A cuatro años del asesinato de Berta Cáceres, frente a la embajada de Honduras de la ciudad de Buenos Aires, en Argentina, se llevó adelante una vigilia cargada de memoria, arte y pedido de justicia por la lideresa latinoamericana cuya muerte todavía permanece impune. Fue la última de las actividades realizadas por su hijo Salvador Zúñiga, en una noche de emoción y de lucha, junto a amigos y organizaciones sociales cercanas a Cáceres, que en cada encuentro e intervención aprovecharon para remarcar la impunidad con la que todavía cuentan varios autores intelectuales, participantes externos del crimen y hasta parte del Estado mismo.
Con velas, grandes imágenes, frases cargadas de militancia, activismo, cantos y la presencia en su mayoría de jóvenes de varios países de América en los que Berta dejó sembrada su lucha, su alegría y su rebeldía, la manifestación tuvo como protagonista al arte. Y el Movimiento Cultural Internacional Our Voice, sumó a través de la música y la poesía un grito de esperanza en pos de todas las luchas y todas las rebeldías contra un sistema que continúa persiguiendo a aquellos que tienen el coraje de defender la vida y la libertad.
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