Han pasado diez años desde aquel 11 de Septiembre que cambió la historia del mundo, provocando la guerra infinita contra el terrorismo internacional. Las dudas sobre ese hecho se han agigantado, convirtiéndose en certezas. No fueron 19 terroristas por sí solos quienes atacaron a los Estados Unidos, sino un puñado de terroristas “de Estado” (occidentales y amigos del Occidente) con pasaportes americanos, israelíes, pakistaníes, sauditas.

Osama Bin Laden jamás fue incriminado, si bien, en su nombre, se hayan combatido guerras (contra Afganistán e Irak) que han provocado cientos de miles de muertos civiles y que aún no han terminado.
Guantánamo sigue en funcionamiento a pesar de las promesas de Obama. No se ha iniciado ningún proceso contra ningún presunto culpable a lo largo de estos diez años.
Gran parte de los “resultados” de la Comisión oficial de investigación (contenidos en el “9/11 Commission Report”) son completamente inutilizables frente a cualquier tribunal porque han sido obtenidos a través del uso sistemático de la tortura hacia los prisioneros. Ni un solo torturador ha sido incriminado.
Todas las reglas democráticas han sido violadas, ya sea dentro como fuera de los Estados Unidos. Toda Europa se ha convertido en cómplice albergando prisiones secretas, permitiendo el aterrizaje ilegal en los propios aeropuertos de aviones con prisioneros a bordo. Polonia, Rumania, Lituania, Italia, Alemania, Gran Bretaña, España, Portugal han estado directamente involucradas en estas operaciones criminales. El secreto de Estado y sus servicios secretos han estado y están a las órdenes del imperio americano.
Mientras tanto decenas de nuevos hechos, de descubrimientos de investigadores voluntarios en todas partes del mundo, sobre todo en los Estados Unidos, confirman y agravan las acusaciones en contra de la Administración americana. Se han publicado decenas de libros, gracias a los cuales en gran medida y bajo diferentes puntos de vista, la verdad oficial ha sido demolida. Si hace algunos años, era más que legítimo plantear graves inquietudes sobre la versión oficial, ahora tenemos a disposición muchas “pistolas que echan humo” que plantean la complicidad de altos, muy altos personajes  del establishment estadounidense. A pesar de todo, ninguno de ellos ha sido llamado a declarar bajo juramento. Se han almacenado cientos de testimonios y documentos muy graves – verdaderos cargos – que jamás han sido tomados en consideración.
Nosotros estamos orgullosos de haber formado – con la realización del documental “Zero” y con varios libros sobre estos temas – parte del gran movimiento por la verdad sobre el 11 de Septiembre.
¿Pero cómo es posible que no se hable de ésto? La respuesta es una sola: el mainstream corporate media se encuentra absolutamente en manos de esos círculos políticos que pretenden ocultar la verdad. A tal punto el 11 de Septiembre se ha convertido en un verdadero tabú que desvelarlo sería perjudicial para la supervivencia misma de los Estados Unidos como primera potencia mundial.
Por lo tanto tener esperanzas en un rápido descubrimiento de la verdad, sobre quién ha organizado, perpetrado el mayor atentado televisivo de la historia, y porqué lo hizo, sería algo ingenuo. Pero aquellos que han entendido – entre ellos el que escribe este artículo – no pueden renunciar a buscar.
Por una razón muy sencilla: quien organizara el 11 de Septiembre aún se encuentra en el poder en los Estados Unidos y en el Súper Clan mundial. Y dado que la crisis que provocó el 11 de Septiembre ahora ha explotado nuevamente, aún con mayor virulencia, todos tenemos que ser conscientes de que corremos el riesgo de nuevos ajustes de tuercas, terroristas o militares, que alterarán al mundo entero en los próximos meses.
En otras palabras no estamos excavando en el pasado sino que estamos observando el presente. Y el volumen de nuevos descubrimientos sobre la colosal mentira en la que hemos vivido los últimos diez años es tan grande que no podemos callar.
Hasta ahora el mainstream corporate media ha demonizado, ridiculizado, calumniado a todos aquellos que han planteado sus preguntas. Es por esta razón que se ha decidido, por iniciativa de  David Ray Griffin (el crítico más tenaz contra la versión oficial), que se constituya un “9/11 Consensus Panel”, que esté en condiciones de dar forma a las preguntas de manera de impedir que se ataque a uno u otro crítico, presentando al público mundial una serie de preguntas colectivas sobre las cuales existe un amplio consenso (entre el 85 y el 100%) entre todos los expertos consultados en las diferentes materias. Este Consensus 9/11 Panel está compuesto por 22 personalidades internacionales (el que  escribe este artículo es uno de los miembros junto a otro italiano, Massimo Mazzucco) entre los cuales, nombres prestigiosos como Robert Bowman, ex jefe del Departamento de Ingeniería Aeronáutica del US Air Force; Dwain Deets, ex director del Departamento de Ingeniería Aeroespacial de la NASA; Niels Harrit, profesor de química en el Nano Science Center de la Universidad de Copenhague; Steven Jones, ex profesor de la Facultad de Física de la Brigham Young University; el comandante Ralph Kolstad, ex piloto combatiente del US Air Force, con 27 años de experiencia como piloto de línea y 27.000 horas de vuelo sobre sus espaldas, etc. Éste es el nivel de competencias especializadas, periodísticas, científicas historicas del Consensus Panel.
El consenso se ha concentrado, por ahora, en 13 preguntas y afirmaciones fundamentales sobre las cuales se sostiene en forma unánime que la versión oficial ha sido falsificada conscientemente.
No podemos enumerarlas a todas en este artículo, pero nos limitamos a algunas de ellas, siendo totalmente conscientes de que todas son cruciales.