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fukuaunmesUN MES DE LA CATÁSTROFE Y TODO SIGUE IGUAL
Un minuto de silencio en un refugio en recuerdo de las víctimas. | Efe
•    El Gobierno ha anunciado que se amplía la zona de evacuación de la planta
El 11 de marzo Japón vivía la mayor catástrofe de su Historia. Un terremoto de magnitud 9 provocaba un devastador tsunami que arrasaba con toda la costa nipona. 13.116 han muerto, 14.377 siguen desaparecidas, y 150.000 no tienen hogar, según el último recuento de la policía.
Pero la mayor preocupación durante estos 30 días ha sido y sigue siendo la situación de la planta nuclear de Fukushima Daiichi, gravemente dañada por el tsunami y el terremoto.
Durante este tiempo se han vivido explosiones, fugas radiactivas, datos erróneos, vertidos al mar, agua contaminada, alimentos con altos niveles de radiación, en definitiva pánico y sobre todo mucha falta de información.
Aunque, el portavoz del Gobierno, Yukio Edano, ha comparecido día tras días para ofrecer un balance de la central, junto a los operadores de la compañía dueña de la central, Tepco, poca ha sido la tranquilidad que han dado sus datos. Primero, porque muchos opinan que han mentido y lo siguen haciendo o por lo menos ocultan información. Y por otro, porque cada vez que daban un dato positivo a las horas la central vivía una nueva crisis.
Lo poco que llegaba de Fukushima, lo hacía a través de los 300 trabajadores que se encontraban y se encuentran allí, y tampoco parece suficiente ya que no tienen prácticamente contacto con el exterior.
La amenaza de una catástrofe nuclear similar a la de Chernóbil (1984) se cernió sobre el mundo. La información que iba llegando tampoco auguraba un futuro mejor para la planta japonesa, aunque desde el Gobierno y Tepco se intentaba transmitir una tensa calma.
Los recipientes contenedores de los reactores están destrozados en el número 1, 2, 3 y 4; los sistemas de refrigeración de las pisicinas de combustible no funcionan; las barras de combustible se han fundido en algunos núcleos; los intentos para enfriar los núcleos han inundado los reactores con toneladas de agua radiactiva que se están filtrando al exterior y se teme que las altas concentraciones de hidrógeno produzcan nuevas explosiones.
Según los expertos, la crisis nuclear por la que pasa Fukushima no tiene atisbo de finalizar y advierten que se trata de una carrera contrarreloj de semanas o meses para lograr estabilizar la planta.
"Es obvio que la planta no es capaz de funcionar con normalidad", ha reconocido Edano. Una declaración de intenciones que pasó por anunciar que la central no volvería a reiniciarse y sería desmantelada. El problema es cómo desmantelar algo que es incontrolable. De hecho, hoy Edano ha anunciado que se amplía la zona de evacuación de la central, que hasta ahora estaba en 20 kilómetros.
Edano dijo que los nuevos planes de evacuación se aplicarán a localidades como Iitate, a 40 kilómetros de la central, y al pueblo de Minami Soma, donde se han medido elevados niveles de radiactividad acumulada.
153.000 PERSONAS SIN HOGAR
A la crisis nuclear hay que añadirle la crisis humana que ha generado el temor a la radiación. Familias enteras se han visto obligadas a abandonar sus hogares en los alrededores de la central, y ahora ocupan se hacinan dentro de los más de 2.300 refugios temporales, que albergan a un total de 153.000 personas, y que han sido habilitados por el Gobierno.
En Rikuzentakata, una de las ciudades destruidas, una mujer de unos treinta años sigue buscando entre los escombros de su casa. "Ha pasado un mes y estoy siempre en busca de un objeto personal, ni siquiera encuentro una foto", asegura.
"Estoy muy preocupada por qué va a pasar ahora, o el trabajo que puedo encontrar...", añade. Y es que es la economía japonesa la otra gran preocupación.
Además de las decenas de miles de personas golpeadas por la catátrofe y del pánico nuclear, el otro gran bache será al que tendrá que hacer frente la economía nipona. La tercera economía más importante del mundo hasta el 11 de marzo y también una de las más endeudadas, tendrá que enfrentarse a unos costes de reconstrucción valorados en 300.000 millones de dólares.
Un dinero con el que habrá que devolver el suministro eléctrico a todas las zonas afectadas, ofrecer ayudas a las empresas que han parado su producción, incentivar la bolsa japonesa frente a los mercados internacionales y sobre todo, reconstruir el país.
Pese a la crisis nuclear, la humana, la energética (270.000 hogares siguen sin luz) y la económica a la que Japón tiene que hacer frente, el pueblo nipón ha demostrado una valía que parece al imposible en otras partes del mundo.
En la capital, Tokio, la vida ha continuado como si no hubiera nada que la frenara, mientras que en las localidades de la costa, las más arrasadas por el terremoto, los supervivientes siguen haciendo gala de una tranquilidad y saber estar propia de los japoneses.
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/04/11/internacional/1302504647.html

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