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Por Giulietto Chiesa - 11 de Marzo de 2015

Un ejército de ocupación, tiene que estar lo más lejos posible en el extranjero, en los países conquistados que hay que vigilar: cuando estos no son suficientes, se conquistan
o se desestabilizan otros.
 
Parece que los Estados Unidos, cuanto menos controlan la situación más terminan siendo absorbidos por aventuras de las que no saben como salir. Y, cuando deciden – o se ven obligados – salir, es allí cuando se encuentran con el problema de arreglar las cosas dentro, es decir, de afrontar los efectos provocados en su propio territorio.


Es lo que está ocurriendo luego de la evacuación de Afganistán, pero también de la retirada parcial de la enorme cantidad de medios de transporte obsoletos estacionados hasta en Alemania y Europa Central. Así miles de vehículos, tanques de guerra, carros de combate, cañones, camiones para la logística, automóviles de distintas dimensiones y destino de uso – una vez repatriados – viajan en trenes de un depósito a otro de los Estados unidos. Y hay decenas de estos depósitos en casi todos los Estados de la Unión Europea.
Los costos de la repatriación son vertiginosos de por sí. Pero, por ejemplo, no se puede dejar nada en Afganistán. El riesgo es que caiga en manos de los talibanes. ¡Imaginemos si podrían quedar las municiones! Tampoco se pueden destruir en el lugar todas las armas que, en su momento, fueron introducidas y que llenaron el país. Los primeros en ofenderse por tanta providencia, destruida frente a sus propios ojos serían los señores locales, por la descarada demostración de falta de confianza. Por lo tanto hay que evacuar todo (salvo lo que se logra vender, a escondidas, pero esto es algo de lo que no existen estadísticas).
Pero lo peor es cómo resolver el tema del “personal”, que no se puede dejar en los valles afganos y ni tampoco en alguna ciudad europea, como podría ser Vicenza. Eso lo tienes que volver a llevar de nuevo a su patria, no hay otra que hacer. Haciendo cuentas, aproximadamente, porque las cifras oficiales no son atendibles, resulta que los Estados Unidos cuentan con un ejército pletórico. Tenerlo y mantenerlo todo entero en el territorio no solo es imposible sino que además no es del todo seguro. De hecho es un ejército de ocupación por lo tanto tiene que estar la mayor cantidad de tiempo posible en el extranjero, en los Países conquistados que hay que vigilar. Y cuando estos no son suficientes entonces hay que conquistar o desestabilizar otros.
Cuando estas decenas de miles de hombres están en los USA se presenta el problema de que hay que pagarles, alimentarlos, asistirlos: son todas cosas muy costosas. Y los que ya han estado en combate se ven expuestos a crisis de abstinencia que lo ideal sería que no las tuvieran en el territorio de la patria. De aquí surge la obvia decisión de mantenerlos ocupados lo más posible en el extranjero. En ese caso, quien paga su estadía será la OTAN, por ejemplo, o bien la Unión Europea. Sea quien sea el que pague es bueno, lo importante es que no sea en los Estados Unidos. Es lo que se acaba de decidir para los 600 “paracaidistas” que, el mes que viene, llegarán a Kiev. En su mayoría son veteranos que han combatido en Afganistán, precisamente, y en Irak y que se encontraban acuartelados en la base de Fort Hood, en Texas. Es el batallón del primer escuadrón de caballería al mando del General Michael Billis.
Se dice que tendrían que “formar”, es decir, instruir a la Guardia Nacional de Ucrania, que es la que cuanta con la máxima concentración de nazis del “Sector Derecho” y de “Svoboda”. Sin embargo, según parece, sólo 300 de ellos serán destinados a cumplir funciones de instrucción y de organización de la logística y las comunicaciones. El oficial de cooperación internacional será el mayor general Alexander Krivenko. En cambio otros 300 serán distribuidos en los diferentes destacamentos territoriales de la Guardia Nacional, para formar a los grupos operativos. Cumpliran con la función oficial de “inspectores”. En realidad participarán en eventuales operaciones militares, ofreciendo su experiencia en combate.
 Pero hay otra verdad. En total no llegarán solo 600 “paracaidistas” a Ucraina. El número llegará a los 800 si se tienen en cuenta los 200 mercenarios de la multinacional Greystone (empresa de seguridad privada) quienes también tendrán la función de “consejeros militares”. El significado de este verdadero operativo militar es uno solo: aumentar la capacidad de influencia norteamericana en el campo de operaciones de eventuales nuevas acciones bélicas en contra de Donbass, incluso más allá y por encima de las decisiones que podrían ser tomadas por el Presidente Poroshenko, de acuerdo con los Gobiernos europeos, como Alemania, Francia e Italia (después del viaje que realizó Matteo Renzi a Moscú).
Y se está por abrir el “frente Norte”. Las últimas noticias hablan de la llegada de una treintena de oficiales norteamericanos al Distrito de Daugavpils (limítrofe con Lituania, Bielorusia y Rusia, cuya población es en su mayoría rusa), oficialmente para “aprender el ruso”. Y la llegada a Riga de un barco cargado con (más de cien) tanques de guerra Abrams, de carros de combate Bradley y de Humvees. Todo esto para “hacer frente a la amenaza rusa”, dice el general-mayor O’Connor. Todos nuevos a estrenar. ¿No querrán darle a los aliados del Báltico cosas oxidadas? (Por ahora pagan ellos).
Fuente: ilfattoquotidiano.it

Extraído de: megachip.globalist.it

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