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51violenciaEN JERUSALÉN, TEMOR A UNA ESPIRAL DE VIOLENCIA
Martes 20 de septiembre de 2011 | Publicado en edición impresa
Cómo se vive en Cisjordania y en Israel
Por Jana Beris  | Para LA NACION
JERUSALEN.- En esta semana decisiva, en la que el futuro político de Medio Oriente podría cambiar radicalmente, los israelíes se muestran unidos ante el temor y la preocupación de que las discrepancias entre la Autoridad Nacional Palestina y el gobierno israelí en las Naciones Unidas conduzcan a un nuevo estallido de violencia, de consecuencias impredecibles.
Pero más allá de esta unidad, la población está dividida acerca del origen del problema: mientras que unos consideran que el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu empujó a los palestinos a una iniciativa unilateral ante la ONU "porque no les ofreció nada concreto", otros sostienen que "los palestinos no quieren negociar y ahora culpan del estancamiento a Israel".
La líder de la oposición en el Parlamento, Tzipi Livni, por ejemplo, acusó al gobierno de actuar "con estupidez diplomática", mientras que el analista Carlo Strenger, del matutino de izquierda Haaretz, escribió que "el gobierno de Netanyahu no se maneja con pragmatismo" y continúa guiado por mitos históricos que difieren de "la realidad internacional".
Del otro lado del mapa político, está Israel Harel, uno de líderes más veteranos de los colonos israelíes en los asentamientos en Cisjordania, que en un debate en el Instituto Israelí de Democracia se preguntó -entre sorprendido y dolorido- cómo es que en un momento como el actual, con tantos motivos de preocupación para el país, los israelíes no estén "unidos para enfrentar los ataques y la eventualidad de violencia".
Shaul Arieli, un comentarista cercano a la izquierda, que estaba sentado a su lado, le retrucó en tono desafiante: "¿Y por qué cree que la otra mitad del país tiene que sumarse a ustedes, si consideramos que es por culpa de los asentamientos que estamos en este problema?".
Tanto unos como otros, sin embargo, se plantean serios interrogantes acerca de por qué el presidente palestino rehúsa terminantemente reconocer a Israel como Estado judío y ven negativamente su insistencia en la unidad con Hamas, cuyo jefe en Gaza, Ismail Haniyeh, ya aclaró que se opone a acudir a la ONU porque no está dispuesto a aceptar un Estado palestino que reconozca a Israel.
Los israelíes están convencidos de que con pasos unilaterales no se llega a nada; de que la ONU no será sustituto de una negociación directa que pueda conducir a la paz, y de que el resultado de la iniciativa palestina ante ese organismo difícilmente sea positivo.
Mientras tanto, los jefes militares y policiales explican sus planes para declarar la alerta y su preparación ante cualquier eventualidad de violencia, e intentan cuidarse de que no parezca que sus propios preparativos tienen el potencial de azuzar el fuego. Aclaran que se preparan para disturbios, no para una guerra.
En este contexto, también continúan los contactos entre los gobiernos de Israel y la Autoridad Nacional Palestina para coordinar cómo actuar frente a un posible brote de violencia. Asimismo, varias unidades de las Fuerzas de Defensa de Israel, ubicadas en zonas estratégicas, donde podría haber roces con palestinos de Cisjordania, realizan desde hace semanas un gran esfuerzo para preparar a sus soldados. No se trata de maniobras militares, aclaran, sino de explicaciones a nivel psicológico y mental, ante la eventualidad de que tengan que lidiar con incidentes masivos de protesta.
Por otro lado, la Iniciativa de Paz Israelí, grupo formado recientemente por figuras destacadas de la seguridad y la política ya retiradas (como ex jefes del Shin Bet y ex comandantes en jefe del ejército) difundieron anoche un comunicado titulado "Entendimientos posibles entre Israel y los palestinos para evitar una crisis peligrosa", en el que esbozaron posibles fórmulas de acuerdo entre las partes "para ayudar a hallar la mejor forma de volver al proceso político".
Pero cuando se habla del riesgo de "nueva violencia", hay quienes lo toman de forma muy personal. Efraim Golombek, de 66 años, que se radicó en Israel en 1976, proveniente de Uruguay, comprende a fondo qué significa ese horizonte de peligro. El 9 de agosto de 2001 perdió a su hijo Tzvika, de 26 años, en un atentado suicida en una pizzería de Jerusalén, en el que murieron 15 civiles.
"El atentado no cambió mi convicción de que la paz es aquí la única opción", dijo a La Nacion. "Pero me duele ver los errores de mi gobierno y también ver que del lado palestino no quisieron volver a negociar. Y ahora que se habla de nuevos riesgos de violencia, sé claramente qué es lo que eso quiere decir", agregó.

http://www.lanacion.com.ar/1407611-en-jerusalen-temor-a-una-espiral-de-violencia

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