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10indignadosLA PALABRA DE LOS INDIGNADOS
Domingo 30 de octubre de 2011 | Publicado en edición impresa
En el mundo
Testimonios in situ de quienes forman parte de un movimiento que nació en España el 15 de mayo como protesta por el desempleo y que se expande día a día
Este año nació en España el movimiento de los indignados, que más tarde se replicó con el Ocuppy Wall Street en Estados Unidos y en otros países. Piden que se termine con el endiosamiento de los bancos, que haya trabajo digno, en especial para los jóvenes que sufren la desocupación, y también por el cuidado del planeta y la justicia social.
En la Argentina este movimiento no tiene alcance, aunque en Facebook se establecieron dos grupos con más de 1000 adeptos en total. Un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) muestra que hay 323.500 jóvenes desocupados en este país, que representan 37% del total de 858.000 personas sin empleo.
España
MADRID.- En España, cuna mundial de los indignados, el fenómeno sufrió varias mutaciones desde su surgimiento masivo el 15 de mayo último, fecha que hizo conocido el movimiento de protesta como 15-M.
Tras haber revolucionado el ambiente social y político con su irrupción multitudinaria en las calles céntricas de Madrid, la primera etapa del 15-M se caracterizó por tomar espacios públicos en varias de las grandes ciudades españolas (como la madrileña plaza Puerta del Sol y la plaza de Cataluña en Barcelona), donde muchos de los manifestantes lograron permanecer en acampadas durante un mes y medio. Los participantes de la protesta, jóvenes en su mayoría, se autoconvocaron a través de Internet con el objetivo de base de exigirles a las autoridades la reforma del sistema político y la transformación del sistema bancario, en pos de lograr instituciones con mayor acceso a los intereses de una clase media española castigada por una tasa de desempleo récord, de más del 20%, y un mercado laboral precarizado.
Aquella modalidad de ocupación de predios públicos, al perder apoyo popular por su carácter invasivo, fue abandonada en agosto y reemplazada por la organización de asambleas periódicas, que están abiertas a la participación popular. De esas reuniones, a principios de octubre, surgió la idea de pasar a la actual "tercera fase" del 15-M, que consiste en tomar edificios inhabitados en dudosa situación judicial para dejarlos a disposición de las cientos de víctimas de las ejecuciones inmobiliarias producidas por las crisis en los últimos meses.
"Nuestra asociación existe desde hace tres años, pero con la aparición del 15-M nuestra lucha se ha expandido y hoy todos formamos parte de esa explosión que busca un trato más justo y condiciones de igualdad para todos en las instituciones", dice Oscar, de 32 años, integrante de la Plataforma de los Afectados por las Hipotecas, que al igual que todos en España, no sabría precisar cuántos indignados existen actualmente. "En las reuniones somos 40, pero los indignados aparecen cada vez que hay marchas..., y pueden ser desde 60 hasta contarse por miles, porque la espontaneidad es parte de la naturaleza del 15-M", dice.
Adrián Sack
Irlanda
LONDRES.- La tasa de desempleo en Irlanda asciende actualmente al 14,3 por ciento, es decir, a un nivel que se acerca peligrosamente al récord histórico del 17,3 por ciento alcanzado en 1985, y que se distancia amargamente del 3,7 por ciento que había alcanzado el Tigre Celta de hace una década.
Dos recientes manifestaciones realizadas en Dublín y Cork apenas atrajeron entre 400 y 2000 personas. "¿Por qué los irlandeses no son como los indignados españoles?", se preguntaba en tapa hace unos días el matutino The Irish Times.
Brian O'Leary, miembro de Occupy Dame Street, dice tener la respuesta. "No hace falta poner mucha gente en la calle. Nosotros representamos al 99% de los irlandeses que están pagando por los errores del 1% de la élite irlandesa", sostiene este experto en computación de 32 años, recientemente despedido por una multinacional.
Graciela Iglesias
Italia
ROMA.- Nadie sabe exactamente cuántos son. Pero si se considera que Italia ostenta, con el 27,9%, una de las tasas de desocupación juvenil más altas de Europa, se entiende por qué son muchos los jóvenes italianos indignados en la península.
Se trata de un país estancado, que no crece prácticamente desde hace diez años y donde reina la gerontocracia. Si en Italia un joven consigue empleo, algo así como una quimera, es para trabajar en negro o en forma precaria. Por eso, el que puede lo primero que hace es irse del país porque en cualquier otro lugar encontrará más oportunidades que en Italia. Algo que se nota al viajar a Londres, París o Berlín, donde es más que normal encontrarse en restaurantes con mozos italianos, en muchos casos estudiantes universitarios.
Entre los indignados italianos hay de todo. Desde gente de hasta 67 años, jubilados, hasta amas de casa, profesionales, artistas y estudiantes. No sólo jóvenes desempleados.
Uno encuentra, por ejemplo, a Mirko Manfredi, un chico de 17 años a punto de terminar el secundario en Roma, que se acercó al movimiento por curiosidad. "Un pueblo que sabe indignarse es un pueblo que piensa. No creo que todos los políticos son iguales y todos incompetentes. Todavía confío en la política, esa que hace la gente honesta", afirma Mirko.
Elisabetta Piqué
Alemania
BERLIN.- La alta tasa de empleo en Alemania es uno de los logros que le gusta atribuirse a sí misma a la canciller Angela Merkel. Lo hace en cada ocasión para destacar los resultados de su gestión. Según los últimos datos, sólo el 6,6% de la población está sin trabajar. Sus detractores, sin embargo, la acusan de que estos datos están falseados por la introducción de los minijob, es decir, unos contratos de trabajo de 400 euros por mes, con horarios reducidos. Según las últimas encuestas, un tercio de los alemanes trabaja por jornadas incompletas, lo que es el dato más alto de toda la Unión Europea.
Frank Stegmaier, de 42 años, de Fráncfort, llegó a la protesta frente al Banco Central Europeo (BCE) así como muchos otros. Simplemente respondió a la convocatoria en Internet del 15 de octubre, buscó su carpa y la instaló en la capital financiera de Europa, su ciudad, frente a la sede del BCE.
Alrededor de 40.000 personas marcharon aquel día en esta ciudad, y otros cientos de miles protestaron en los centros financieros de varias capitales del mundo. Stegmaier, que trabaja como freelance en relaciones publicas, dice: "Tuve que pedir el subsidio social para alimentar a mi familia. Estoy casado. Mi hija tiene un año". Acude cada día a las asambleas públicas, que se desarrollan según el modelo de las de los indignados de la Puerta del Sol en Madrid, y ofrece su ayuda para la comunicación y la organización logística.
Occupy Frankfürt tomó iniciativa desde la protesta frente a Wall Street en Nueva York. Denuncia que en Alemania "hay déficit en la participación democrática", que se hizo particularmente evidente ahora, en la gestión de la crisis del euro. Cada día, pues, frente al BCE se organizan dos asambleas, donde "todos están invitados a participar".
Laura Lucchini
Chile
SANTIAGO.- Las últimas estadísticas de empleo en Chile no son nada malas. De hecho, el 7,3% registrado en el último trimestre de julio a septiembre es el más bajo desde la crisis asiática de fines de la década de los 90.
Informes bancarios hablan de un crecimiento del 4,4% en el último año, esto es, de unos 315.000 nuevos empleos.
Pese a eso, una fuerte sensación de molestia recorre el país. La misma se grafica en marchas, protestas y tomas de recintos privados. ¿Las causas? Los empleos y sueldos no crecen al mismo ritmo que el país.
Juan Carlos Saldivia, de 42 años, perdió su empleo hace dos como comerciante en el centro de Valparaíso. Por estos meses ha intentado probar suerte manejando un taxi colectivo, pero los números no cuadran.
"Hace un año que ya perdí la esperanza de llegar a fin de mes. Estoy ahorcado por todas partes. Tengo una hija en la universidad, con crédito, y encima no tiene clases desde hace seis meses", dice, refiriéndose al paro de estudiantes que tiene congelada la educación chilena desde fines de abril. Lo que no se ha congelado, sin embargo, son las cuentas. El crédito de su hija mayor, firmado en letras a comienzos de año, conlleva un pago mensual de US$ 400. A eso se suma la manutención de sus dos hijos menores.
"Vivo en una casa alquilada. No es cara, pero hay que pagar a tiempo (350 dólares). Mi mujer hace algunos pitutos (trabajos esporádicos) limpiando casas, pero el futuro lo veo más que negro", agrega, reconociendo, asimismo, un puñado de deudas con casas comerciales.
Las ferias de empleo y los planes de contingencia laboral establecidos por el gobierno tampoco han sido solución alguna para Saldivia, que explica: "Fui a un par de ellas, pero no he tenido noticias al respecto".
Carlos Vergara
Estados Unidos
WASHINGTON.- En Estados Unidos el movimiento de indignados crece sobre un escenario de desempleo del 9,1 por ciento, economía planchada y decepción porque las enormes expectativas que generó la llegada de Barack Obama al poder no condicen con el horizonte de dificultad que asoma por donde se mire.
"Todos tenemos problemas, con excepción del 1% que se está quedando con el dinero del 99%", dice Benjamin Kitley, un empleado de farmacia que desde hace semanas pasa alguna de sus tardes en el campamento de McPherson Square, una de las dos plazas en las que acampa aquí un puñado de indignados.
Eso es lo primero que llama la atención en Washington, donde los okupas tienen una interna que no terminan de explicarse y que los llevó a dividirse en dos campamentos. Lo otro que llama la atención es la proximidad de ambos con la Casa Blanca y, por ejemplo, de las oficinas del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero todos parecen convivir en armonía.
"No puede ser que en este país sean unos pocos los que se quedan con la torta", dice Kitley, que pese a las preguntas de La Nacion tampoco sabe explicar por qué unos están en McPherson Square y otros, en la llamada Freedom Plaza.
La desigualdad parece ser el fuerte de su reclamo. Una desigualdad que se manifiesta de muchas maneras. "Los bancos siguen haciendo dinero en este país y se les perdona todo, mientras la gente sigue perdiendo sus casas por la burbuja inmobiliaria y nadie hace nada. Obama tampoco", asegura Kitley.
Están enojados por eso y por mucho más. Están frustrados porque no hay trabajo y porque el que existe está mal pagado, porque no pueden financiarse una educación y porque sienten que el sistema los empuja, crecientemente, a ser los pobres -muy pobres- en un país con muy pocos ricos, muy ricos. De allí su grito contra "el 1% que se queda con el 99 por ciento".
El problema es que, más allá del enojo, no saben qué hacer.
Silvia Pisani
Reino Unido
LONDRES.- Frente a las escalinatas de la catedral londinense de San Pablo donde los indignados británicos están apostados desde hace más de dos semanas, no se habla de otra cosa: 2,57 millones de británicos no tienen trabajo.
En términos de porcentajes, la cifra de desocupación, 8,1 por ciento, puede parecer baja en comparación con las de otros países europeos, pero es la más alta en los últimos 15 años. Se estima, además, que un porcentaje aún mayor está semiocupado y ganando salarios inferiores al nivel mínimo de pobreza.
"Yo me postulé a cientos de trabajos y ni siquiera conseguí que me respondieran las solicitudes", sostiene Lili Wallace, de 23 años, estudiante de negocios en Greenwich Community College, una escuela para adultos londinense.
"Ahora estoy tratando de establecer mi propio negocio, pero no encuentro un banco que esté dispuesto a darme un préstamo. Siento que estoy atorada en el fondo del barril y sin perspectivas de salir adelante", agrega la joven estudiante.
Lili fue una de las primeras en establecer su carpa en el corazón de la City londinense, la cual sólo abandona para ir a clases.
"Nos vamos a quedar aquí hasta que acepten nuestras demandas -advierte la joven-. Lo único que queremos es que el gobierno cree empleos en lugar de destruirlos, deje de recortar subsidios y que las empresas paguen salarios dignos", expresa.
Graciela Iglesias

http://www.lanacion.com.ar/1418869-la-palabra-de-los-indignados

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