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Pero en Japón ha sido distinto.
Ha sido un desastre en un país altamente industrializado, la tercera economía del mundo, hasta hace poco la segunda, con unas infraestructuras muy avanzadas. La pregunta que uno puede hacerse es la siguiente: por qué en un país en el que hay terremotos y maremotos muy importantes y en el que el riesgo secular está bien datado —y en el que existen evidencias geológicas de grandes maremotos—, donde los maremotos han ocasionado grandes mortandades, por qué, decía, se construyen centrales nucleares al lado del mar.
Me has robado de nuevo la pregunta, aunque conjeturo alguna hipótesis. ¿Por qué?
En los días del accidente leí una nota de la Union of Concerned Scientits -antes hablábamos de ellos, todo un colectivo clásico desde los años cincuenta- sobre las repercusiones de la ciencia y la tecnología en la sociedad, con análisis muy buenos, documentados, penetrantes y siempre de interés. Son gentes realmente de primer nivel. Pues bien, este colectivo señalaba que la razón por la que se han construido en Japón tantas centrales cerca del mar es de orden básicamente económico.
Son más rentables así.
Lo son. Japón no tiene grandes ríos. Además, hay que tener en cuenta que, aparte de los maremotos y terremotos, es un país relativamente pequeño. No llega a los 400 mil km2.
Sí, unos 378 mil kilómetros cuadrados, el 61º país del mundo en extensión.
Eso sí, más que Gran Bretaña que es una sola isla. Japón está formado por cuatro grandes islas y por casi 7.000 islas pequeñas. Son 127 millones de habitantes y la mayor parte de ellos viven en la isla central de Honshu. Hokkaidö tiene muy pocos habitantes. Tokio, me parece, está a los 35 grados de latitud norte.
¡Qué barbaridad, qué memorión! ¡Se nota que naciste, en ambiente republicano exiliado y resistenete, en el país de d’Holbach, Babeuf, Bourdieu y Bouveresse! 35 grados y 41 minutos, latitud Norte para ser exactos.
Es un sitio muy cálido y la densidad de población es enorme. Esto sí que es muy diferente a Chernóbil. Aquí había también población pero las densidades en esa zona de la ex Unión Soviética, lo que ahora sería el norte de Ucrania y el sur de Rusia blanca, de Bielorrusia, eran mucho menores. Aquí hablamos de densidades tremendas. La conurbanización de Tokio tiene más de 30 millones de habitantes y está a unos 250 kilómetros de la central. Es una megalópolis continua en esa zona de la isla, que es la central de Japón como es sabido.
Hablamos, por otra parte, de seis reactores en la central dañada.
Sí, había seis reactores en Fukushima. A 100 kilómetros de ella hay otra central nuclear. Por cierto, antes de que me olvide, déjame decir que poco después del accidente registraron radiactividad en esta segunda central y la dirección informó que la radiactividad no provenía de sus reactores sino de los de Fukushima. Estos decían que no, que era de los otros. No sé si son de la misma compañía, no sé si esta otra central es también de TEPCO.
Estamos hablando de una central, la de Fukushima, que está en manos de una gran corporación japonesa. No hay capital público aquí.
No, no lo hay. Hablamos de TEPCO, su dueño y operador. Es una empresa japonesa de capital japonés. TEPCO es la tercera empresa eléctrica mayor del mundo, cuanto menos lo era hasta hace muy poco. Es un gran, un enorme lobby, y no hay que olvidar lo que son en Japón las sociedades anónimas. Aunque en las películas lo representen un poco exageradamente (o quizá, bien mirado, no tanto), su poder es inmenso. La influencia de las grandes compañías niponas sobre el gobierno el país es inconmensurable.
¡Inconmensurable! Tampoco aquí son suaves.
Seguro que no. Pero allí es aún mayor su poder e influencia. Vuelvo a la pregunta anterior: ¿por qué están construidas casi todas la centrales al lado del mar? La de Fukushima tiene seis reactores refrigerados con agua del mar. En la costa oeste está la otra central que, recordemos, también tuvo problemas no hace mucho, la de Kashiwasaki-Kariwa, que tiene siete reactores al nivel del mar. Y hay otras que están en esta situación. Tener agua de mar les sale gratis. El agua del Pacífico, pese a los inconvenientes que representan las corrosiones, les sale más económica, porque en otras instalaciones, por la densidad de población y por tener que usar agua en grandes cantidades, les saldría muchísimo más cara. La UCS también ha documentado históricamente las razones por las que se habían elegido estos emplazamientos
El tener plantas nucleares con tantos reactores debe ser por el espacio. Lo usual en Europa es que haya dos, en algún sitio hay hasta cuatro.
Sí, creo que en Bélgica. La planta de Flandes tiene cuatro reactores y la otra, en Valonia, al sur del país, tiene tres. Pero que haya seis o siete reactores en una misma planta es muy infrecuente. ¿No?
Sólo ocurre, que yo sepa, en Japón.
Es debido, según decías, al espacio, al territorio nipón.
No lo sé con seguridad, es una conjetura. Siempre me ha sorprendido. En este caso, el que haya tantos reactores ha dotado al accidente de un peligro potencialmente mayor que el de Chernóbil.
Y esto es así porque a mayor concentración de reactores, si hay un accidente, mayor posibilidad de fallos, de errores.
Si, claro. Si en el lugar donde se produjo el terremoto, el maremoto, los fallos de refrigeración, hubiera habido uno o dos reactores seguiría siendo un problema pero aquí se han juntado todos los rectores a la vez, porque, probablemente, por cuestiones de economía de escala, les es mucho más económico montar tantos reactores juntos. Los sistemas de refrigeración, de gestión, los tienen todos en un macro-parque atómico. Esto, déjame insistir, no deja de ser una suposición. El punto, como insistían los ingenieros y físicos de la Union, es que la ubicación había sido decidida por razones puramente económicas. No había ninguna otra razón para que se construyesen a nivel del mar. Ya hacía años que se comentaba que era uno de los riesgos importantes.
Está, por otra parte, lo que se ha afirmado sobre el diseño de las centrales.
Sí, siempre se ha afirmado que estaban calculadas para resistir terremotos pero ahora resulta que aparece un tema que, nuevamente, es de orden económico. Estas centrales están diseñadas para resistir, es la información de TEPCO, que ellos mismos matizaron posteriormente a la baja, seísmos de 7,5 puntos en la escala de Richter.
Pero en Japón, a lo largo de su historia, ha habido muchos seísmos de grado superior.
Sí, efectivamente, ha habido seísmos superiores.
Y frente a esto último, ¿cómo se argumenta?
Ahí está de nuevo el importante nudo económico. ¿Por qué se ha afirmado que se asumen todos los riesgos cuando, en realidad, los reactores se diseñaron para aguantar un terremoto de 7,5, afirmación que, por otra parte, puestos a pensar críticamente, también puede ser falsa?
No seas tan mal pensado.
No, no soy mal pensado, pobre de mí. Son los datos que conocemos, por no hablar de lo desconocido o de lo aún no conocido. En 2007, la central de Kashiwasaki-Kariwa, la cuarta estación generadora de electricidad por tamaño del mundo, sólo superada por tres plantas hidroeléctricas, tuvo un terremoto de 6,6 y tuvo problemas. Fue obligada a cerrar en agosto de 2007 porque ocultaron —e incluso falsificaron— los datos de las emisiones radiactivas causadas por el terremoto. No se produjeron emisiones de gran impacto pero sí que manipularon, engañaron y ocultaron información. Primero hablaron de un litro y medio de líquido radiactivo; luego de ciento cincuenta; al final de mil quinientos. Tergiversaron todos los datos que pudieron y dieron una información que, en algunos aspectos era totalmente falsa. Ello incluía los desperfectos causados por el seísmo.
Sí, ya recuerdo. Se dijo que TEPCO había “realizado una pésima gestión de la información”.
¡Qué lenguaje! ¡Es inadmisible! Todo esto se descubrió luego, como te decía; se cerró la central, la que tiene siete reactores, y así permaneció durante un año más o menos. Así, pues, se produjeron daños con un terremoto muy inferior. Te recuerdo que la escala de Richter es logarítmica. Un terremoto de 7,6 es diez veces mayor -¡diez!- que uno de 6,6. No es un punto más tan sólo.
Por tanto, uno de 9 –pienso en Fukushima ahora- es cien veces superior a uno de 7.
Efectivamente. Primera duda: en su documentación dicen que las centrales son resistentes y que han calculado todos los riesgos de los temblores de tierra. Después, en cambio, se sabe que han sido diseñadas, confiando en su información (y es mucho confiar), para terremotos de 7,5 escala Richter.
Primera falsedad, dejo constancia de ella. Ya que estamos en este punto, déjame recordar brevemente el resultado de las pruebas a las que fueron sometidas las centrales alemanas en mayo de 2011, un test organizado por las propias autoridades germanas: siete de las 17 centrales atómicas, más del 40%, no lograron superar las pruebas de resistencia. Las plantas atómicas más antiguas fueron las que obtuvieron peores calificaciones. Cuatro centrales obtuvieron un cero de nota: no lograron puntuación positiva en ninguno de los exámenes propuestos. Ninguna planta atómica germana logró superar todas las pruebas de resistencia. El test contó con el factor de un “ataque terrorista” o un accidente aéreo. No lograron superar la prueba ninguna de las plantas nucleares germanas.
Más claro imposible. ¡Y en Alemania!
Tampoco Francia se luce en exceso. Déjame que explique brevemente lo que apuntaba Andrés Pérez, el excelente corresponsal de Público en el país vecino, en mayo de 2011. El 8 de julio de 2010, a las 20:20, un terremoto de magnitud 3 se produjo en la región de Provenza. Para la red sismográfica civil francesa (ReNass) y el Buró Central de Sismología Francés (BCSF), el temblor tuvo su epicentro unos kilómetros al sur de la ciudad de Manosque. En cambio, para la red oficial de los organismos relacionados con la industria nuclear, ese epicentro estuvo muy al norte de la ciudad. ¿Por qué?
Tengo alguna conjetura pero prosigue tú mismo, lo estás explicando muy bien.
Gracias. Prosigo: por qué esa ubicación de la red oficial me preguntaba. Pues porque esa manera de catalogar el epicentro del terremoto aleja la sacudida del lugar donde se están excavando los cimientos del futuro reactor de fusión termonuclear internacional, el ITER, y del inmenso laboratorio del CEA (Comisariado de la Energía Atómica) en Cadarache, que alberga otros reactores experimentales ya en funcionamiento o en construcción. Francia, el sector nuclear francés está jugando conscientemente con las estadísticas de sismología en la región.
El poder de la industria nuclear no sólo es importante en España; en Francia, no lo olvidemos, es casi inconmensurable.
No es la única contradicción sobre la sismografía de la zona. Para las obras del ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor/Reactor Termonuclear Experimental Internacional) -cuyos costes iniciales eran de unos 5.000 millones de euros y ya se han superado los 16.000 millones- y el conjunto de instalaciones del CEA Cadarache, las autoridades nucleares fijaron en 2001 el “aleas sismique”, un concepto equiparable a riesgo sísmico: se fija con él un nivel de resistencia al que deben responder los edificios nucleares que se construyan en la zona.
Conozco el tema.
Para fijar esta medida, esos responsables públicos se basaron en los datos proporcionados por las propias instituciones del CEA, ignorando los datos de otras redes. Andrés Pérez destacaba que ignoraron expresamente el informe de junio de 2006, elaborado por la principal autoridad geológica francesa, el Buró de Investigaciones Geológicas y Mineras (BRGM). Este informe -“Identificación y jerarquización de fallas activas de la región Provenza Alpes Costa Azul”- señalaba que, sin contar el terremoto de julio de 2010 al que antes nos referíamos, al menos otros tres terremotos se produjeron entre 1980 y 2004 con epicentros a menos de diez kilómetros al norte o al sur del CEA Cadarache y de las obras del ITER.
¿Me estás diciendo que las autoridades nucleares francesas no han considerado necesario tener en cuenta esta actividad sísmica para fijar el nivel oficial de “aleas sismique” en la zona?
Eso estoy diciendo, has captado muy bien. Se sigue tomando como referencia los terremotos del siglo XVIII que hubo en la región y otro de 1909 .
¡Qué barbaridad! En todo caso, si no ando errado, los responsables de la industria nuclear francesa siguen sin poner el sello de visto bueno a los proyectos de obras para la construcción del reactor internacional de fusión.
No, no han dado el visto bueno hasta la fecha. De hecho, tomo pie en el artículo anterior, en el segundo apartado de una orden de 5 de mayo de 2011, los directivos de la ASN (Autoridad de Seguridad Nuclear) ordenaban a ITER que procediera a una "evaluación complementaria de la seguridad de la instalación nuclear de base en función del accidente ocurrido en la central nuclear de Fukushima". Reclamaban además a ITER que decidiera una nueva metodología de estudio del riesgo sísmico antes de enero de 2012.
Tras lo sucedido en Fukushima, los expertos franceses, o los de cualquier otro lugar, se enfrentan a un dilema de difícil solución: tendrán que optar entre introducir en sus bases de datos sobre riesgo sísmico todo lo que hasta ahora habían ignorado, encareciendo y retrasando proyectos que en ocasiones ya están muy debilitados, o seguir aplicando la política del avestruz. Si operan así, no sería la primera vez que obrarían de este modo; la industria nuclear gala es experta en este tema.
Antes, en el primer capítulo, hablabas de la sofisticada “cultura francesa” a propósito del Superfénix. Otro ejemplo de ello: el anterior programa de evaluación sísmica en el CEA Cadarache había adoptado el nombre de Kashima. Era un guiño: Kashima es el nombre del dios tradicional japonés que se ocupa de vigilar a su enemigo Namazu, un monstruo submarino cuyos coletazos causan los seísmos en el archipiélago.
Molt adient, muy acertado. Kashima tendrá que estar muy vigilante porque Namazu está muy alterado últimamente.
¿Volvemos a Japón? Hablábamos de falsedades.
Volvamos al país del maestro Akira Kurosawa. Segundo punto: la industria nipona tiene ya problemas, los han tenido, con terremotos que tienen una escala 10 veces menor.
Lo cual te hace sospechar que incluso esa información que han dado es falsa o inexacta.
Puede serlo porque la aseveración que hacen sobre cómo han diseñado las centrales no parece ser cierta. En absoluto. Cada vez convence menos a más gente, incluso hay declaraciones críticas de ingenieros que participaron en el diseño de algunos reactores.
No andas desencaminado. A finales de mayo de 2011, según un informe de la OIEA, se supo que Fukushima estaba diseñada para aguantar olas de 5,7 metros de altura. De hecho, según la agencia de noticias Associated Press, los organismos reguladores japoneses creyeron que los reactores de la central estaban preparados para “el peor tsunami posible” basándose en un informe de una sola página fechado el 19 de diciembre de 2010 Allí se descarta la generación de un tsunami de suficiente tamaño que pueda arrasar las defensas de la central atómica. NISA, la agencia de seguridad nuclear nipona, aceptó la breve respuesta de la TEPCO, no intentó verificar las conclusiones… y a otra cosa mariposa. Prosigue: tercer punto crítico.
Que estén diseñadas a todo riesgo en una zona que está a nivel del mar, y en un lugar donde se sabe que hay maremotos, es posible técnicamente, es posible que pueda construirse así, es posible hacer unas instalaciones a prueba de un maremoto que tenga olas de 10 metros de altura, las de Fukushima alcanzaron alturas incluso mayores, pero, y esto es muy importante, con un coste increíble, en absoluto rentable económicamente. Es, digámoslo así, un imposible económico. Ninguna compañía, ninguna corporación privada, incluso con generosas ayudas públicas, apostaría por ello. Imposible pensar que vas a hacer una instalación estanca, resistente a terremotos, a maremotos. Es una locura pensar una cosa así. Teóricamente puede y debe ser posible pero en la práctica es irrealizable; las razones económicas y consideraciones próximas se impondrían.
Dado el elevado coste, la central sería ineficiente económicamente.
Desde luego. Sabemos que, si sumamos lo que hay que sumar, sin olvidarnos de nada, sin acumular entradas en las famosas “externalidades”, lo nuclear es ineficiente. ¡Imaginémonos lo que representaría añadir esas medidas de las que hablamos! Está claro que no estaba previsto, no están diseñadas para resistir un terremoto de esta escala que seguramente destruyó gran parte del sistema de refrigeración, las conducciones e incluso las vasijas de contención. Las centrales no estaban preparadas para resistir un maremoto que acabó por destruir los generadores diesel para producir electricidad de emergencia; no están diseñadas para gestionar después un problema como el que irrumpió posteriormente. Esto sería la primera parte de la cuestión. ¿Por qué entonces obrar así? No se ven otras razones que las ya señaladas, las económicas. Hacerlo todo lo más barato posible y decir luego, la publicidad está asociada a los negocios, que todo es muy pero que muy seguro. Japón, no hay que ocultarlo, no estoy exagerando, tiene una larga historia de falsificación de datos desde el síndrome de Tsuruga.
Hablaste de ello hace ya más de treinta años en un artículo.
En 1981, en mientras tanto, en un escrito –un material que diría Sacristán- que desgraciadamente no he conservado.
Pero yo sí, te haré una copia.
Tomo nota. Era entonces cómo hacer de oráculo. Hace ya treinta años se tenían datos de que la gestión japonesa era muy ocultista y esto viene derivado del gran poder que tenían y tienen las corporaciones en Japón y del sistema de gobierno que ha estado dirigido, después de la segunda guerra mundial, por los mismos partidos liberales que no han ejercido en absoluto los controles públicos sobre este tipo de instalaciones. Item más: la NISA (Nuclear and Industrial Safety Agency), la agencia gubernamental japonesa de seguridad, un organismo del Ministerio de Industria, el equivalente a nuestro CSN…
¿Nuestro?
De ellos quiero decir. ¡Qué precisión semántica, Salva! La NISA prácticamente ha estado manejada por la TEPCO que es la propietaria de casi todas las centrales de Japón, también de la central con 7 reactores de la que antes hablábamos y que sufrió un accidente en 2007.
Una empresa japonesa, vuelvo a insistir, con capital japonés.
Sí, TEPCO tiene estas características. El NISA, como en otras ocasiones, ha sido muy timorato y prácticamente ha estado a los dictados de esa gran corporación. Incluso cuando se produjo el accidente de 2007 fue la inspección de la Agencia Internacional de Energía Atómica la que desveló que se estaban falsificando los datos.
No fue la agencia de seguridad japonesa.
No. Lo vimos también los días posteriores al desastre. Vino mucha más información de Estados Unidos que del propio Japón.

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