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03chinabanderaLa cascada devaluatoria de las monedas de las naciones emergentes se agudiza por la desaceleración económica y el pinchazo de la burbuja bursátil en China, un proceso que comienza a recordar lo acaecido en el Sudeste asiático en 1997, pero con el doble agravante de la simultaneidad del fenómeno a escala mundial y el papel central de Pekín en el desarrollo de esta crisis.
El derrumbe bursátil producido hace más de tres semanas en las grandes Bolsas de Shangai y Shezen apenas remitió a través de una fuerte intervención estatal y una prohibición de negociar la mayoría de papeles privados, pero en la semana que acaba de finalizar Shangai volvió a desplomarse un 8,5% en apenas un día.

Al mismo tiempo, las cifras oficiales de crecimiento industrial y exportaciones de China han mostrado que la economía ha entrado en una fase definida de ralentización, con el temor subyacente de que el próximo estallido sea el de la burbuja especulativa en el sector inmobiliario, que concentra deudas billonarias en dólares y con gran participación del Estado y empresas para-estatales.
Mientras Grecia sigue debatiéndose al borde del abismo, con negociaciones interminables con sus acreedores europeos y con el FMI, la real preocupación de los centros financieros y económicos internacionales se han desplazado desde hace un mes hacia la evolución del gigante asiático.
Y no se trata de temores infundados o exagerados. Desde el inicio de la crisis estadounidense y mundial en 2007, China, junto con el mundo emergente, resultaron la clave para evitar el advenimiento de una nueva Gran Depresión ya que su fuerte crecimiento, aunado a políticas monetarias laxas en Occidente, permitieron articular la remontada, precaria pero real, de la economía mundial desde entonces hasta la fecha.
Este ciclo moderadamente alcista está, desde comienzos de este año, encontrando límites insalvables por la progresiva y firme caída que experimentan los precios de las materias primas y que suponen el fin de la fase de ascenso de la última década.
Esto ha llevado a una pérdida de ingresos de de exportación para los países emergentes que han visto depreciarse sus monedas significativamente, aguijoneados, además, por el fortalecimiento del dólar con relación al conjunto de las divisas.
Así, tomando como base el 1 de enero de 2013, el bath tailandés se ha depreciado frente al dólar en un 12,2%; el ringgit de Malasia un 19,8%, la rupia indonesia un 27,3%, el won de Corea del Sur un 8,6%.
En América latina, mientras tanto, el real de Brasil ha experimentando un verdadero derrumbe a lo largo de este año al perder un 20% frente a la divisa estadounidense, el peso mexicano ha caído un 8% y el peso chileno un 7%.
De acuerdo con el índice de materias primas de Bloomberg, el promedio de caída de estos productos en lo que va de este año alcanza al 11%, incluyendo mercancías tan variadas como el petróleo, el oro, gas natural, cobre, maíz, soja o hierro.
La ralentización del crecimiento chino, sumado al temor generado por el pinchazo bursátil y a las graves consecuencias que tendría el estallido de la burbuja inmobiliaria, está en la base de este retroceso de los commodities que han tocado, la semana pasada, sus precios mínimos en 13 años.
Si bien Rusia ha defendido el valor del rublo a través de subidas de sus tasas de interés, su situación no escapa a las generales de la ley ya que se trata de un país básicamente exportador de materias primas (petróleo, gas, minerales, etc.) al igual que Sudáfrica y Brasil, tres naciones cuyas economías están en franca recesión.
Pero el papel central de China en estos desequilibrios económicos y monetarios en la periferia no es el único punto de diferente con la crisis de 1997, ya que mientras aquella se limitó, al menos hasta 1998, a los países de la región, la actual abarca de manera simultánea al conjunto de las naciones emergentes exportadoras sin restricciones geográficas o productivas.
De allí su potencial gravedad, ya que las devaluaciones monetarias no funcionan como un factor de mayor competitividad pues el abaratamiento de las producciones de esos países chocan con la caída de la demanda no sólo de China sino también de la postrada economía europea que lucha a brazo partido para evitar que Grecia haga estallar el conjunto de la crisis de deuda que oprime a la Unión Europea (UE).
En este difícil contexto, una subida de la tasa de interés de la Reserva Federal en septiembre próximo, una medida posible pero no probable a la luz de la marcha de la economía estadounidense, actuaría como un catalizador del traslado de capitales de la periferia y Europa hacia Nueva York.
El efecto inmediato sería un agravamiento de la crisis monetaria y productiva a escala global, algo que importantes economistas como el Nobel Paul Krugman vienen advirtiendo, considerando que un suba de la tasa podría crear una situación similar a la que generó en 1937 una decisión de la Reserva estadounidense.
Un llamado de atención que debería ser tomado en cuenta ya que hoy la crisis es generalizada y simultánea a diferencia de 1997 e incluso de 1937 cuando las economías de Alemania y de la Unión Soviética crecían a buen ritmo por la producción armamentista y la industrialización planificada a marchas forzadas.
http://www.diariobae.com/notas/88033-china-hace-temer-un-agravamiento-de-la-crisis-economica-mundial.html

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