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17decenasJugaban al fútbol cuando se desató el enfrentamiento; un profesor los cubrió con su cuerpo pero dos resultaron heridos
ROSARIO.- En un instante, la tarde se quebró en mil pedazos. Los gritos de alegría fueron alaridos de dolor. Los 30 chicos de 7 y 8 años que jugaban, anteayer, en la cancha del club Defensores de América, en el norte de esta ciudad, quedaron atrapados en medio de un tiroteo infernal entre dos bandas; más de 60 disparos de ametralladora.
A Gino, de 7 años, una bala le provocó una fractura expuesta en una pierna; a Benjamín, de la misma edad, un disparo le dejó heridas más superficiales. Los demás, aterrorizados, no entendían nada.

El tiroteo en Casiano Casas y Washington es el cuarto enfrentamiento armado en los últimos 10 días en el que chicos resultaron heridos. La fiscal Silvia Castelli incluyó este nuevo hecho dentro de una trama de "ajustes de cuentas" y choques entre bandas que recrudeció en los últimos tres días.
Javier Osuna es dueño de una verdulería; también es profesor de las categorías 2008 y 2009 en Defensores de América. Anteayer a la tarde, cuando se desató el tiroteo no dudó en tirarse arriba de Gino y de Benjamín para cubrirlos de las balas. El entrenador contó que, en medio de la guerra, uno de los chicos le dijo: "Me muero, profe, me muero..."
Osuna se quiebra a cada paso de su relato. No puede soportar poner en palabras lo que vivió. "Estaba de espaldas y no veía lo que pasaba. Sólo escuchaba el ruido de las balas. Pero en ese instante creí que eran cohetes, petardos, hasta que el padre de uno de los chicos me dijo: «Son balas, Javier». Les grité a los pibes que se tiraran al piso. Corrí hasta donde estaban Gino y Benja y me tiré encima de ellos cuando vi que se desplomaban. En ese momento pensé que no estaban heridos. Hasta que me vi con las manos bañadas en sangre, y Gino que me decía: «Me muero, profe, me muero»", relató Osuna a LA NACION.
El tiroteo se desató anteayer pasadas las 19, cuando una camioneta se metió por Blas Parera y pasó frente a la plaza Merceditas San Martín, donde hay un playón de cemento con una cancha de básquet construida por la municipalidad. Un alambrado separa ese predio del club Defensores de América.
Mientras se realizaba la práctica de fútbol en el club, en la plaza había un grupo de jóvenes reunidos. En principio, para la fiscalía se trató de un enfrentamiento entre los ocupantes de una camioneta y de una motocicleta en la que iban dos jóvenes. Pero con el correr de las horas tomó fuerza la hipótesis de que el enfrentamiento fue entre quienes disparaban desde la camioneta y el grupo estacionado en la plaza.
Los investigadores sospechan que desde la camioneta dispararon con una ametralladora. Peritos de la Policía de Investigaciones encontraron decenas de vainas servidas cerca de los bancos de la plaza. Las balas no sólo fueron hacia la canchita donde jugaban los chicos. Una vecina, María Raquel, mostró con miedo los agujeros de seis balas que se incrustaron en la puerta y en el frente de su vivienda. "Dentro de mi casa nos tiramos cuerpo a tierra", admitió.
Padres consternados
Ayer, los padres de los chicos atacados se reunieron al costado de la cancha, preocupados por la situación. Miriam Monje, presidenta del club nacido a mediados de los 70 que cobija a unos 90 chicos del barrio Casino Casas, dijo que lo que ocurrió "pudo ser una masacre". Muchos temen que se repita. Por eso quieren construir un paredón. "Es un manotazo de ahogado. Pero queremos que, aunque sea, no entren las balas y los chicos estén un poco más seguros", sostuvo Jorge.
Mariel Lucero, la esposa de Javier, el entrenador, es la tesorera del club. Admitió que estos episodios la "demuelen y entristecen". Y agregó: "Trabajamos en el club para darles otra opción a los chicos, para que no caigan en las drogas, para que no se vayan del otro lado del alambrado a drogarse. Y lo que ocurrió te demuele, te quita las ganas".
No tienen ningún subsidio ni aporte estatal. Se mantienen, según relatan los dirigentes, con la cuota de 40 pesos que pagan los padres.
De ese club salieron algunos chicos que llegaron a triunfar como futbolistas. Por caso, Fabián Monzón, ex jugador de Boca Juniors y actual lateral de Universidad Católica de Chile, que vivía a dos cuadras de la cancha. Y una promesa es Leandro Berti, de 17 años, que está en la primera del Villarreal, de España.
Javier dice que justamente anteayer, cuando se desató el tiroteo, los chicos estaban entusiasmados porque estrenaban las pelotas nuevas y las camisetas que Berti había mandado desde España.
Un episodio similar ocurrió el domingo pasado en el barrio La Tablada, en la zona sur, donde irrumpieron cinco hombres armados con pistolas 9 milímetros que empezaron a disparar contra un grupo de jóvenes mientras varios chicos jugaban en la calle. Una niña de 8 años recibió impactos en una mano y en un pie; además, fueron heridos dos adolescentes. Una mujer juntó valor y se interpuso entre los atacantes y los chicos: también recibió un tiro en una pierna.
La trama que se investiga es el enfrentamiento armado entre bandas vinculadas con la venta de drogas. Como tantas otras veces. Se analiza la vinculación en este hecho de Emanuel Sandoval, que vive a tres cuadras del lugar del tiroteo y que estuvo detenido por el ataque a balazos a la casa del entonces gobernador Antonio Bonfatti, en 2013. Fue condenado a tres años y medio de prisión, pero ya está libre.
Fuente:

http://www.lanacion.com.ar/1884643-decenas-de-chicos-atrapados-en-un-tiroteo-infernal-entre-dos-bandas

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