KIEV ACUSA A MOSCU DE PRETENDER DESATAR LA TERCERA GUERRA MUNDIAL
El Gobierno denuncia un acercamiento de las tropas rusas a la frontera y avisa al Kremlin de que cualquier incursión en su territorio es «una invasión» y que los atacantes «serán destruidos»
AGENCIAS - KIEV En plena escalada de las tensiones entre Rusia y Ucrania, donde las tropas del Gobierno de Kiev han emprendido una segunda fase de la «operación antiterrorista» en el este del país, mientras que las fuerzas de Moscú han iniciado una maniobra militar como respuesta a las actuaciones de sus vecinos, el primer ministro interino, Arseni Yatseniuk, culpó ayer al Kremlin de «querer empezar una Tercera Guerra Mundial», al tiempo que advirtió de las consecuencias que los actos de la potencia exsoviética podrían tener.
En este sentido, el premier indicó que considerará cualquier incursión en su territorio por parte de soldados rusos como «una invasión» y que «los atacantes serán destruidos».
Dichas palabras se produjeron apenas unas horas después de que el Ministerio de Defensa informase de que las tropas del país vecino que participan en maniobras cerca de la frontera se habían aproximado a un kilómetro de la línea limítrofe, por lo que aseguró que los efectivos ucranianos «están preparados para repeler cualquier agresión».
Además, Yatseniuk anunció que las Fuerzas Especiales nacionales lanzaron la segunda fase de su plan antiterrorista, estableciendo un bloqueo completo de la urbe de Slaviansk, controlada por separatistas y donde el pasado jueves murieron al menos cinco personas. El objetivo es, según indicó, cerrar la localidad «completamente y no dar ninguna oportunidad de que lleguen refuerzos», así como «no permitir víctimas entre los civiles», por lo que apuntó que «no asaltaremos la ciudad, porque eso podría conllevar un gran número de personas heridas».
«Los terroristas deberían estar en guardia las 24 horas del día. Los civiles no tienen nada que temer», explicó, por su lado, el presidente interino, Oleksander Turchinov.
Por su parte, el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, calificó de «crimen sangriento» la operación emprendida desde su país vecino y se mostró convencido de que las nuevas autoridades se enfrentarán a la Justicia por ello.
«Kiev está llevando a cabo una guerra contra su propio pueblo», lamentó, al tiempo que indicó que el Kremlin «contribuirá firmemente a la desescalada del conflicto».
Mientras tanto, el conflicto sobre el terreno continúa progresando, después de que un helicóptero de las Fuerzas Armadas ucranianas fuera alcanzado por una granada autopropulsada en el aeródromo de Kramatorsk, cerca de Slaviansk, un ataque que hizo explotar la nave.
Asimismo, en la misma zona fueron secuestrados siete observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), tal y como denunciaron desde el Ministerio del Interior ucraniano, que indicaron que los diplomáticos viajaban en un autobús que fue tomado por un grupo de activistas en el que, además, iban cinco militares nacionales, que fueron llevados por la fuerza a la sede local del Servicio Secreto de Slaviansk, tomada desde la semana pasada por los rebeldes.
En Odesa, situada en el Mar Negro, al menos siete efectivos de la seguridad gubernamental resultaron heridos en una fuerte detonación ocurrida en un puesto de control callejero. Al parecer, el artefacto fue escondido por separatistas, que en los últimos días han incrementado sus actuaciones en la ciudad.
Ante la escalada de la tensión, la comunidad internacional anunció nuevas actuaciones, como la de Francia, que enviará la próxima semana a Polonia cuatro aviones de combate dentro del plan de seguridad de la OTAN con Europa Central y los Estados bálticos, ante el incremento de los temores de que las tensiones entre Rusia y Ucrania se extiendan en el este del continente.

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