Por Alejandro Díaz-04 de mayo de 2020
“La Administración para el Control de Drogas (DEA) fue fundada en 1973 para hacer cumplir las leyes y reglamentos de los Estados Unidos en materia de sustancias controladas, así como para llevar ante el sistema de justicia civil y penal de los Estados Unidos o cualquier otra jurisdicción competente, a las organizaciones y miembros principales de éstas que participan en el cultivo, la fabricación o distribución de sustancias controladas que surjan en el tráfico ilícito o estén destinadas al tráfico en los Estados Unidos. De la misma forma, la DEA se encarga de recomendar y apoyar programas de cumplimiento no obligatorios destinados a reducir la disponibilidad de sustancias controladas ilícitas en el mercado tanto nacional como internacional." Eso se lee en el portal de la embajada de los Estados Unidos en Colombia.
Este organismo se creó a partir de la Oficina de Narcóticos y Drogas Peligrosas, dentro de la gestión de Richard Nixon, quien con la excusa de la “guerra contra las drogas”, expandió los presupuestos, y creó leyes permitiendo el trabajo de esta agencia fuera de los límites de su propio Estado. Por supuesto que esto es avalado, a través de tratados internacionales de cooperación mutua, por los países que colaboran con la agenda norteamericana. A su vez, entra en un marco de negociaciones especulativas, y quizás extorsivas, que el gobierno de los Estados Unidos impone a las economías periféricas despectivamente llamadas: países del Tercer Mundo.
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