Por Alejandro Díaz, de Our Voice Córdoba-7 de agosto de 2019
La Dictadura Cívico, Militar y Eclesiástica que usurpó el Estado argentino durante el período 1976 – 1983 desarrolló una violencia extrema contra la población en general, y contra ciertos sectores en particular. Obreros, estudiantes e incluso empresarios fueron víctimas seleccionadas puntualmente por ser obstáculos de una fuerza paraestatal, que era anterior a la Dictadura Militar, que fue durante la Dictadura Militar y que siguió siendo, después de la Dictadura Militar.
Hoy, pese a las detenciones de decenas de represores, recién comienza a correrse el velo que nos permite comprender, las verdaderas relaciones de poder que hicieron de las Fuerzas Armadas un títere. En este sentido son fundamentales los avances que se vienen concretando con las investigaciones de “Responsabilidad empresarial en Delitos de Lesa Humanidad”. Dentro de este ámbito, es que, pretendo acercarlos al libro: “Cuentas Pendientes: Los cómplices económicos de la dictadura”, Siglo XXI Editores de 2013, donde numerosos especialistas de diversas áreas, entre ellos Juan Pablo Bohoslavsky (Doctor en Derecho), Claudio Tognonato (Sociólogo y Filósofo) y Horacio Verbitsky (Periodista, Escritor y astronauta honoris causa), ofrecen los primeros resultados de las investigaciones llevadas adelante. Intentando demostrar científicamente, que hubo un grupo organizado (proveniente del sector privado, incluso los principales directivos de compañías multinacionales), que gestó las condiciones previas al golpe de Estado, mientras infiltraba y arengaba a las Fuerzas Armadas a realizarlo. Y que inmediatamente, depuesto el Gobierno Constitucional, ocupó los puestos neurálgicos de la administración pública, en especial las carteras económicas, desde donde se dedicó afanosamente a saquear al Estado en su propio beneficio y el de sus “amigos”. La Dictadura no fue solo un movimiento represivo, fue, y es, un proyecto económico, social y, en definitiva, político.
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