Por Jorge Figueredo
La fuerza pública, en especial las fuerzas armadas, tiene como misión defender a las autoridades legítimamente constituidas. Ahora bien, en este caso, la designación de Franco por el Parlamento, no solo no fue legitima, sino que además los parlamentarios -al actuar arbitrariamente y presentar una acusación sin sustento y una sentencia sin fundamentos legales y constitucionales, que tuvo como consecuencia la separación del cargo de Presidente de la República de Fernando Lugo, electo democráticamente por medio del voto directo del pueblo- habrían cometido hechos punibles contra el Estado, en especial contra la constitucionalidad del Estado y el sistema electoral, habiéndose atentado además contra el orden constitucional establecido en el art. 273 del código penal, en concordancia con los artículos 1,2,3, 137, y 138 de la Constitución Nacional.
Finalmente podemos sostener que en el Paraguay actualmente se ha demostrado que no existe estado de derecho y mucho menos un poder judicial que sea verdaderamente custodio de la Constitución, porque si lo fuera, su máximo órgano, la Corte Suprema de Justicia debería haber restablecido la ruptura del orden constitucional y no legitimado el golpe parlamentario con ropaje de juicio político.
No podemos continuar siendo ilusos, el pueblo no es tonto, hace rato que se ha despertado, y ya no es un pueblo de cretinos como lo afirmaba el ilustrado y ex Presidente de la República liberal Cecilio Baez, por más que Enrique intente manipular la historia del Paraguay tildando de legionarios a los que están contra el golpe, como si no conociéramos el origen de la Legión Paraguaya, y el enorme daño que causaron al país, antes y después de la guerra de la Triple Alianza, cuando estuvieron en la fundación de los partidos Colorado y Liberal, en las ventas de las tierras públicas, en la creación de los latifundios y empresas esclavistas en pleno siglo XX, y varios de sus descendientes del parlamento, de la prensa comercial, de los industriales, de los ganaderos, que conspiraron para derrocar a un gobierno constitucional y para defender los intereses de las multinacionales principalmente.
Estos son los legionarios modernos, que históricamente han entregado la soberanía de nuestro país al capital extranjero, pero estos son peores, más mediocres, conservadores, egoístas, hipócritas, como los fariseos de bíblica memoria.