INVESTIGAN A UNA BANDA DE POLICÍAS Y NARCOS PERUANOS
Ya detuvieron a un agente y a un subinspector de la Federal, que fueron indagados ayer. Y todavía están prófugos un suboficial en actividad y uno exonerado. Cayeron por el secuestro de un remisero.
PorVirginia Messi  
El secuestro de un remisero peruano, ocurrido a mediados de agosto en el Bajo Flores, terminó revelando la existencia de una banda mixta, integrada por policías federales y narcos peruanos. La organización fue definida por los propios investigadores como “polirrubro”: “Si tenían un buen dato robaban un camión al estilo piratas del asfalto o daban un golpe boquetero, pero su especialidad era apretar gente con antecedentes penales para exigirles dinero a cambio de no armarles causas”, explicaron a Clarín fuentes de la División Antisecuestros de la Federal. En la causa hay dos policías detenidos y otros dos prófugos.
El caso que destapó todo comenzó el 17 de agosto, cuando tres autos le cortaron el paso al Renault Megane en el que iba el peruano Víctor Lázaro Castillo (24, vecino de la villa 1–11–14, del Bajo Flores). El joven –cuyo nombre figuraba en los archivos de Drogas Peligrosas– fue retenido varias horas: lo tuvieron dando vueltas en su auto y en el de uno de los policías ahora detenidos. Finalmente, entregó 10.000 pesos para no quedar preso con una causa inventada. Primero su madre –dueña de un restorán– entregó 7.000 pesos y, luego de ser liberado, él mismo fue hasta su casa y juntó el resto.
Por el secuestro –denunciado por la víctima al día siguiente ante la Policía Federal y ante la Justicia Federal–, el martes fueron detenidos el agente Gastón Aragón, de la seccional 28°, y el subinspector Mariano Comello Potes, de la comisaría 23°. Dos policías más quedaron prófugos: un suboficial mayor de la brigada de la comisaría 34° y un ex cabo, exonerado de la Federal en 1995 por un secuestro extorsivo.
Pero además de los policías hay tres jóvenes peruanos con antecedentes por drogas que están siendo investigados por integrar la banda, según fuentes judiciales.
Uno de ellos –apodado “Satanás”– habría sido quien marcó a Lázaro Castillo para que lo secuestraran. “Según datos de la causa, los policías hasta disfrazaban con uniformes a sus socios peruanos para cometer los diferentes hechos con ellos”, señalaron fuentes judiciales. Y agregaron que estos jóvenes “se movían siempre con celulares con chips de Perú, lo que hizo difícil seguirles los pasos”.
Los dos policías detenidos declararon ayer ante el juez federal Norberto Oyarbide y el fiscal Patricio Evers. Ambos reconocieron haber participado del episodio del 17 de agosto, pero aseguraron que fueron engañados por un amigo: el cabo exonerado. Este hombre logró evitar su detención el martes, al salir corriendo por los techos de sus vecinos de Valentín Alsina. En su casa se encontraron cuatro armas y una credencial policial.
El ex cabo, que tiene antecedentes por secuestro, piratería del asfalto y robo a manos armada, parece ser el punto de contacto entre todos los involucrados. Aragón y Comello Potes se conocían porque habían trabajado juntos en la comisaría 41°; el ex cabo y el otro prófugo vivían en la misma zona. “Pero todos terminaron juntos porque Aragón y el ex cabo fueron presentados por una tercera persona”, detallaron fuentes del caso.
En cuanto a los narcos peruanos investigados, todos son de la villa 1–11–14, parte de la cual está en jurisdicción de la comisaría 34°, de Pompeya (donde trabajaba el suboficial mayor prófugo).
Como este suboficial estaba trabajando cuando Lázaro Castillo fue secuestrado en esa jurisdicción, se cree que su función en este caso fue “liberar la zona”.
Dentro del expediente que impulsa el fiscal Evers también hay escuchas telefónicas de una causa paralela, iniciada en Tres de Febrero. Allí, por casualidad, policías bonaerenses que investigaban otro hecho se toparon con conversaciones de estos policías federales que comentaban el secuestro del remisero peruano. De ellas se desprende que hubo discusiones por el reparto del botín.
Asuntos Internos también aportó un expediente administrativo en el que se estaba investigando al mismo grupo por un robo –al estilo boqueteros– contra el supermercado Dia de la calle Rioja al 400. Nadie descarta que sigan apareciendo pruebas de más hechos, y que surjan más imputados.