimos 42 años”, aseguró el premier luego de un encuentro con el grupo parlamentario de su partido, el conservador Likud, en referencia a la crisis diplomática con Washington. De ese modo el líder de la coalición ultraderechista gobernante desestimó que la Casa Blanca criticara la decisión como un “insulto” que socava los “esfuerzos por la paz” .

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