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14Vendedor-combustible-NigeriaNIGERIA, AL BORDE DEL COLAPSO
Tras cuatro días de huelga general, el país africano se enfrenta a una de sus peores crisis económicas y sociales. ¿El principal temor? Que las protestas contribuyan al desarrollo del islamismo radical en el norte
eduardo s. molanoeduardosmolano / enviado especial a lagos
Día 12/01/2012 - 16.38h
Apenas ha estrenado la mayoría de edad, pero Garuba Sokoh cuenta con más experiencia en crisis económicas (y sus parches temporales) que cualquier sesudo manual universitario. No es extraño. Desde que el pasado 1 de enero el presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan retirara el subsidio a los combustibles, este joven de 18 años se ve obligado a revender gasolina en las calles de Lagos -ciudad más poblada del país- a 200 naira el litro (96 céntimos de euro). Una mera anécdota microeconómica, si no fuera porque hace tan solo una semana su precio era de tan solo 65 naira el litro (31 céntimos de euro).
«Antes de que los precios comenzaran a doblarse, trabajaba en un taller mecánico» -asegura el joven a ABC- «Sin embargo, sin comida ni empleo, esto se ha convertido en un desierto».
«Hay que sacar provecho de la situación. Nigeria se dirige a una guerra civil»
Cual jornada laboral, cada mañana Sokoh dirige sus pasos a un deposito regentado por excompañeros para adquirir el preciado (y revendido) líquido. ¿Su mayor preocupación? Eludir los piquetes que se han cobrado la vida de al menos 10 personas en la última semana.
«Nos pueden llamar mafiosos, pero desde que fuera declarada la huelga general el pasado lunes, las calles del país están totalmente desiertas, el aeropuerto se encuentra cerrado y es imposible abandonar la ciudad. Hay que sacar provecho de la situación. Nigeria se dirige a una guerra civil», reconoce resignado el joven, sobre todo, ante lo paradójico de la situación: pese a producir cerca de 2,4 millones de barriles de crudo al día, el país africano importa prácticamente la totalidad del combustible consumido (estas reservas se dirigen, sobre todo, a Estados Unidos).
Sin embargo, para el mandatario nigeriano, la reciente retirada del subsidio se antoja necesaria para rellenar el vacío presupuestario que sufre el país (el propio Goodluck Jonathan asegura que los 8.000 millones de dólares que aportará la medida serán reinvertidos en el desarrollo de infraestructuras). Y en una población que apenas sobrevive con dos dólares al día, las reacciones no se han hecho esperar.
Chantaje terrorista
«El principal problema es que la crisis económica y social provoque un levantamiento armado de las provincias musulmanas del norte [especialmente castigadas por la crisis]», asegura a este diario Oliver Doeme, obispo de Maiduguri. Los temores quizá no sean infundados. Más aún ante el actual chantaje terrorista al que se enfrenta el país.
Desde su fundación hace apenas una década, la milicia nigeriana Boko Haram -«la educación occidental está prohibida», en el dialecto hausa, y también conocido como Al Sunna wal Jamma, o «seguidores de las enseñanzas de Mahoma» en árabe- se ha convertido en fiel reflejo del fallido experimento demográfico del país africano: más de 167 millones de personas repartidos casi a partes iguales entre cristianos, sur, y musulmanes, norte. Precisamente, el pasado miércoles, Shekau Abubakar -líder del grupo- lanzó un serio desafío al presidente nigeriano al mostrar su apoyo indirecto a las protestas.
«En Lagos [mayoritariamente cristiano], la convivencia con los musulmanes es tranquila» -asegura Thomas Bonk, vendedor también de combustible-. «Las protestas religiosas que queden para el norte. Ahora mismo, nuestro principal desafío es sobrevivir».
El joven se despide. Es hora de abordar un nuevo automóvil.
La ONU ve «crímenes contra la humanidad»
La milicia islámica Boko Haram, al que se atribuyen los ataques contra cristianos en el norte de Nigeria -de mayoría musulmana -, y otros grupos implicados «pueden ser responsables de crímenes contra la humanidad», según ha asegurado este jueves la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay. La responsabilidad recaería sobre ellos si se establece que han cometido ataques sistemáticos y generalizados contra civiles, por razones que incluyan su pertenencia étnica o religiosa.
Pillay insta a los líderes religiosos y de opinión, a nivel nacional y local, a que se unan de manera resuelta para «poner alto a la espiral de violencia sectaria» y que eviten «caer en la trampa» de realizar declaraciones provocadoras. Ve también esencial que los líderes de las comunidades musulmana y cristiana condenen al unísono la violencia.

http://www.abc.es/20120112/internacional/nigeria-colapso-protestas-combustibles-huelga.html

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