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05cambiosRADIACION NUCLEAR ORIGINA CAMBIOS EN LA NATURALEZA
Las deformaciones de las mariposas a causa del accidente nuclear de Fukushima son ajustes de la especie al medio, dice Guillermo Espinosa, del IFUNAM
Martes 06 de noviembre de 2012Redacción | El Universal
La mariposa Zizeeria maha reacciona a los cambios ambientales, por lo que funciona como indicador. (Foto: Archivo El Universal ) 
"Los cambios ocasionados por radiaciones no son necesariamente nocivos", sino ajustes que hacen las especies al medio, afirmó Guillermo Espinosa, investigador del Instituto de Física de la UNAM (IFUNAM), en referencia al artículo publicado recientemente por la revista Nature sobre las anormalidades fisiológicas que sufrieron las mariposas de Fukushima.
En agosto, la revista británica reveló cambios morfológicos en las mariposas Zizeeria maha a más un año de la expulsión de material radioactivo de la Central Nuclear de Fukushima, en Japón, una de las 25 mayores plantas del mundo, que fue provocada por un gran terremoto y un tsunami el 11 de marzo del 2011.
El incidente y el consecuente artículo han provocado reacciones en contra de la energía nuclear y su uso para generar electricidad por los posibles daños al medio ambiente y a la biodiversidad, así como por el manejo de sus residuos. Sin embargo, de acuerdo con el especialista en radiación del IFUNAM, no hay razón para ser alarmistas.
Radiación con sentido evolutivo
A pesar del estudio de los japoneses, para Guillermo Espinosa la conclusión no tiene que ser negativa ni alarmista. "Las radiaciones ambientales sí cambian la estructura (pero) no todas son nocivas o mortales, sino que dan pie a una evolución, lo cual es otra forma de ver la actuación de la radiación en los seres vivos".
"Nosotros encontramos que después de un tiempo hay anormalidad en la forma, por lo tanto sí hay modificación por radiación, pero ésta no es una modificación dañina, sino que es un cambio como ajuste al medio", explicó Espinosa.
El especialista en trazas nucleares recomendó tomar con precaución el documento publicado en Nature, pues, dijo, un solo artículo no es suficiente para definir la situación ni las consecuencias de lo ocurrido después del Terremoto de Tohoku, como también lo llaman los nipones.
La misma Organización Mundial de la Salud lo toma con precaución. En su informe Estimación de dosis preliminar del accidente nuclear después del gran terremoto y el tsunami del 2011, concluye que los niveles de radioactividad en Fukushima son bajos y no representan ningún perjuicio para la salud de los habitantes.
En realidad, apuntó Espinosa, es muy pronto para ser tajantes sobre el impacto en los seres humanos debido a que para saber si hay cambios genéticos o morfológicos en estos, es necesario esperar a analizar generaciones posteriores a las actuales.
Es por ello que para analizar modificaciónes genéticas se utilizan especies de las que se puedan obtener varias generaciones en poco tiempo, como las mariposas o las moscas, que viven 16 días aproximadamente.
Aunque la posibilidad del riesgo siempre existe, el investigador enfatizó que no hay razón para demonizar a la energía nuclear. De hecho, explicó, el uso de la radiación en algunas especies ha traído beneficios, como la esterilización de moscas por radiación, en la que México es líder, y que ha servido como un control de plagas reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), pues al disminuir el número de moscas, se evita el uso de insecticidas nocivos para el medio ambiente.
La prueba del delito
El artículo, publicado el 9 de agosto, muestra los resultados de un estudio en el que investigadores de la Unidad de Fisiología Molecular de la Universidad de Ryukyus, en Japón, recolectaron mariposas en el lugar de la crisis, luego de dos y seis meses de la explosión.
Las mariposas son, en general, sensibles a lo que acontece en su medio, y la Zizeeria maha lo es más, debido a que el color de sus alas cambia en función de los cambios en el ambiente, explican los investigadores en el artículo. Por eso, siempre ha sido "una especie indicadora para evaluar las condiciones del medio ambiente". De hecho, en 2005 esta misma especie se utilizó para medir los efectos del maíz trangénico.
En mayo del 2011, los investigadores japoneses realizaron la primera muestra. Recolectaron 144 ejemplares (111 machos y 33 hembras) de 10 localidades distintas, incluida Fukushima. Desde este momento, encontraron más anormalidades en las mariposas de las zonas con mayor radiación, como alas más pequeñas en los machos.
Seis meses después del accidente, hicieron una segunda muestra: 238 ejemplares (168 machos y 70 hembras) provenientes de 7 de las 10 ciudades previas. Se trataba, dicen los científicos, de la cuarta y quinta generación de las mariposas originales. De nuevo, fue en las de Fukushima en las que hallaron los mayores impactos respecto a las de las otras ciudades y cambios más evidentes que los de sus progenitores.
Con esto, concluyen que "las anormalidades de los individuos F1 (la nueva generación) que se obtuvo de padres sanos sugiere que los genes importantes en el desarrollo morfológico fueron dañados por la radiación desde su línea germinal". Es decir, los cambios no sólo fueron fisiológicos, sino que además hubo mutaciones expresadas en los genes, una especie de herencia non grata por parte de los progenitores que sufrieron la radiación directa.
El grupo de investigadores, liderado por Atsuki Hiyama, tomó además muestras de la planta hospedera de esta especie con el fin de someter las larvas a radiación en el laboratorio para comparar su nivel de deformación con las mariposas colectadas
Como el accidente de Fukushima ocurrió en el mes de marzo, cuando las larvas de estas mariposas se encuentran en periodo de hibernación, los científicos reprodujeron la situación: las larvas fueron expuestas a la radiación e ingirieron alimento también irradiado.
En los dos grupos, tanto en las recolectadas en Fukushima como en las irradiadas en laboratorio, se observaron anormalidades fisiológicas similares como malformaciones en las antenas y patas, así como cambios en el color y patrón de las alas. Con esto, el equipo llegó a la conclusión de que existe una gran probabilidad de que esto haya ocurrido a causa de la expulsión de material radioactivo de los reactores de la empresa Tokyo Electric Power (TEPCO).
Lee el artículo original en inglés.
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM  
http://www.eluniversal.com.mx/articulos/74550.html

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