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Tras las empresas que copan el mercado del aluminio de Guayana hay una cadena de denuncias, que van de Venezuela a Argentina. En ellas figura un personaje que ha salvado la nomina de la CVG. Por Joseph Poliszuk
EL UNIVERSAL
martes 8 de octubre de 2013  12:00 AM
A las afueras de Puerto Ordaz, en los portones de las empresas de aluminio -Alcasa, Venalum, Bauxilum y Carbonorca- resulta familiar el nombre de Roberto Wellisch, un empresario argentino-venezolano, a quien han llegado a llamar en la zona como "El Zar del Aluminio". Representa a la trasnacional Glencore en Venezuela y aunque ya en los 70 andaba por el estado Bolívar, su nombre se escucha desde 2005 en los corrillos de las empresas básicas, donde a cambio de aluminio y otras materias primas, en los últimos años ha negociado más de 540 millones de dólares, según el mismo contó frente a una masa de trabajadores que el 17 de agosto de 2010 fueron a escucharlo en el auditorio Orinoco de Ciudad Guayana.

En los días del paro petrolero de 2002 y 2003 trabajó sin descanso, pero fue en 2005 cuando se le empezó a vincular públicamente con la trasnacional suiza, Glencore, que en ese momento firmaba sus primeras compras a futuro con las compañías estatales del aluminio. ¿Por qué entonces se le tendría que conocer en los portones de las industrias básicas, sitios tradicionales de concentraciones obreras? Porque algunas veces su oportuna intervención ha salvado la quincena de los trabajadores con dinero fresco que desembolsó a cambio de entregas a futuro, y con ese dinero, ha aplazado la fecha de quiebre de las empresas estatales.

Wellisch no lo esconde. El 17 de agosto de 2010 protagonizó un evento sin duda inusual en el Teatro Orinoco de Venalum. Desde el podio, flanqueado por tres colaboradores y con láminas de Power Point, fue aclarando dudas a un auditorio lleno de trabajadores que entonces le pedían cuentas a nombre de lo que el Gobierno vendió como el modelo del "Control obrero".

Esa mañana reveló, por ejemplo, que representaba a Glencore en Venezuela a través de su firma Palmat. Que en 10 años había negociado contratos a futuro con Venalum por 239 millones de dólares, con Bauxilum por 234,5 millones y con Alcasa por 70 millones, y, que buena parte de los depósitos habían sido transferidos a una cuenta que la Corporación Venezolana de Guayana abrió al otro lado del mundo, en una oficina comercial que el grupo ruso Gazprombank tiene en Líbano.

"Pagamos 312 millones de dólares entre Venalum, Alcasa y Bauxilum", dijo. "¿Qué hizo la CVG con ese dinero? Lamentablemente se que no llegó a la industria del aluminio; sabemos que fue a distintos lugares, incluso a una generación de electricidad de Sidor, y hasta allí llego".

El dinero que Glencore y otras trasnacionales habían depositado desapareció del mapa en marzo de 2010, justo en los momentos en que las vacas flacas llegaron a la Corporación Venezolana de Guayana. Unos movimientos bancarios filtrados desde las empresas básicas advierten que más de 700 millones de dólares acumulados en la famosa cuenta del Líbano pasaron entre el 10 y 18 de marzo de este año a otra cuenta del Fondo de Desarrollo Nacional, Fonden.

Wellisch dijo que sabía que el dinero depositado no había llegado a la CVG pero no dio primicias sobre el destino de los fondos; siguió con un conversatorio en el que ofreció desde transporte para los hijos de los empleados hasta apoyar la unidad de quemados como parte de su política de responsabilidad social empresarial.

En 2007, sin embargo, su nombre sonó menos a un Mesías que repartía ayudas. Al menos era así en un informe que Carlos Lanz -el sociólogo que entonces presidía Alcasa y lideraba un experimento fallido de cogestión- presentó ante la Asamblea Nacional. En el papel denunciaba la existencia de cárteles entronizados en la región que monopolizaban las actividades productivas en las empresas de aluminio, hierro, oro y diamantes en el sur de Venezuela.

Señalaba sin cohibirse a Roberto Jorge Wellisch y a Glencore A.G. Titular de un día: fracasada la cogestión y con Lanz fuera de su cargo gerencial, nadie se ocupó de investigar ni una letra de la denuncia.

En el informe sobre la compañía Glencore en Venezuela -aparecido el 14 de febrero de 2007 en Aporrea.org y presentado originalmente ante la Comisión de Asuntos Sociales de la Asamblea Nacional- Lanz se refería a la mala conducta de la trasnacional en los siguientes términos: "Glencore coordina y lideriza el cártel del aluminio en Venezuela, agrupa a estas empresas ya mencionadas y se distribuyen buena parte de la producción del aluminio".

"Glencore y sus empresas asociadas juegan duro y sucio, como norma, en todos los países", continuaba. "Los agentes de Glencore poseen un estilo agresivo y utilizan el soborno, el chantaje, el manejo de medios de comunicación para desprestigiar o destruir reputaciones. Se mueven con agilidad y eficiencia en el terreno de la corrupción de funcionarios y el lobby político".

La conexión K

Tres años después -en 2010- Wellisch también quedó expuesto, pero esta vez por un escándalo importado desde Argentina sobre presuntos pagos de comisiones en los negocios bilaterales entre Caracas y Buenos Aires.

El ex embajador argentino en Caracas, Eduardo Sadous, denunció que empresarios de su país se veían obligados a hacer un pago de 15% en comisiones para la venta de maquinarias agrícolas al Ministerio de Agricultura y Tierras de Venezuela, entonces a cargo de Elías Jaua.

La negociación comenzó en una feria agrícola realizada en Barinas, a la que asistieron los directivos de Palmat y una serie de altos funcionarios. El negocio ya tenía la venia de los presidentes Néstor Kirchner y Hugo Chávez, lo refrendaba un acuerdo binacional.

El alto gobierno argentino, es decir, Julio De Vido, ministro de Planificación de Argentina, y Claudio Uberti, otro funcionario también involucrado con el caso de la valija de Guido Antonini Wilson, junto con representantes del propio Presidente Hugo Chávez, acordaron otorgar la exclusividad de los "contratos de agencia" a dos empresas en cuya junta directiva figuraba otra vez Wellisch: Madero Trading y Palmat Internacional, que luego del escándalo del maletín de Guido Antonini Wilson fue sustituida por la subsidiaria PalmatIntertrade.

Un episodio con dudosa explicación fue la desaparición por algunas semanas de 84 millones de dólares destinados a un fideicomiso, también alertado por el embajador Eduardo Sadous. ¿Qué relación puede tener este episodio con el pago de comisiones por parte de los comerciantes argentinos? En el marco del acuerdo bilateral, entre 2005 y 2008 Pdvsa recibió pagos por parte de Camessa -Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico de Argentina- por 554 millones de dólares.

Con esos recursos, el Gobierno nacional luego canceló las maquinarias agrícolas que las empresas argentinas proporcionaban a la Corporación Venezolana Agrícola. Según la denuncia del embajador Sadous, las empresas argentinas beneficiadas pagaron 40 millones de dólares en comisiones a las intermediarias Palmat y Madero Trading.

Vínculos financieros

Pero aún falta un tercer capítulo donde coinciden los mismos protagonistas. El representante de Madero Trading, el argentino José Ernesto Rodríguez, también era representante del Banco Guayana en Argentina. Wellisch formaba parte de la junta directiva de ese banco en Puerto Ordaz, estado Bolívar, y la sede argentina del Banco Guayana estaba en el mismo domicilio de Madero Trading.

Todos los caminos conducían al mismo grupo que hoy aparece al frente de las empresas que copan el mercado del aluminio de Guayana. En el diario argentinoClarín, del 7 de julio de 2010, se afirma que según los datos obtenidos por la diputada opositora y ex candidata presidencial, Elisa Carrió, existe otro vínculo entre Roberto Wellisch y, esta vez, el presidente de Fluviomar, Andrés René Guzmán, quien tuvo participación en la empresa americana ACBL, en la que Wellisch tiene acciones desde ACBL de Venezuela.

Esa empresa domina el transporte de aluminio y otras materias primas por el río Orinoco en Venezuela y en su junta directiva también figura el presidente del Banco Guayana para 2007, Oscar Giménez Ayesa, quien también fue señalado desde Argentina como uno de los intermediarios del polémico fideicomiso.

"De lo descrito se desprendería que el mismo grupo empresario coincidió en ACBL Venezuela, ACBL Hidrovías, Palmat y Fluviomar/Fluvioalba", advertía la diputada argentina Elisa Carrió. Y se trata precisamente del mismo pool de empresas y funcionarios que hoy recibe buena parte de los cupos del aluminio que sale de las industrias básicas de Guayana tanto al mercado interno como externo.

Para esta y otras notas anteriores se intentó conseguir, sin resultados, una versión personal de Wellisch sobre sus negocios en Venezuela, pero la única vez que salió en su defensa fue en mayo de 2010. "Llego al otoño de mi vida con una posición sólida gracias a mis esfuerzos cotidianos", aseguró entonces a través del diario Página 12 de Buenos Aires.

"Soy un hombre de valores y conducta ética. Mi empresa tiene 30 años dedicados a la intermediación comercial. Palmat cuenta con conocimientos e infraestructura que agregan valor a las operaciones de nuestros clientes y aliados (...) Palmat fue seleccionada de manera individual por treinta y nueve empresas fabricantes de maquinarias agrícolas de la Argentina. La relación profesional fue estipulada en contratos, suscriptos directamente y sin intermediación (...) y se facturó en forma transparente y legal".

El caso de las comisiones y las denuncias del ex embajador Sadous fueron desestimadas por la justicia argentina y en Venezuela nunca se investigó a ninguno de los implicados, pero el nombre de Wellisch junto al de Palmat, que es lo mismo que decir Glencore, continúa pronunciándose en Guayana, por donde se le ve pasar de vez en cuando.
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